Page 151 - RC_1967_09_10_N84_85

This is a SEO version of RC_1967_09_10_N84_85. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »

sa acción de San Jacinto, para hacer un reconocl~

miento en el lugar de las operaciones del encuentro anterior y se dió cuenta que el enemigo en mayor número volvía a la carga. Avisó a Martínez para

que estuviera alerta, pidiendo autorización para en~

frentarse Con el fin de demorar el avance. Se le ordenó que se reconcentrara a Masaya, tomando en

cuenta que aquella acción de unos pocos contra un

ejército ela suicidio. Estrada en defensa de su Pa– tria a cada momento reclamaba sacrificio import.án~

dole poco la vida o la invalidez física. Había con– tribuido como el mejor en la acción militar de San Jacinto y aquellos quebranto~ no le parecían sufj~

cientes. Quería dar más, sacar de sus escuálidas fuerzas mayor tributo, para seguir como siempre el primero en el peligro y en la dificultad. "¿Qué más puede ofrecer el mejor de los hombres?".

ESTRADA PERSIGUE A LOS FILIBUSTEROS

Después de tres dias de sangrientos combates en las calles de Masaya, el 18, Martínez, ZavaJa y

Estrada, quisieron sacar a Walker de la población obligándolo a pelear a fuerza para salvar las edi– ficaciones que eran pasto de las llamas, pero no lo consiguieron. Walker desesperado hizo trincheras de las iglesias y de los más sólidos edificios, hasta que convencido, que Masaya era una plaza fuerte en manos de los Aliados, decidió abandonarla, en la madrugada del 19, 'emprendiendo la retirada

COD muestras singulares de prudente y silenciosa estrategia militar. Estrada y sus inseparables com.: pañeros Martínez y Zavala los persiguieron, pero no pudieron darles alcance. Walker en Granada ese mismo día 19, entregó el Comando de las fuer~

zas de Granada al General Henningsen, retirándose a los barcos del Lago.

ESTRADA ENFERMA EN MASAYA

Al recibir HemLingsen la J'efatura de las (uer~

zas filibusteras dió comien'L.() a su obra de destruc– ción de la ciudad (le GraDada. Quería dar una lec~

ción ejemplar que sembrara pánico no sólo a Nica– ragua, sino que sirviera de eseal miento en toda la América Central.

El incendio de Granada comenzó el 22 de No–

viembre y no fué sino hasta el 24 que los Aliados entraron a Granada, dando principio al sitio que se prolongó basta el 13 de Diciembre. Durante estos días se combatió fieramente dentro de la población. Actos de heroísmo sin límites se registraron y si los bucaneros se defendieron con singular coraje, no {ué de menos tampoco la obstinación y denuedo de las fuerzas atacantes, que como era de esperarse tu~

vieron el mayor número de bajas.

La historia ha recogido muchos nombres de Je~

fes y soldados que se enfrentaron valientemente. Es de suponerse que el Coronel José Dolores Estra– da que peleaba al lado de Martínez haya tomado parte también en esos hechos sangrientos, pero DO

aparece citado en ninguno de los encuentros. Has– ta he llegado a llensaf que obedeciendo órdenes de

Martínez se haya quedado en Masay3. en el desem· ¡leño de alguna misión.

No es sino hasta en abril de 1.857, es decir unos setenta días después de haber sido expulsado \Val· ker de Granada, cuando se encontraba fortificado en Rivas y la Línea del Tránsito, que se vuelve a ha–

blar de Estrada.

El Coronel Ittartínez se habia qucllado en Gra– nada removiendo escombros, at~ndiendo las necesi– dades más urgentes en aquella desgraciada pobla– ción, y reorganizando las filas de sus golpeadas fuer– zas, cuando recibió llamada urgente de Mora, que pasara a Rivas, para que cooperara en el ataque ge– neral que se había pla.neado contra Walker. Para que hiciera sus veces en Granada, llamó al Coronel José Dolores Estrada, que se encontraba en l\fasaya, convaleciendo de ciertas dolencias que lo habían incapacitado físicamente. Es de presumírse que de– bido a los quebrantos de salud, Estrada se privó de

concurrir a ]a sangrienta cita de Granada. Y así lo

dice Jerónimo Férez en sus Memorias en la pági–

na 587:

fiLa principal dificultad que a Martínez se pI'e–

sentaba era el dejar a Granada en estado de que no pudiesen ocuparla los empleados del Gobierno Provisorio, a cuyo fin llamó al Coronel Estrada, que estaba retirado por enfermedad, desde el ataque de Walker a Masaya, a quien dejó una guarnición com– petente para Ilacerse respetable en todo caso".

DESPUES DEL INCENDIO Y DESTRUCCION DE GRANADA

Estrada dejó su lecho de enfermo y tomó el mando de Granada, procurando los recursos que se pudieran sacar de la gran tragedia. No fué fácil la

misión encomendada. Granada no tenía que dar, y

si mucho que pedir. Solo ocho casas quedaron en pie y las familias había.n huido a los montes y al–

turas vecinas. Solo ruinas, miseria y calamidad era lo que radeaba en la otrora floreciente ciudad de

Granada.

José Dolores Estrada procuró consuelo a los afligidos, y les pidió un nuevo saelificio para que se enflentaran al odiado invasor, y expulsarlo defi– nitivamente del suelo patrio. Dolorosos y terribles fueron los encontronazos de los Aliados contra los filibusteu)s durante el mes de abril. Ello. de Ma– yo capituló ante el capitán americano Davis de la Santa Malía, y por fin Nicaragua y todo Centro América pudo lespirar tranquilo. 'Valker había abandonado nuestras playas. Ya los invasores no impondrían más sufrimientos a los acongojados hi– jos del país. Tanta sangre y sacrificio había sido coronada con benéficos resultados. Se había dado fin a una gloriosa jornada, pero lo más difícil esta– ba de por medio. Se tenía que contemplar la reor~

(21)

Page 151 - RC_1967_09_10_N84_85

This is a SEO version of RC_1967_09_10_N84_85. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »