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« Previous Page Table of Contents Next Page »¡Así, en la vida, no se pueden paladear los place– res ilícitos del mundo, sin desfigura¡ la hermosur a del alma!
DESILUSIONES DE MI NIÑEZ QUIEN ERA FIERABRAS
la muy grande que tuve con Fierabrás, personaie, de la Historia de los Doce Pares de Francitl, que se re– presentaba, en Jinotepe, en la fiesta patronal de Santia– go el Mayor
POIa mí era Fierabrás un ser sobrenatulal, que me lo imaginaba siempre con el traje de cololes múltiples y chillantes con que lo había visto en su rancho, como cualquiel otro indio de pura rozo POI lo que aconteció, que al encontrarme con él en un recodo del camino que de Diriomba va al Llano de Pacaya, arreando unas mu– las, sentí una grande desilusión; y ton grande, que siem– pre que llegaba a ese paraje reconocía el triste recodo y sentía pena; y aun hecha la actual carrelera de Ma– nagua a Carozo, no obstante las modificaciones del te– rreno en ese camino, he podido reconocer el inolvidable recodo en el que Fierabrás se me transformó en mulero
LA PASTORCITA DE MASATEPE
Otro desilusión no menol fué, la que me ocasionó uno Pastorcita que vi en una Pastorela de los que se re– presentan en lo Pascua de Navidad Me encantó la Pastorcit<l con su vestido blanco cubielto de brillantes len– tejuelas y toda adol nada con ¡ayas que, prestadas para el acto, .10 que yo ignoraba, etan deslumbrantes Pue·stos en la Paslorcita mis pensamientos, logré averiguar su nombre y su
I esidencia en Masatepe Allá llegué una vez con mi Tío, a almorzar de camino de Managua a Jinotepe, lo que hicimos en una pulpel ía Mientlas preparaban la comida, mi Tío conve/saba con la gente de la casa y yo, silencioso, sentado en un tao bUlete, pensaba en la Pastorcita que era de aquel ve– cindario 5n esto, ioh suerte infausta!, apareció ella, completamente transformada: venía con una botella en la mano, a comprar manteca de cerdo a la pulpería; en chancletas, desgreñada, con el vestido mugriento y roto, toda hecha una facha
¡Qué desilusión la mía, en todo comparable a la de don Quijote de la Mancha al encontrarse con Dulci· neo transformada en zafia labradora!
No fuá en esta ocasión, cuando me desengañé de los vanidades del mundo y de lo efímero de toda her– mosura humano; pero pudo serlo No lloré, porque no tenía todavía en mis oios de niño, lo fuente de las lá– grimas románticas
las doce mel idianas, yo sentía una hambre canina de aquellas que hacen ver tortillitas en el aire Y grande fué mi desconsuelo cuando la mayor de mis hermanas, me dijo al oído: tú camelas de último, después de todos; por lo que, lloroso, me retiré o un rincón de la casa Allí estaba, afligidísimo, oyendo el trajín del selvicio de la mesa y sintiendo el olor de las viandas que estimulaba, a lo sumo, mi apetito de muchacho comilón, cuando oí que el dueño de la haciendo pleguntaba por mí, y que mi helmana, la maYal, respondía: anda jugando en el patio y almorzará después; la pregunto me sonó como músico del Cielo, y lo respuesta me pareció IJna pena del PUlgatorio; dichosamente el caballero insistió, dicien– do No, que venga ya, o comer a mi lodo; y a su lado me senté el comer con avidez, a dos corrillos, mientras de cuando en cuando, diligía risueñas mirados cariñosas a mi bienhechor, que me parecía un ángel de bondad Mucho lo quise siempre, y Di05 me deparó la ocasión de pagarle, superabundantemente, mi deuda de gratitud, cuando yo sacerdote, él mUI ió en mis brazos muy cristia– nurnente iDescanse en páz!
la enseñanza de aquella ocasión, lo practiqué to– da mi vida: sel bondadoso y atento con los niños pala ganal fácilmente su cariño leal y sincelo los niños, con
10105 y lamentables excepciones, son agradecidos o los beneficios que reciben; porque el niño es el hombre lecién salido de los monos de su criador, todavía no descompuesto ni desfigutado pOI los malas pasiones hu· manas
MIS JUEGOS INFANTILES
LOS SALTAMONTES HECHOS TOROS
Uno que mucho me divertía Atrapaba saltamon· tes ya cr eciditos, que gual daba debajo de un huacal Prepalaba un muñequito de cela para ponérselo encima", plensándole las alas, al pi imela de aquellos ortópteros que sacaba del huacal, el que impedido pala volar, puesto en el suelo, daba los saltos de su nombre. .la imaginación me lo presentaba de esta manero, coma un toro en lo plaza; sólo faltaba la música; que yo impro– visabu con redobles en un tarro de hojalata, acompa– ñados de mi canto, en alta voz, de uno pieza musical taurina
Si el saltamonte lograba desprenderse del muñeco y se iba volando, yo no se lo impedía; pues en el coso contrario, yo mismo le daba la libertad en premio de sus buenos servicios
y del mismo modo con los otros prisionetos del hua– cal, hasta que cansado de toros dejaba Id cosa para otro ocasión
Estando !Tris tres hel manas en una hacienda de la Sierra de Man<Jgua, fuelon invitadas a almorzar en otra hacienda vecina; y, ya sea porque no se percataron de la inconveniencia de llevarme consigo, o porque yo me fui tras ellas sin que nadie me invitara, es lo cierto, que formé en la comitiva y llegué allá el primerito
Tardaron mucho en servir el almuerzo, y pasadas
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UN CABALLERO QUE SE CAPTO MI GRATITUD
LOS GALLITOS DE HUACAL
Fui muy aficionado a los gallitos de pluma, forma– dos, con las pequeñas de toda clase de ellas, en núme– ro de tres o seis, o más, unidas por los cañoncitos con una pelotita de cera, y ésta pegada en una chinita, o fragmento de los platos de china quebrados, que les servía de base Yo los fabl icaba a montones, pues la materia prima para ello la tenía muy a mano y en abun– dancia; y así formaba colecciones, de los tales gallitos, admirables en número y calidad.
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