This is a SEO version of RC_1967_09_10_N84_85. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »y nadie nos había hecho datio, y traíamos la guell'a.
Cuando vimós por primera vez el lago de Nicaragua al llegar la vanguardia a una vuelta del camino, hicimos alto, con lIna sola exclamación:
-Ometepel El liso lago azul y la Isla
con sus dos volcanes gemeJos como pechos unidos al nivel del agua por sus bases, que parecía que se hundían en el agua, y el humo humilde de sus aldeas levantándose.
y por la transparencia del aire
parecían cerca. y abajo la aleDa vidriosa, y a lo lejos las torres de la iglesía de Rivas.
y Rivas después y los primeros disparos, lValker delante a caballo como una bandera,
y era mediodía y nos pesaba la ropa con el sol.
y Kewen y Croc~er fueron heridos. ¡Fuego! gritó Kewen
y corrimos por la calle gris amurallada, Crocker con el revólver plateado gritando.
Rivas quedó llena de gritos y de sangre y de incendios bajo el sol y volvimos al puerto azul entre colinas con sus curvos cocos amarJllos cabeceándose
y la pequeña embarcación costarricense en la bahía. Hubo grandes vientos esa noche
con la luna velo~ entre nubes plateadas y negras.
-y de Brissot en su c~milla rencoroso con Walker.•
y en León las noches eran frescas
con guitaras distantes bajo balcones de hierro
y el viento mecía los faroles dorados frente a las casas. Y al acercarse a la ciudad
se oía a lo lejos los centinelas paseándose
y un "alerta" suoesivo corriendo de calle en calle. Las voces de las gentes nos parecían extrañas
y sus palabras terminaban con languidez como en un canto.
y el grito del centinela era tan musical Como cl de un pájaro en
la tarde.
Como en las aldeas ohorreadas de u.eve de los Estados Unidos se oyen las voces de los centinelas en la tarde alegres, largas y claras.
y el grito de "alerta" resonaba de nuevo.
Las muchachas de Nicaragua llevaban rosarios colgados con cruces de oro y sartas de perlas en la frente y trenzas negras.
y nos enamoramos de las mujeres de esa tierra.
Un día nos embarcamos en La Virgen, hacia Granada, frente a los dos volcanes callados como dos guardas azules.
El lago estaba inmóvil
y ya las garzas volaban por todas partes sobre el lago como grandes flores blancas, hacia los islas donde duermen, y las bandadas de patos chillones iban en busca de refugio. Apagamos en la noche el motor tembloroso frente a Granada, y sólo se oían las olas contra el barco. Cubrimos con lona nuestras luces, echamos el ancla con sigilo,
atamos un cable a lin árbol de la costa, y bajando los botes, desembarcamos.
Avanzamos invisibles en la oscuridad con nuestros uniformes negros
(89)
This is a SEO version of RC_1967_09_10_N84_85. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »