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dárselo, bien así porque a título de merecidas re· compensas venían a refluir en su propio lustre y beneficio.

El Presidente y la Audiencia Territorial y el Ayuntamiento de Guatemala y el Obispo de Nica– ragua y otras autoridades respetables, solicitaron de] Rey de España, no una vez sino varias, eonce– diese la toga al señor Larreynaga, como a uno de los más acreedores a esta muy noble y rara dis· tinción. Pero si bien fué atendida por el Rey ]a soHcitu(l de tales corporaciones y dignidades, La· rreynaga no llegó a tomar posesión del empleo, por· que a ]a circunstancia de haber disuelto Fernando

VD las Cortes el mismo año de 1814, en que ex. pidió e] referido nombramiento, se unía ]a de que, como ]0 asegura el señor Gómez, a quien seguimos más de cerea en estos cortos estudios, nuestro pero sonaje había entrado ya en el desvío de BUsta– mante a causa de esa propaganda sorda de ]a ter. tulia y de la cátedra que ejercía sin cesar en pro de las ideas de emancipación, que ya comenzaban a alarmar seriamente a nuestros dominadores.

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Electo Dlputdo a Cortes por la Intendencia de Nicaragua y simultáneamente por las Provincias de San Salvador y Quezaltenango, Larrcynaga empren– dió viaje a España,: no sin haber hecho antes una excursióu por los pueblos de Los Altos, a fin de conocer mejol' las necesidades de sus comitentes.

En 1818, hacíase a ]a vela en ]a fragata Desi· rée, y después de una larga y penosa travesia to– caba al fin en las costas europeas.

Después de algún tiempo de permanecer en Burdeos, se dirigió a Madrid, de donde no salió de regreso para América hasta el mes de Marzo de 1821.

En Madrid fué objeto de distinciones y pree~

minencias, y de ello (lan testimonio e] despacho de Intendente hQnorario de Provincia, extendido por el Rey el 28 de Agosto de 1820, y la relación de mé. ritos formada é impresa de orden de la Cámara de Indiasj que los miemblos de la Corte, al conocer personalmente a Larreynaga, dieron pleno asenso a los honrosos atestados que habían dhigido en su fa· vor sus plincipales conterráneos.

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De vuelta de su largo ViaJe, entró a Guatema– la el 15 de Agosto de 1821.

No bien hubo llegado, se hizo cargo de] des– tino de Oidor tercero de ]a Real Audiencia.

Un mes más tarde se unia a Barrundia, Mo]j· na, Valle y demás Uustres patricios para proclamar ]a emancipación pallUca de la América Central. Aunque Larreynaga era sobre todo amigo del estullio, de la paz y del retiro, y vivía siempre muy distante de las agitaciones de los partidos, hasta el punto de que su filosofía llegaba a ser rayana de

cierta censurable indiferencia, no por eso dejó de ser envuelto en el movimiento general de insurrec– ción del 15 de Septiembre, y aun llegó a ser indiw vicluo del Gobierno improvisado aquel gran día, de] cual había de arrancar un moderno sistema que rompiera con las leyes y costumbres encarnadas de antiguo pueblo en un pueblo conquistado. La~rey­

naga seguía la corriente hresistible de la revolu– ción; y ]a seguía menos por debilidad que por pa– trIotismo, que a más de haber contribuido en su esfera de acción a que se desenvolviera moralmen–

te, el triunfo de las nuevas ideas no le traía consi–

go las mismas preeminencias y honores con que le podía tentar su vanidad la Monarquía.

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Lareynaga figuraba luego como Diputado por Sacatepéquez, cuando en mal vacilante hora anexa Guatemala al imperio de Ituibide enviaba sus re– presentantes al Congreso mexicano.

Emprendió su viaje COD varios honorables com– pañeros suyos, en Mayo de 1822, y no volvió a su patria sino hasta fines de 1835

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después de largos trece años de prestar en México servicios eminen– tes en los varios puestos públicos que en aquel país confiaron a su reconocida ilustración.

Después de haber renunciado]a Magistratura

de ]a Audiencia de Guanajuato, aceptó la Regencia de ]a Corte de Oaxaca, y después de algún tiem~

])0 de desempeñar el destinn de Juez de Letras del mismo Estado, y de servir en Chiapas las Cáte– dras de Derecho Canónico y Civil, fue nombrado Asesor Genera] de 1829. Tres años más tarde ese mismo Estado le daba sus votos para representan– te en e] Congreso General d.e México, y un año después ]e distinguía con e] nombramiento de Ma~

gistrado de la Corte Judicial, honroso puesto que abandonó en 1835, para verificar su regreso a Gua– temala.

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Al volver a Guatemala no iba Ciertamente a cambiar de habitudes, llevando en lo sucesivo una vida descansada, como é] lo deseara en razón de ]a necesidad de reposo que sentia su organismo, así trabajado por ]a edad COmo por la constante labor de que dió raro ejemplo, y que hubiera acortado en extremo sus días, a no haber é] sido, al par que laborioso, métódico é intachable de costumbres. Por el contrario, su naturaleza activa y su ele· vada posición social le llamaban nuevamente a los destinos públicos.

Después de algún tiempo de servir las clases de Derecho Público y Economía Política, en ]a Aca– demia de Ciencias fué llamado a ]a Presidencia del Supremo Tribunal de Apelaciones, de] cual se apar– tó más tarde para ir como Diputado al nuevo Es– tado de Los Altos, de cuya Asamblea también fue Presidente, como ]0 hubiera sido de aquella mis– ma Corte de Justicia, si no hubiera renunciado es~

te nuevo destino para volver a Guatema]a. En

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