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No consta que en Honduras revelase señales de vida el sepal'atismo durante el coloniaje.

Por eso el CalJitán General les otorgó generoso perdón, en concepto de leales vasallos

El movimiento de 1814 en el mismo Salvador y los de León y Granada en Nicaragua tuvieron aún menos trascendencia y una razón análoga.

y consta que cuando los alzados en actitud hos– til, se encaminaron hacia la casa del Intendente Gu– tiénez, plincipal sujeto de sus odios, lanzaban en– tusiastas aclamaciones a Fernando VII.

Opta, no obstante, por secundar los propósitos de los partidos de la emancipación.

Según don Manuel Montúfar HGainza no to– mó medidas para plesel var el Reino de una insu– rl ección; tenía recursos y podía contar con todos los Jefes de las provincias, tanto como en el parti– do españolista, a cuya cabeza estaba Valle; pero cierto de que era imposible que Guatemala se con– servase bajo la dependencia española siendo Méxi– co independiente, no oponía sino débiles diques al torrente de la opinión; se manifestaba como un a– gente de España, disputaba los derechos de los ame ricanos a la Independencia; pero sus relaciones más íntimas eran con los independientes y no tomaban medidas para contrariar sus proyectos. Esta inac– ción animó más a los que extendían la opinión: mas a pesar de esto, todo lo que hicieron fué un escri– to para que Gainza mismo proclamase la Indepen– dencia".

Tremenda lucha interior debe haber sostenido Gainza para resolver su actitud. Enormes respon– sabilidades le reataban con el Gobierno de su pa– tria, dadas las altas funciones que a él se habían conferido.

A don Gabino se le había halagado, a cambio de su asentimiento y cooperación por la Indepen– dencia, con proclamársele Jefe Supremo político y militar de la nueva entidad.

Agrega Mont'lifar que recogían firmas pública– mente para presentar ese memorial y que Gainza para cubrir las apariencias, mandó instruir causa contra los independientes que lo comprometían, pe~

ro no obstante ser demasiado conocidos, a ninguno se detuvo.

y decimos relativo, porque el interés por la In– dependencia parece ha'berse circunscrito a los nú– cleos de cierta cultura. El elemento popular, por su atraso, no estaba capacitado para deliberar, ni siquiera para medir en su exacto alcance la tras– cendencia de los hechos en curso.

Salvador en 1811 pero Grito de In-

Costa Rica dió en aquella época fervorosas muestras de adhesión a la Corona. Testimonio de ello fuel'on las aparatosas fiestas celebradas en oca– sión del advenimiento de Fernando VII.

Tuvo únicamente por objeto deponer a las au– toridades peninsulares de entonces, que no eran gratas a los criollos, pero nadie plofirió palabra al– guna contra el Rey ni el Capitán Genelal.

y Cartago que desde la época de la Conquista ostentaba escudo y luego título de "Muy Noble y Leal Ciudad", correspondió a ese honor y lo satis– fizo ampliamnete con su filial sumisión prestada al régimen español en el curso de tres centurias.

El alzamiento popular del podrá llamarse insubordinación, dependencia nunca.

El padre Matías Delgado, el más fogoso dirigen– te de los consphadOl'es, era entonces fel voroso mo– nárquico, como lo demostró poco deslUlés, al ocu– par la Cátedra Saglac1a en el cumpleaños del Rey, lecomendado en su discurso, "obediencia a las Auto– ridades legítimas, la sumisión a sus disposiciones y la confianza en el Gobierno"; conceptos que mere– cieron el elogio oficial del Intendente Peynado, por su "bellísima elocuencia y energía"

La relegada Cenicienta del istmo no sospecha– ba siquiera que en plazo no muy lejano, como la doncella de los cuentos de hadas, vería tlocarse su suerte entrando, no obstante su pequeñez, a formar parte del concierto de las naciones libres, captán– dose en breve la estima de todas por la cordura y laboriosidad de sus habitantes.

Antes, pues, de 1821, no hubo grito de Indepen– dencia en Centro América y quien lo afirme, no podrá exhibir documentos probatorios de su aser– ción.

Fué en ese año y con motivo de haber llegado a fines de marzo las primeras noticias de Chiapas, participando el desconocimiento del dominio español en México y la proclamación del Imperio, que se despertó en Guatemala un relativo entusiasmo por la emancipación política.

Qué le decide? El temor? No. Ya hemos visto que disponía de recursos bastantes para hacer fra– casar un levantamiento.

Bien pudo el día 15 mandar a los patriotas di– rigentes a sus casas o a la cárcel, con 99 probabi– lidades de no encontrar resistencia seria que malo– grase su orden.

Entonces el resultado habría sido o el aplaza– miento de la Independencia por un período de tiem– po que en aquel instante no habría podido prever– se, o la lucha por medio de las armas con todos los males que son secuela inevitable de la guerra.

¿Qué móviles impulsaron, pues, al Capitán Ge– neral accidental para secundar a los patriotas? La vanidad? La ambición? 4

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