This is a SEO version of RC_1967_09_10_N84_85. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »El 11 de noviembre nuevamente escribe que tiene conocimiento por pasajeros llegados al lugar, que se estaba urdiendo, al otro lado de la fronte– ra, por funcionarios militares de filiación democrá– tica, el plan de sorprender la guarnición de Costa Rica y remitir a sus componentes, en calidad de pre~
sos, a León. Al comunicarlo, se apresura asegurar que ningún nicaragüense podría llevarlo a él pre– so; solamente muerto, agrega, sería posible.
Refiere también, en una de sus comunicaciones al Ministerio, que a invitación suya, los doctores Maraga y Frantdus, residentes el primero en San José y el segundo en Alajuela, están dispuestos a emprender cultivos en las márgenes del río San Carlos.
Existen otros papeles en que denuncia y censu– ra rudamente la conducta de algunos madereros de esa región, que después de explotar a sus peones en sus penosos trabajos en la montaña, les niegan, des– piadados, su salario y hasta los alimentos más in– dIspensables.
Sin embargo, muy pronto oayó él en igual fal– ta y con caracteres más graves, según vamos a ver. Manchó su incipiente hoja de servicios en su cali– dad de Comandante, con una falta considerada co~
mo gravísima en la legislación militar de todos los países.
Ocurrió que ¡rrespetando la Ordenanza a que estaba sometido, el día 13 de dlciembl e, sin solici– tar el permiso que era de rigor, abandonando el puesto y sin dejar instrucciones ni recursos a sus subalternos, emprendió muy campante su regreso a San José. De manera, pues, que ya había deserta~
do de sus funciones cuando el 9 de enero cobró, siri empacho, personalmente, del Tesorero General del Ejército, en esta capital, el sueldo de Comandante y los de la guarnición, sumas que debían compu– tarse al mes apenas iniciado.
Los soldados que integraban el destacamento, viéndose sin jefe y sin dinero para atender a sus más perentorias necesidades, recogieron los trastos de cocina que tenian en su poder, más nueve fu– siles nacionales, y los depositaron en manos de don Guillermo Hipp, residente en Sarapiquí, bajo reci– bo. Luego siguieron la marcha hacia esta ciudad, para poner en conocimiento de la Comandancia Ge– neral lo ocurrido. Por orden de ésta salieron en busca de Natzmel', localizándolo en Aserrí el 3 de febrero. Al verlos, se deshizo éste en disculpas, prometiéndoles que con toda seguridad les paga– ría "despues" sus sueldos, pero como ellos no se oonformaran con esa promesa, tan vaga y desalen– tadora, optó por entregarles una carta para el Co– mandante Gral. don José Joaquín Mora, donde re– conocía haber dispuesto de ]a paga de la guarni-
ción. "Yo señor mía, -dice- confieso haber obra· do con una ligereza grande". Da como excusa de su proceder, el encontrarse enfermo, y pide que se mande vender un fusil y un bote de su pertenen– cia en Sarapiquí y todos los demás efectos que po~
seía en casa de don Guillermo Hipp, de la citada localidad, para cubrir 10 por él retenido. (4)
"Yo sé que se saca el doble, triple y también cuádruple de su valor", prosigue en su carta, escri– ta con los defectos propios de quien desconoce la correcta redacción castellana. uSólo mis papales, que se hallan también en casa de Hipp, suplico que so me conserven. Yo quiero pagar hasta el último real, pero en este momento no puedo trabajar, Dios me lo prohibe y me castiga. Muy lepentido estoy haber servido de esta manera, pero cree Bm. Se– ñor, que mucha desgracia también hace englande– cer mi lígel eza, mis intenciones no eran tan malas como parecen".
No sabemos si Natzmer, que por lo visto no to~
maba nada en serio, esperanzó que el Gobierno en esta circunstancia lo tratase con excepcional indul– gencia. Si acaso lo pensó asi, pronto hubo de de– sengañarse, pues la Comandancía General ordenó el 5 de febrero se instruyera contra él la causa corres– pondiente, bajo los cargos de deserción y usurpa– ción del prest de la fuerza que había estado bajo su mando, librándose además la orden de su arres~
too '
Detenido en el cuartel, rindió su indagatoria a las "1 de la mañana del 6, sirviendo como cabeza de proceso su misma carta dirigida a la Comandan– cia. Manifestó ser su edad 24 años, soltero, de nacionalidad prusiana y militar en aquel país. Di– jo en su declaración que ignoraba la causa de su captura y cuando fué pleguntado por el juez ins– tructor "con permiso de qué jefe" se vino de su puesto de San Carlos, negóse a contestar e Igualmen– te cuando se le interrogó si tenía en su poder al– gún papel con la licencia del caso. En resumen, mantúvose en la misma negativo ante todas las de– más preguntas que se le formularon. El juez orde– nó acto seguido, su formal prisión.
Apenas duró pocas hOl'as en ella, pues en la madrugada del siguiente día logró escaparse del cuartel. Al tomarse conocimiento del hecho, el Fis~
cal específico, Dr. don José M~ Castro, se consti– tuyó en el cuarto donde había permanecido el pro~
cesado, encouhando en el local solamente una D1a~
leta que contenía dos sábanas, un paletó a cuadl'os, un paquetito de tabaco (le pelo, un papel con azu– fl'e y una bolsa con seis balas de plomo. Aunque se trató de inquirir si en su evasión fué auxiliado por algunos de sus guardias, nada se puso en claro. Al joven aventurero, Como se comprende, no le fué difíoil ganar la frontera de Nicaragua, siguiendo; hasta Honduras. Hay indicios de que alli trabajó
(71)
This is a SEO version of RC_1967_09_10_N84_85. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »