Page 84 - RC_1967_11_N86

Cuando se vió con la investidura de Minis±ro de la Gobernación le entraron fueries deseos de adquirirla. ePor qué nó?

1>A:oncada será loco y rencoroso; iodo lo que quieran sus enemigos. pero no es tonto.

Vió en el Minis±ro Mena una sombla y ±ra±Ó de eliminarla soplan– do el fuego de la sospecha enire él y el general Esirada. Desaparecido ese brazo fuerie que se alzaba corno obs±ácuJo a su ambición, él despejaría la si±uación más .l:arde, orillando al vicepresidente Díaz y enseguida al mis-mo Esirada. '

Con la misma arteria y asiucia con que atacaba a Mena ante Es±ra– da, atacaría después a Díaz y los haría romper por buenas b por malas.

Separado Díaz del poder, quedaba Mancada frente a frente de Juan Estrada; y corno el período de éste era carla, de año y medio, Mancada llegaría pronto, en breve iérmino, según sus cálculos, a ocupar su lugar.

Lo único malo para realizar el pensanuen±o por este camino, era

que a Estrada le pudiera ocurrir el deseo de reelegirse.

Para esta eveniualidad es seguro que Moneada tendría ya su plan de ataque con todas las probabilidades de éxi±o que le dar~an su posición olicial y su calidad para ese entonces de Minis±ro ornnipo.ten±e.

Por eso Moneada empezó a halagar a Jos liberales y aconsejó a Es– ±rada que Jos atrajera. A su juicio, eran los elemenios propicios que nece– silaba para el éxito. Quería subir, escalar la presidencia, sobre los hom– bros de ellos.

Desde que empezó a publicar sus "Memorias", Mancada venía reco– mendando hábilmente su propia candidaiura. En ellas se presenta corno hombre irreprochable, honrado, valiente, viriuoso, desprendido y sabio. Se declaró paladín de la decencia; atacó la imnoralidad, la deformidad, el vicio y la corrupción política. Se manifiesta enamorado ardiente de la li– }jer..i:ad y por ella lJora, a lágrima viva, a la par de los oprimidos de la Herra, a semejanza de Jererc1Ías al pie da los sauces babilónicos.

, En las "Memorias" atacó al general En~iliano Chamarra porque era un gran es.l:orbo a la puerta de su ambición. Y si en ellas na hizo lo mismo con Mena, fué porque tenía éste 'el poder de las annas y necesitaba de su apoyo para figurar, para crecer y tomar puesto eficaz en el gobierno.

Mancada jugó el papel d~l diablejo de la ien±ación rompiendo la COI'lcordia de los jefes revolucionarios para poner en obra sus planes que llevaba en cariera. '

Nunca he visto yo que un colega de leiras inirigara tan fuerle y ian alfo co:mo éste. El no ha hecho corno nosotros: quedarse re2¡agado _entre los cajistas. Nada, volaba en alas de las "mosquitas negras" como llama Benaven±e a las leiras de impren:t~, volaba en alas de su gran ambición al pri:mer puesto de la República; cuyos aires empezaban a áCéJ.riciar, a re– frescar su frente enardecida. ,

Lo malo es que el deslino, el "Faium" de Viciar Hugo, dispuso las cosas de airo modo; y en vez dé ofrecerle una corona de gloria, lo empujó violentamente por las espaldas y al caer le hizo un gesto de pil1e±a con la punía de la lengua.

LOS HOMBRES DEL DRAMA

V

El draIna del 8 de mayo se resolvió entre los generales Juan J. Es– trada y José María Moneada, iniciadores de la acción, Mena que soportaba las consecuencias, Díaz que veía desarrollarse una irregularidad en el seno del gobierno y unos pocos jefes militares que tomaban parte en pro o en contra del :movimiento.

En±re estos ú1±imos ci±are:mos a los señores Aurelio Es±rada, Inocen±e Moreira, Hildebrando Rocha, An±onio Corrales, Víctor M. Moreira, Camilo Barberena y Miguel A. Castillo.

En este laberinio de sucesos, más inextricable qu~ el de Ariadna, porque constanie:men±e sopla el viento de las pasiones, conviene ir con pa–

59 :mesurado para no equivocar' la rufa. En este propósito, vamos a oír de las personas que en ellos tomaron parle sus mismas palabras, a fijar sus

s