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Los leyó con atención. Ni por esas. Insistí, insisfí siempre, y nada. Ya para retirarme:

Quiere U. dijo, con mucha cortes18, que ±omemos una copifa de wiskef? Ya es tarde: va a ser la una -- UIl aperitivo para almorzar. Y pidió el servicio a un edecán.

Y tornarnos un rico "black and whife" en el lujoso salonci±o de des– pacho tapizado con sordas y acolchadas aUornbras de fábrica francesa.

Y me retiré cavilando acerca de Jos molivos que pudiera tener el señor Díaz para rehuir el repor..l:aje.

Por lo demás, don Adolfo Díaz es el goben1.anfe más jovE;ln que ha tenIdo Nicaragua. Cuenta apenas treh"lÍa y cinco años, es soliera, blanco y de ojos negros. Hijo del poeta nacional don Cannen Díaz, nació en Es– parla, Costa Rica. Su carrera política ha sido rápida. Empezó con la re– volución: el 11 de oC±ubre de 1909. Después de 8 Ineses de haber ésta entrado triunfante a la capi±al ha ocupado él la primera mBgisiratura del país.

Hombre sagaz, astuto, sutil, corno los polHicos florentinos de la Cdad Media. Fué -e:l e.lma de la revolución.

MECANISMO DE LOS HECHOS

XIX

El 26 de mayo dirigí la siguiente carfa al señor General Corrales. "Señor Gral. don J. Ant g Corrales.

Su casa

Muy señor mío:

La prensa ha dicho quo fué U. el jefe que encabezó la columna li– beral que llegó al Campo de. Made en la noche del 8 de los corrientes.

Yo esmlbo acluahnente un libro que deseo sea la expresión de la verdad acerca de los sucesos ocurridos.

Si no iiene U. inconveniente, S1.lplícole se sirva danue algunas no– iicio13 rdalivas a la pade que U. iomó en ellos para publicarlas.

Excuse U. o:;:ta molestia y anticipándole mis gracias créame.

Su Afento S. S."

-La respuesta:'

Managua, mayo 27 de 1911.

Sr don Franc 9 fIuezo P. l·/.iuy señor mío:

Es verdad que ,me cupo la honra de je!aturar al grupo de libera– les que llegaron al Campo de Nlarie la noche del ocho al nueve de los corrientes, honor que le debo al señor Gral. don Aurelio Estrada.

A las doce de la noche del 8 del presente mes, fuí llamado por el mencIonado seúor Gral. Aurelio Estrada. Cuando llegué a su casa está lle– na de liberales. Ya en su presencia me manifestó que el señor Presiden– fe Gral. don Juan J. Estrada le había solicifado su apoyo (de Aureliol en unión de sus correligionarios y que por consiguiente pedían el mío. Lo :trascendental del asunto y la exabru±ez con que ¡ne lo presentaban me dejaron atónilo y vacilanie por un momento; pero el deseo ardiente que tengo de que el pariido liberal nicaragüense llegue al poder para que salve siquiera el honor nacional, hizo que yo obedeciera corno un solda– do poniéndome a discreción del Sr. Gral. don Aurelio Estrada. Este me or– denó que me fuera inmediatamente al Campo de Made con iodos los libe– rales allí presentes a ponernos a las órdenes del señor Presidente de la R C3Pública. Llegado que hubimos a su presencia nos pusimos a su disposi– ción, inconiinenfi ordenó que nos armáramos, que después de annados

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