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« Previous Page Table of Contents Next Page »que mien.te y pretende vengarse infen'lalmente de otra u otras apoyándo– se en la autoridad co:m.o en un hnpune lestaferro.
El Presidente co:m.o distraído:'
Yo no doy crédito a eso. Esas son perversidades urdidas para per– der a las personas.
Se aÍuzó el bigole, eSÍuvo :m.editando largo espacio y luego le pre-gunió bajo el peso de una inquietud:
-Pero bien, que debe hacerse'? Cuál es la opinión de U.? El arra, con resolución:
Solo que U. quiera asunlÍr la dic1adura y nombrar un Ministro Ge– nerc:J Pero para e810, necesiiaría U. hablar con el Ministro americano y pedirle ires jefes militares extranjeros: uno para León; otro para Mana– gua y el -tercero para Granada. Sinembargo .
y el espiritisia lo observaba con cierta malicia. Sinembargo, qué~ Acabe U. pronto.
Sinembargo .. Ta:m.poco puede U. hacerse dictador --U. esiá sólo– con,pleta:m.ente sólo.
Esirada inclinó la cabeza, quedó observando el pavimento, respiró con fuerza y repuso con algún desalienJo
Cierian,en±e, esioy sólo. Tiene U. ra<:ón.
y volvió a abisrnarse en una larga meditación. De m.o:m.en±o y corno si hubiera tornado un pariido¡
Basta; no quiero saber más. Gracias por :todo, mi amigo. Ya vere– mos si podeznos forcer ese kanna de que U. habla; ya VerelTlOS.
Diéronse las manos y espiritista se despidió. Mientras ésie se ale– jaba silenciosamente, deda el General para sí :m.iSIno:
Quién me :m.anda preguntar e.sas aosas~ Para qué :m.e he :m.etido yo en estos asunfos~ Que n'le han iraído de provecho? Nada: solo :m.alos augurios. Sin embargo, allá. veremos. No es ian fiero el león co:m.o lo piutan: Ni a mí me :m.eten las cabras :tan fá.cilmente. Mah! Caer yo! Pe– ro co:m.o: por qué?
y quedóse escuchando con atención los pasos acompasados del via– jero, que se perdió en la oscuridad de la noche.
Dando un breve puñetazo sobre un velador, exclamó:
Caer! que :tontería! Juan Estrada liene valor y resolución. Claro que sí. Sinembargo.. sinembargo. . Zelaya ienía ambas cosas, o pare– cía jenerlas y a pesar de eso cayó. . lo boté .. Pero.. en fin: las situa– ciones no son las mismas, que poco! Hay mucha tierra de por medio: allá veren1.Os: allá veremos.
Y se dirigió al inferior del Palacio silbando suavemente el pasaje: "Addío di! passaio" de "La Traviata".
BAJO LOS FUEGOS
XXII
Ocupaba el General Estrada una pOS1Clon excepcional; quedaba en medio de los fuegos de tres fueries: de la Lo:m.a (1) al Sur; de la Guardia de Honor, al occi.den!e, calle de por znedio; de las Li:m.as, al oriente. Ade– más, podía ser aiacado de la propia Co:m.andancia de Armas, situada den– ira de las murallas del Ca:m.po de Mar!e, al Sur de las Limas.
Las halerías de las tres primeras posiciones, colocadas en. un nivel superior, 10 hubieran aniquilado, barrido.
Suponiendo que se hubieran arrnado los liberales ¿Qué camino les quedaba? Para ellos el dilema era éste: o se lanzaban al asaBa, ya, so– bre la :m.archa, en la oscuridad; o se :m.archaban con los elelTlentos para hacer una guerra de :m.ontaña, fiera, a. muerle.
A la voz de Es.l:rada: "váyanse :m.uchachos, retírense muchachos" los liberales lo hicieron, dicen unos que llenos de cólera; otros que resigna– dos, sin protesiar.
(1) Hizo explosión a las 4 de la taJde del 31 del mismo mes ele mayo. Se asegUJa que pel'C– ciClan COmO cnalenta hombles Despedazados, calbonizados, fueIDn dispalados a la atmósfela Un glito de plofundo dolol, de consternación se escapó de la Capital, del país entero POlO tan funesta desgracia
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