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Jerez se alió con Fernando Chamarro y los conserva.lores de Granada, para derrocar al Gral.
Tomás Martinez, que había sido declarado reelecto
para no nuevo período que comprendería del lo. de marzo de 1863, a 1861. Emisarios revolucionarios
eonvinielon en el plan militar. A la invasión de
Jerez por el Norte responderían levantamientos en los puertos del Gran Lago. José Dolores Estrada
para amagar la capital corresponderla C011 un golpe
en I\lasaya obligando de esta manera a Martínez a pelear en varios frentes.
INVASION ARMADA DE JEREZ
CClea de dos mil hombres armados por El Sal–
vador y Honduras siguiclon a Jerez y en Chalute–
ca el 17 de abril de 1863, lanzó su grito de guerra,
penetrando a Nicaragua por Satoea. De conformi–
(lad con lo proyectado, el Va,or San Juan del Gran
T... ago, fué tomado por James Thomas Participó en este asalto el Coronel Manuel Argüello, y Chamorro se puso al frente de los rebeldes. A Estrada no ]e resultó bien la cosa en MnS'ava. y tomados los hilos
de la conspiración desde antes de los acontecimien~
tos, huyó por Jinotepe en donde se hizo dueño de unos cuantos riflos y mal armado, se situó en las Sierras con unos compañeros de lucha. No todos concurrieron a la cita. La mente del revoluciona– rio es como la del exilado, le parece que basta con que se eche al hombro el arma fraticida, para que surjan de momento las columnas de insurgentes y
el país invadido se ponga en pie de guerra. Falsa realidad. Las palabras y las promesas difíoilmen– te responden a los hechos. La conservación de la vida impone reflexiones muy hondas y por mucha que sea la desespelaeión del nacional, la serie de responsabilidades a nuestro cargo lo obligan a re– considerar las medidas e~tremas a que se haya com– prometido.
LA GUERRA DEL 63
El Gobierno de don Nicasio del Castillo se tras– ladó a Granada y I\-Iartínez al mando del ejército entró en León el 27 de abril. La división a cargo del Gral. José Guerrero se sitó adelante de Rota. donde acampaba Martínez. Guerrero no pudo de– tener a Jerez y completamente denotados los Go– biernlstas se reconcenharon a León. La victoria entusiasmó a la
I evolución y el 29 de abril como
a las diez de la mañana hizo un despliegue sobre el barrio de Subtiava, pero los flancos de los lova· sores ya se habían empeñado en ruda. resfriega en San Felipe. Una de las de Jerez retrocedió y cre– yendo que se trataba de una retirada, las otras se replegaron, dejando el campo a Martinez que ases– tó fuertes golpes a los revolucionarios a las tres de la tal'de apuntándose aplastante victoria. Se habló de la traición o cobardía de uno de los lugartenIen– tes de Jerez, pero eso no tenía nada que ver en las consecuencias desastrosas que ese combate determi– nó en el curso de los acontecimientos.
EL EXILIO DE ESTRADA COMENZO EN 63
I\fartínez fué muy hábil después del triunfo de San Felipe. Demostró mucha humanidad y buen trato con los herhlos y prisioneros y en lugar de perseguir a los amiedados soldados (le Jerez, ten– dió la mano a los conservadores de Granada. Lo~
gró cambiar impresiones con Don Pedro Joaquin Chamorro en Masaya y aunque no llegaron a con· clusiones definitivas. fué como un balde de agua fría en los otros frentes. Fernando Chamorro com– plendió lo inútil de la lucha y voluntariamente aban– donó sus posiciones, y pasando por San Carlos pe– netró a Costa Rica. l\lientras tanto el Gral. José Dolores Estrada consiguió llegar a Chontales y en una contramalcha, quiso parapetarse en San Jacin– to que había enaltecido su nombre en la gesta glo– riosa del 14 de septiembre de 1856. Antes de Jiblar bataDa con las fuerzas de Estrada, el Presidente Castillo, por medio de personajes del Conservatis– mo le envió una embajada de paz, ofreciéndole la solución del problema nacional a base de seguri· dades para él y para algunos otros revolucionarios Aceptar esas condiciones era traicionar su propia delicadeza y estimación. Al decir el Presidente que no había garantías p~ra todos. Estrada que era un hombre de integridad y honor, rechazó indignado la propuesta y no temió al ejército de Martínez. Tomando en cuenta que sus efectivos eran muy es– casos y que no podía enfrentarse a las columnas go– biernistas, carente de oportunidad favOlable, aban– donó San Jacinto y ganando el Gran Lago, continuó sus operaciones en la Isla de Ometepe. A pesar de sus reputados conocimientos militares y del arrojo y valentía tIe jóvenes granadinos como José Pasos, Joaquín GÓmez. etc., no resistió el empuje de las fuerzas gobiernistas, en las dos acciones libradas en dicba isla y tuvo que abandonar el suelo nicaragüen~
se, refugiándose en Costa Rica.
Llama la atención este hermoso ge~to de Estra
da. Sus compañeros de armas Jerez y Chamorro habían abandonado el país y aunque las condicio· nes internas, descontento e inconformidad por un nuevo período de Martíllez, podía facilitar el desa– rrollo de guerrillas que mantuvieran al país en un
clima de agitación e intranquilidad, muy propios para el desaIroUo de operaciones militares dé me~
nor escala. Desviado el propósito de fondo de de– rrocar a Martinez, prefirió el exilio al fomento de la anarquía nacional. Así su corazón estuvo síem– pre a la altura del deber ciudadano. En esta oca~
sión se unieron las vibraciones todas de su alma, con la cordura del más alto equilibrio mental, y
pensando solo en la Patria, cortó de un tajo sus an· danzas revolucionarias para entregarse de lleno a la vida privada, acallando la pena del ostracismo con las durezas de las labores del campo. José Do~
lores Estrada licenció a sus compañeros de armas y el solo se fué domiciliar en Costa Rica.
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