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« Previous Page Table of Contents Next Page »UNOS NIÑOS EN PELIGRO
XXIII
Los políticos, por lo general, olvidan a sus familias en los momentos de lucha o se acuerdan de ellas cuando ya las dificultades los ahogan. La pasión, el sentimiento en favor de una causa o un propósito, los domina. Primero quieren triunfar, vencer. Parecerá esto un contrasentido, una an– tinomia, pero es la verdad. Al calor de las pasiones, las postergan, no obslanle, cosas raras,! que quizá las tienen muy presentes al combinar, como decía Héc±or Varela.
Cuando el Presidente Estrada cornbinaba sus planes que debían dar por resu1±ado la prisión del Ministro Mena y la presencia de los liberales en el Campo de Made, olvidó a sus hijos, lalvez no a su esposa que es un temperamento.
y cuando el drama empezó a desarrollarse a las once de la noche, los niños dormían. Dormían bajo el mismo fecho que serviría de teatro a la lucha: bajo el mismo fecho donde eslaba el Presidente, sobre el cual las piezas de adillería de los fuedes vom.i±ar5.an fuego en caso necesario.
Una respiración suave, tranquila, se escuchaba detrás de algunas corHnillas blancas: la respiración de la inocencia: eran los niños a quie– nes el sueño acariciaba y m.im.aba con celo benéfico, reparador: eran los hijos del Presidente que reposaban a la orilla de un abislTlo, sohre el vol– cán de las incerlidurnbres.
Señora - dice la madre a la aya - acueste a los pequeñuelos. Ella obedece y ellos también. Invocan primero a Dios, a un Dios bueno de que han oído hablar, que está allá en los cielos, muy amigo de los ni– ños; después al Angel de la Guarda. Dan un beso a mamá, airo a papá, si es posible y luego adormir.
. Si la lucha se hubiera eniablado, las granadas habrían C;:lído sobre ellos y quien sabe lo que hubieran sido de aquellos cuerpecitos frágiles. .. Pensó en esie peligro el General Es±r9d,a cuando· ya en medio de las dificultades hizo rápidamenfe el breve inventario de su situación an– fes del depósito? Fuá acaso ese temor el que lo decidió allá en la inlimi– dad de su conciencia a más bien la inseguridad de su impotencia militar?
Uno de los artilleros decía: No esperábamos más que una leve se– ñal para empezar a arrojar bombas sobre la casa presidencial.
y los niños, le interrumPí, y la fainilia?
Esa es cosa del General Estrada, contestó _. Por qué había provoca– do el peligro?
DR. CARLOS CUADRA PASOS
XXIV
Cuando los acontecimientos que refiere este libro, era Secretario Privado del Presidente Estrada, PelO antes que Secretario fué privado de aquella situación. Es amigo íntimo del Señor Presidente Díaz.
El señor Cuadra Pasos es Abogado. A ratos perdidos, escribe para la prensa. Fué Dipu±ado a la Constituyente que disolvió el General Estra– da. Ahora es miembro de la Comisión Mixta. Tiene treinta años, frente despejada y colo, moreno.
. Cuando le pedí autorización para consignar en estas páginas sus Ideas expresadas en el No. 4,350 de "El Comercio" me contestó,
-Bien puede U. hacerlo -. Y si Ud. desea algún dato más, con gus– to se lo daré.
Después hablamos de los tientpos idos, cuando la publicación de "El Periódico", hoja de combate, en la cual colaboré más de una vez. Fué en ella donde sostuve con Enrique Guzmán la ruidosa polémIca que origi– nó sus célebres "Dosis refrac1as" de erudición y labor. Cuadra Pasos era entonces pasante en Derecho y pertenecía a la juvenlud batalladora del país c;:uya causa había yo defendido en mi primer adículo "Las dos fuer– zas" causa eficiente de la polémica.
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