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« Previous Page Table of Contents Next Page »EJECUCION DEL FILIBUSTERO LAINE
Un destacamento Aliado en el desbande tomó el camino de La Diligencia que conduce de Grana– da a Masaya y observando que venía un grupo de filibusteros en sentido contrario, tendieron una em– boscada cayendo entre los prisioneros el filibustero cubano, Francisco Alejandro Laine, ayudante perso–
nal de 'Valker. El Coronel Tomás A. Fisher, fili–
bustero que logró escapar, escondido tras unos ár– boles le tocó presenciar una espantosa escena. La soldadesca de los Aliados sin vacilación alguna to– maron a Lainc, lo amarraron contra un palo de nance y acto seguido lo fusilaron. Contaba el mis– mo Fisher al rendir 'Su espeluznante informe a Wal– ker, que Laine antes de ser fusilado, gritó a pulmón
lleno: "LOS HOMBRES MUEREN, PERO LAS IDEAS QUEDAN".
LAS NEGRAS EMBESTIDAS DE WALKER
Una vez que WalIter logró restablecer la calma
en Granada, después de los ataques de Zavala y Es– trada, Fisher hizo el relato de lo acontecido, y la muerte de Lain~. El filibustero rugió como una fiera. Al cubano lo consideraban un buen pelea– dor y gozaba de simpatía entre la Falange. Se pa– seaba en el corredor de la casa de Vega, lanzando duras impr~caciones. En ese Diomento alguien le acordó que en el Cuartel de San Francisco estaban dos importantes prisionel'os guatemaltecos, Jos Ofi– ciales Valderrama y Allende, y pensó inmediata~
mente en la venganza. La sangre de Laine a su juicio no podía quedarse así no más, y dió la or– den de ejecutar a los dos guatemaltecos. Recien– temente habían sido tomados prisíoneros y a los fi–
libusteros les agradaba tener entre sus redes a hom– bres valientes que la misma cárcel la habían con– vel'tido en un sitio de distracción y de recreo. Oi– gamos a un testigo presencial, como hace el relato de este triste pasaje, que pone de manifiesto dos cosas: las durezas de la pelea de aquellos tiempos y el heroísmo de dos Centroamericanos.
De la traducción de unos párrafos de Carsan, consta lo siguiente:
HEROISMO CENTROAMERICANO
HEn toda mi vida nada me ha emocionado más que este tristísimo suceso. El Coronel Valderrama y el Capitán Allende oficiales del ejército guatemal– teco pl'Ísioneros bajo nuestra vigilancía, eran caba– lleros de superior altura, indudablemente acaudala– dos y de modales corteses y delicados. Allende aunque oriundo de Guatemala tenía nexos de san~
gre con el prócer mexicano Ignacio Allende. La impecable corrección de ambos prisioneros había g3:uado la buena voluntad de los que custudiában– los, al grado de que detenidos y carceleros, canta w ban y bailaban juntos. • . .
HCuando el General expidió la orden de ejecu– tarlos, ardieron nuestros corazones y todos nosotros derramábamos lágrimas oprimidos por el dolor".
HEn la solemnidad del momento supl'emo, am– bos oficiales consel'val'On valor y serenidad imperw turbables. Llevados al banquillo colocado cerca del muro oriental del convento de San Francisco rehuw saron sentarse; y de pies, con postura y traza bizaM rra, sin permiiil' que les ciñeran los ojos aspirando el humo de sendos cigarros, fijas las miradas en las bocas de los fusiles, que a sus corazones almn– taban, solamente doblaron la cerviz después de la descarga".
Años después el padre Rosa, testigo presencial del drama, conveIsaba en el hotel HSan Carlos" de New Olleans con varios amigos, e hizo la evocación del sacrificio de los militares, guatemaltecos con quienes él también había pasa~o horas de solaz Ponderó la sangre fría e impavidez de las víctimas en el patíbulo, sobre todo el rasgo gallardo al acer" carse al banquillo fatal: a la excitativa del oficial John Pierc.e, empeñado en que se sentaran y se dew jaran cubrir los ojos con un lienzo o pañuelo de seda que él les ofrecía, ellos negáronse de manera rotunda, y Allende sonriendo decía a sus compañe– ros:
"Bien merece la muel'te que nosotros la reci w bamos de pies, sin venda, pues es una dama y sería descortesía que no la miráramos".
ESTRADA LUCHA CONTRA LOS FILIBUSTEROS EN LAS CALLES DE GRANADA
Por los detalles de ínterés histórico de este sanM griento encuentro librado en Granada por los Co– roneles José Dolores Esh'ada y Víctor Zavala in– sertamos el Parte Oficial que dice:
HSeñor general don Mariano- Paredes. Dirio– mo, octubre 14 de 1856. Como lo anuncié a U. S. en mi última del 11 por la mañana, tan luego CO w mo me persuadí, a la madrugada del 12, de que la plaza de Masaya estaba ataeada, me puse en mar– cha sobre ella, a tomar la retaguardia del enemigo; pero habiendo sido informado en Diriá de que ya se oía el fuego en retirada, contramarché apresura– damente, para tomar el camino que de Diriomo con– duce al que va de Granada a Masaya, calculando que si continuaba por el que llevaba, ya llegaría
lllUY tarde. Llegué pues, a la una del día al caM mino de Granada a Masaya, ya en los arrabales de la primera ciudad; es decir, de Granada; y habien– do sido informado de que solo había 200 hombres guardando aquella plaza, me pareciÓ más conve· niente ocuparla inmediatamente, para apoderarme del principal y de los almacenes de municiones. Des– graciadamente, en los momentos de llegar nos cayó un aguacero muy fuerte, de resultas del cual fué lJreciso detenelIlos en Jalteva, y el enemigo tuvo noticia de nuesba llegada. Mi intención era entrar al trote en la plaza, a ocupar los cuarteles, habien· do convenido con el coronel Estrada en que él, con su sección, entraría por una calle y yo por otra; pelo no 110s fué posible poner esto en práctica, porw
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