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se cuidaba, esmeradamente, de qoe lbs niños no oyeran lo que pudiera despertar su éondor, manchar su inocell' cio¡ o darle a conocer ro que a su edad no debían sa– ber

Si un nmo se acercaba a una tertulia de personas

mayore~; una de eiias daba ,la' voz' de alerto diciendo: "!iay moros en la costa'~, frase convenida para gyardar silencio, y tomada, seguramente, del tiempo en que Es– paña guerreaba con I'os mohometahos Si el chico no se ib" y urgía reanudar la conversación, alguien le de– cía COI iñosamente: "Dile a la criada que te dé un poquito de tenme aquí, que es muy sabroso"; se iba el mucha" chito en busca de la falsa 9010sin,o, y la criada bien udiestroda poro' el caso, re

Clabd c.ualquier dulcE! por tenmo aquí y lo retenía consigo, el ti~rripo conveniente, o le insinuaba que fuera a iug~r a cualql,Jier parte.

¡OUIl tiempos aquéllos, eh que se cuidaba cual un tesolo la inocencia infantil muy' om<:lda de Jesús N S tan difelerltes eJe los actuales!

ME COSTO UNA PUA

Como ejemplo de mi obediencio sin subterfugios re– feriré el. siguiente caso, que

(1 'la presente gen~ración pa-recera ihcorr\plensible "

Me llevó mi Tío, con mis hermanos, y gran contento mío, de Jinotepe a Dirjambd, a ver un Coloquio, o repre–

sentación teatral popular en la plaza pública; que se' da– ba en la noche Nos acomodaron convenientemente en Ul) conedor frente al tobladQ, pero un .tanto alejados de él Yo no me conformé con esto lejanía y pedí a, mi Tío que con el criado de la casa me permitiera acercarme; me respondió con un no seco y terminante; seguramente porque el estar a la intemperie podría hacerme daño Yo insistí, pidiéndole, en secreto, a uno doma allí presente, muy apreciada de mi Tío, que me consiguiera el permiso; lo que ello hizo yola que ~I acct?dió, ordenando al cria-do que me llevara donde yo quisiera ir. ,

Péto, ¡qué caro me costó este permiso!: Cuando re– gresamos a Jinotepe, a la media noche, de uno frigidísi– mo del mes de diciembre en aquello altiplanicie, apenas desmontados de las cabalgaduras, mi Tío me diio: No te ucuestes que tengo que arreglarte unas cuentas; fórmula

[lunitiv~1 que yq c.onocía en toda su q:>mprensión

, . :"'; : .: '

Esperó a que 'lodo se acostaran y a qlle hubiera completo siler'1eio, para decirme,' con voz' de trueno: "Te vaya enseñar, glandí'simo desobediente, a que no me ha– gas decir, cuando ya te. he dich() que "C?". Mefustigó de lo li.ndo y está demás' deCir, que me acosté sin flío, ni, m'íllimC?, y bien ensenado a. n9. poner subterfugios a mi obedie(1cia . .' ,

MIS PLEGARIAS

. pebía acostarme en la noche y levantarme en la mañqna conforme a la 'reglo; "Si quieres ser santo, sabío

y sanO, acuéstate temprano y l!lvó'1tate temp.rano". An– tes de dormirme, debíg rezar unqs cortas plegariqs y al final esto alabanza: "Bendito y alabado sea el San– tísimo Sacramento del altar y M~ría cQncebida sin peca– do original, desde el. primer instante de su ser natural, para 'ser Madre de Dios y madre: nuestra, por siempre

jamós. An1éh, la que debía repetir en lo moñano, ape– nas despierto; rezando antes:

,'Mil groc;ias te doy, Señor,

y alabo tu gran poder} l'ue's con el alma en el cuel po Me has dejado amanecer,

, :Y humildemente le pido Me dejes anochecer Para bendecir tu Nombre

y o Jesús, Morícl y José Con Dios me acuesto, Con Dios me levanto, Con la luz y gracia,

D~l Espíritu Santo

Lús cuales plegarias estabctri generalizCldas en los hogares, desde lo antiguo, por lo devoción a la Saglada Eucarislía y ,o la' Purísima Concepción y por la fé:·vivísi·, me! en la Providencia Divina, que nos hace amaneCer y anochecer,

, .,.

Tiempo,s ,felídsirnosde religiosa piedad, que fOlma– ba para los niños un ambiente de sctivación

MIS COMPAÑEROS

Me los ,señC\lob{l mi Tío, y con ellos, s"larncnte po· día juntarme y relacionarme¡ mas con los otras mucha· chos debía ser ,ortés y servicial; esto, confQrme a fa má· xirnCl de San Francisco de Sales: "~eamos cpritativos y

corteses con todos y amigos 'con muy pocos'" . Pata apattarme de las malas compañías, me decía: "El que se. junta con mellos seró uno de ello5·~. "Quien <;on lobQS l:Inda a aullar apr(!nd~". "Dim~ con quien andas y fe d,iré quién eres";

De aquellos compañeros seleccionados por- mi Tío, viven aún. en el globo tei'raqUeo en' que habitamos: b,

Vicente Román, D Francisco Ortega y D Cecilia Baraho– na, jinotepinos¡ D: Juan J9sé Zelaya y D Florencia Gó– mez, mi:magüenses; y:D Guadcilupe Mora'e~, grariadino, sobrino dedni anuela, primo hemi'anó de mi padre y tío segundo míÓ)'Flrofusaménte adornado coi; las bellas i:lI en' das que indica su apellido' . los nomp,pd;s, conmigo, eslomos a )(J vanguardj~

y en la propia línea de fuego en nuestlo bat{llla con la muelle, qu.e basta el presente;, se ha dignado permitirnos, benévolcmwnle, que hayaJ"nos hecho huesos viejos

tOS CASTIGOS

En la' cal ta constitutivCI de mi ¡'ogqr. no estaban abolieJos los ql.stigos mal llamados, infaman'tes: flagela– ción, sev'er~s reprensiones, ra,tos de rodillas, coscorrones, pelliscos y jIJI,ones de orejas; ni .Ios no infamantes: pri– vación de paseos, fie~tas, golosinas y refreSCOS, y pi 0– longada detención en una ,silla . Pero sí, lo estaban, los castigos cruelp'S, 9 sllger: :privación de la FO~idCl' pegar con palo o con el puño cerrado, o dejando malcados en el liclno cuerpo del niño los golpes y latigqzos, Tam· bién todo castigo aplicado con ira rabiosa y arrebatada– menle, de :Ios quei han ocurrido ·cosos muy lamentables: de una madre que le vació el ojo a su hijita con, un ló' tigo; de otro que le rompió' el tímpano' a su hijo con un ralo; y de! Uf! ,¡::r,udelisimo padre, que tumbao-q, o su hijo

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