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« Previous Page Table of Contents Next Page »Entre ellos tenía algunos que brincaban automáti· comente por medio de un sencillo mecanismo les da· ba pOI bose un pedacito de corteza de un huacal que· brado, que ladeaba de dos cueldecitas apareadas, las que en la pOlte cónCClva del pedacito de huacal las re· torcía con una palanquita de modela, que al lIegOl al máximo tOlcimiento la fijaba con cera en un extremo de la base Pvesto el gallito en el suelo, cuando la fuerza del tOlcimiento de las cuerdas despegaba de la cela la palanquita, ésta, por impulso de las cuerdas re– torcidas, pasaba el extlemo opuesto, y al tocar el suelo, levantaba la base del gallito que así parecía que daba el brinco
OTROS GALLiTOS
También jugaba a los gallitos con mis compañelos y brincando de veras, de esta manera: puestos sobre el pie izquieldo y encogida con la mano derecha la pierna del mismo lado, saltando sobre un solo pie, nos empu– jábamos mutuamente con la maYal violencia que podía– mos; Y en estos empujones, quien perdía el equilibrio hasia el punto de soltar la pierna encogida para no caer, éste perdía la pelea
A la caricha pública, en donde se lidian los gallos veldaderos, fuí una sola vez a dOl un recado a una per sona que allí estaba llegué en el momento en que echaban a pelem un gallo muy grande con otro muy pequeiio, Y Fué lo conlrOl io; lo que me Causó grande admiracián, Y me hizo comprendel que yo no servía para gol lela Dichosamente, pues es Una afición muy fea ~sa de diver til se viendo que se matan esos pobres animales Ilevodcs de su mal instinto pendenciero.
MIS MANDADOS /), CABALLO
Me gustaban mucho las cabezas de caballo hechas de cuero, puestas en el extremo de un palo, en el que yo me enganchaba, pOlO cabalgar según yo creía EIO tanta mi afición a este juego, que de ella se crprovecha– ban los de casa para que yo les hiciera sus mandados (on a91ado y diligencia Móntate en tu caballito, me decían mis heimanas, para que vuelvas prol;lto y sin lat;gOl te; insinuaCión que atendía al instante, metiéndo– me el palo entre las dos piernecitas, y a falta de cabrio– las ecuestres, me iba haciendo curvas por la calle, lo que, por la regra geométrica: que "la distancia más cor– ta entre dos puntos es una línea recta", aumentaba en mucho mi camino, sin que yo lo sintiera, porque iba a caballito
MI CABALLITO OVERO
De estos caballitos tuve uno que era mi encanto: l11e lo hizo mi bondadoso Tío de un varejón de madero negro, al que quitó, en espiral, pOlte de la corteza y lo puso al fuego; la parte sin corteza se quemó 'y tomó el col?: negro, y la sin quemarse, quitada la corteza, apa– reero blanca, por lo que yo la llamaba mi caballo overo
LOS SOLDADITOS DE PLOMO Y SEIS BOLLOS PI:: PAN
Tuve preferencia POI los s~ldados de plomo, y ésta tan, marcada y persistente, que, ya sacerdote, estando en Pans, la capital de Francia, me paraba ante las vitrinas
en que exhibían los tales soldados para vellos detenida y gratamente Pero esta afición me ocasionó malos ra– tos de hamble en horas de la mañana de algunos días El caso fué así: me prendé locamente de [os que tenía un compañero de internado en el Colegio, a quien plo– puse me vendielO algunos; a lo que accedió, pero no por dinero, sino por bollos de pan del desayuno que él tomaba a mi lado en el comedor Embobado POI
el amor a dichos muñecos, acepté el inhumano contra– to a razón de bollo de pan por pieza, y como fueron seis los adquil idos, tuve que desayunarme a medias, con sólo el café con leche, durante igual húmero de días
Ese compañelO de Colegio vive aún, y cuando una vez al encontrarlo, (e pregunté si se acordaba lo de mí ayuno por los soldados de plomo, me lespondió que no, en absoluto A lo que yo repuse: bien se comprende que lo recuerde lo víctima Y que lo haya olvidado el vic– timario.
Es inconveniente que los niños se dejen [levar de sus aficiones hasta el extremo de acarrearse daños y, al contralÍo, que las venzan, sirve para dar temple a su voluntad "Los dulces son muy agradables, decía San Francisco de Sales, pero, en abundancia, crian parásitos".
CH ICOS RECUERDOS DE CUANDO ERA CHICO SALUDO COTIDIANO
En la mañana, al levantOl me de la cama, y al atm– decer, debía saludar a las personas mayores de la fa– milia, con las manitas juntas, diciéndoles, lespetuosa y respectivamente: Buenos días o buenas noches les dé Dios; y recibía la respuesta: Dios te haga un Santo; pia– doso deseo que en mí se cumplió solo en parte, no por falta de voluntad, sino de posibilidad, dada la miseria de la naturaleza humano Si mi Tío estaba de buen humor, cuando recibía mi saludo mtutino o vespertino, me decía con cariño: Dios te haga un santo varón con su capa y su bordón, o sea: como peregrino en la tie– rra, en comino para el Cielo
MIS PIPES
A mis tías y a mi hermana mayor les decía Pipe, y así también a mis tíos, pero más comunmente, Tata A mis hermanas, en conjunto, les designaba, las Niñas, modo de decir que cambié por el de, mis hermanas, hostigado por las burlas de mis compañeros de Colegio, en el que ya aparecían los c;lestellos de la nueva aurora de una nueva civili:l:ación en nuestla patria
TRATAMIENTOS INEXPLICABLES
A las solteras de cualquier edad, se les decía Niña, en vez de Señorita, que es tratamiento de uso leciente en fuerza del progreso de nuestra cultura
También a las casadas y viudas, aun a las sexage– narias, septuagenarias y octogenarias, se les decía, Niña, en vez de Doña; sin que yo pueda explicarme el por qué de tal extravagancia De igual manera, a los que en España llaman Señoritos, aquí se les decía, Niños y así, a mí, los que debían tratarme con algún respeto me decían: Niño Toño.
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