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que nos recibieron con un fuego de rifle bastante vivo y algunos tiros de cañón, lo que nos abligó a variar de plan, porque ellos estaban en las casas donde habían abierto claraboyas. El fuego comen– zó a las dos de la tarde, y poco a poco fuimos dCM salojándolos

J

hasta dejarlos reducidos al principal y

a la casa de aItos en que antes vivía V,ralker. La

que ahora habita, que está en la esquina de la pla~

za, la tomamos también. A las nueve de la noche, el fuego continuaba con bastante actividad; pero te– mía yo que Walker volviera de Masaya sobre la pla~

za, y nos cogiera ya sin parque, porque casi se me había concluído. Con este motivo dejé unos pocos soldados con sus oficiales en los puntos que tenía– mos ocupados, con la orden de hacer un fuego pau– sado, y yo fuí con el resto de la fuerza a situarme a JaIteva para tratar de impedir el paso a Walker. Ayer temprano unos dragones que mandé a inspec– cionar el campo, me trajeron el parte de que ve– nía el enemigo en número considerable, y me pre– paré para recibh'lo con mi tropa, redu~ida, escasa de parque e inferior en número a la de Walker. Después de media hora de combate en campo raso, sin más que un pedazo de monte aIto que en alguM nas partes nos cubría los unos a los otros, nos vimos obligados a ceder el paso, emprendiendo nuestra marcha bacia este pueblo aunque en buen orden y haciendo alto en algunos lugares elevados. Encon–

tI é en el camino el parque que la noche antes ha– bía pedido, y en el momento municioné a mis sol– dados e hicimos una parada de una hora para que descansaran, porque bien lo necesitábamos todos; Hemos tenido algunos muertos entre oficiales y sol– dados; pero no puedo puntualizar el número hasta ahora, porque aun están viniendo muchos que se habían extraviado, desapareciendo antenoche en Jalteva, cuando se vieron sin parque. lLos oficiales muertos son el capitán Allende, el subteniente Ca~

rranza y el de igual gr&do Manuel Gil. Tengo aquí reunidos, con inclusión de enfermos y lleridos, 240

hombres; es decir que me faltan cerca de 100; pe– ro ya digo que estan viniendo algunos, y a Masa– ya sé que también han llegado otlos, y los tengo pe– didos al general Belloso. Tuvimos el sentimiento de dejar los cañoncitos, después que nos sirvieron de mucho, plincipalmente uno de ellos, porque el otro se lompió en los pl'imel'Os tiros al atacar la pla– za. Con el otro hizo el teniente corolle1 Von Op–

plen mucho estrago al enelnigo, tanto en la plaza como en la columna de \Vallter, ayer en Jalteva. En la plaza quedalon muchos muertos de ellos y al~

gunos jefes. Ayer fusilamos aquí un coronel cuba~

no, el brazo derecho de WalI{er; él aseguró que és– te había ido con más de 1000 hombres sobre Masa– ya; de modo que ayer, por muchos muertos, heri– dos y dispersos que haya tenido, entró con 700 hom~

bres.

"Soy de V.S. con toda consideración atento y segulo servidor. (F) J. Víctor Zavala".

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ESTRADA COMBATE EN MASAYA

Walker refiere que las pérdidas filibusteras en los combates de Granada y Masaya, fueron de ochen– ta y cinco heridos y un poco más de ciento veinte muertos y los: Aliados por otra parte asegUlan que no bajaron de 300 entre m"nertvs y heridos. Mon– t1.1far al analizar a fondo las opelaciones militales realizadas en Granada por Estrada y Zavala, llega a la conclusióll, que pal a honra de la verdad con– viene decir que el descalabro que sufrieron los alia~

dos, no provino de cobardía de guatemaltecos y niM caragüensinos.

El Coronel José Dolores Estrada desde que es– taba en Masaya, le escribió al Coronel Tomás MartíM nez que se encontraba en preparativos militares en Matagalpa que con carácter de urgencia cooperara en las tropas Aliadas al Mando del Ejército del Se– tention Atendiendo ese llamamiento, Martínez con– currió con 800 hombres. Sabedor de esto Estrada,

en compañía de la División Guatemalteca que CO"–

mandaba el Coronel José Víctor Zavala, fueron a

Masaya a saludar a Maltínez, y los tres Jefes Mili– tares cordializaron en giado tal, que juntos conti– nuaron en el resto de la campaña. Días después se trasladaron a Niquinobomo para gozar de mejor cli– ma y regresaron a Masaya, como pOI el 13 de N 0–

viembre.

Walker bacía preparativos para atacar nueva– mente Masaya. En esos días había recibido un grue– so contingente de hombres y pertrechos, y más que' eso, tenía en sus filas a un militar que valía por todo un consejo de oficiales Era nada menos que el Coronel Carlos Federico Henningsen, quizás uno de los hombres mejor experimentados en la difícil ciencia de la guerra, que ha pasado por estas tie– rras. Henningsen no entendía de la defensa sino del ataque y de la agresividad fiera y tenaz.

Los salvadoreños de Belloso, los nicaragüenses de Martínez, y los Guatemaltecos de Zavala y CaM brera, ascendían a unos 3.100 hombres, en la tarde del 15 de Noviembre de 1856, horas antes del ataR que general nuevamente emprendido por Walker. En número que oscila entre 700 y 800 los bucaneros llegaron a las proximhlades de Masaya. Martínez, Zavala y Estrada concibieron la bIea de librar una lucha campal, para evitar la batalla dentro de la población. BelloBo no era de esa opinión pero no se opuso. Fueron al encuentro de los filibusteros, y al tomar las armas sufrieron gravísima confusión. El parque de unos no se adaptaba a los fusiles de los otros. Al no dar fuego sembróse el mayor des– concierto. Cedieron el pase a los filibustelos y en– traron a Masaya. En las horas de la noche retro R cediel'on a las huestes vecinas.

Al siguiente día 16, el Coronel José Dolores Estrada se ofreció con un grupo de voluntarios, muchos de ellos, compañeros de armas en la glorio-

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