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« Previous Page Table of Contents Next Page »Ilaciones en Granada por el ataque de San Jacinto y no volvió nunca al deesmpeño del cargo en el cual se había iniciado tan bien algunas semanas antes.
La retirada de los voluntarios de San Jacinto fué irregular y desornada, y en soldados como los que tenía McDona!do en Tipitapa, la llegada de los derrotados causó un efecto alarmante. Fué tal el pánico que destruyeron el puente del río para que no lo aprovechase el enemigo que aguardaban; pero éste no apareció y la alarma se fué calmamlo pau– latinamente. Sin embargo, la noticia de la defen– sa de San Jacinto alentó mucho a los Aliados, y a poco de haber llegado éstos a León, Belloso, a ins– tancias de algunos de los más resueltos de sus ofi– ciales, decidió avanzar sobre Granada.
AVANCE DE ESTRADA
En los últimos días de septiembre la columna comandada por el Coronel José Dolores Estrada, en– tró triunfante a Managua. Se unió a la tropa leo– nesa recibiendo órdenes del Alto Mando Aliado de ocupar Masaya. Esta Plaza estaba en poder de los filibusteros, pero no fué defendida por ellos. La retirada sin disparar un solo tiro, ha sido muy cri– ticada. Masaya está poseída de defensas naturales por el Norte, que brindan condiciones y circunstan– cias para entretener ejércitos. Walker desorientado por el avance de los Aliados ordenó una reconcen~
tración general a Granada, para estar más cerca de la Línea del Tránsito, perdiendo oportunidades de someter a las tropas centro americanas a operacio– nes de desgaste. Muy tarde lo comprendió, pero co~
mo no es lo mismo atacar que defender, sus planes le resultaron perjudiciales.
Situados los Aliados en Masaya, bien sea por la aglomeración, descuido de la higiene, o por otras circunstancias, las enfermedades se desarrollaron causando serias bajas. El Gral. guatemalteco José Victor Zavala, se preocupó demasiado y tanto por descongestionar la Plaza, como por elegir un lugar más fresco, en compañía de la columna victoriosa de San Jacinto, se trasladó con 800 hombres del ejér~
cito guatemalteco a las alturas de Catarina y Diria. Zavala y Estrada jefearon ese ejército, para tenerlo listo en un ataque combinado al reducto filibuste– ro, que lo era la ciudad de Glanada.
WAlKER ATACA A MASAYA
ESTRADA Y ZAVALA MARCHAN
SOBRE GRANADA
Las noticias que diariamente recibía Walker eran alarmantes. Momento a momento se aglome– raban más soldados en Masaya y al tener conoci– miento que una parte del ejército guatemalteco, se había desligado decidió realizar un ataque de sor
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presa a Masaya En las horas de la mañana del 11 de Octubre de 1.856 movilizó a 800 de sus fuerzas y al caer la noche tomó posiciones en los alrede..
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dores de esa ciudad. El mando en general de los Aliados corría de cuenta de BelIoso. La defensa del lado de Monimbó le correspondió a Jerez. Este flanco fué el que atacó con toda violencia la tropa filibustera. La lucha fué enconada. La pelea se dió comienzo en la madrugada del 12, y a pesar de la bravura y serenidad de la columna leonesa hubo que ceder y Walker se metió a Masaya. Bien sea porque se oyera hasta las alturas donde estaba si– tuado Zavala y Estrada, o porque intentaran un ata– que preliminr a los filibusteros acantonados en Gra– nada, que los dos Jefes dispusieron l'ealizar una ex– ploración. En el camino tuviCl on referencias del ataque a Masaya y de la derrota de los filibusteros. Deseosos de hacerla más aplastante dispusieron apos– tarse en un lugar estratégico de los alrededores de la ciudad oriental, para caer sobre ellos y agrandar la derrota. Esperaron inútilmente, Walker no apa– recIO. Comprendiendo q~e Granada estaba mal de– fendida acordaron atacarla y lo hicieron con tal im~
petu, que las fuerzas extranjeras del poniente, tuvie– ron que replegarse a la Plaza Central. La marcha exitosa los hizo perder (le pronto la serenidad y lo– cos de contento se echaron por las calles de Grana– da, entregándose a la devastación de la propiedad y al saqueo de los establecimientos comerciales. Relajada la disciplina, los soldados se emborracha– ron. Cometieron repugnantes hecllns criminosos y Zavala y Estrada, no pmlieron controlar los desa– fueros y desmanes de sus hombres. Walker en sus Memorias da una detallada 1 elación de las atrocida– des enzañadas contra la población civil, sin tomar en cuenta también, que a la hOla del encuentro no hubo un solo extranjero que no corl'iera a empuñar el arma en defensa de la ti opa filibustera. Los mismos enfermos del Hospital saItaron de sus le– chos para tomar su puesto y disparar sobre los sol– dados de Zavala y Estrada. Ese 13 de octubl'e rué tremendo en las calles de Granada. Penetraron a la propia casa donde vivía Walker y pasaron por las habitaciones particulares del Ministro Filibuste– ro Wheeler. Para reflexiones de la misma historia. puntualizamos que un año antes, en esa idéntica fe– cha, Walker entró a Granada, sometiéndola a su fuerza en un certero golpe de audacia.
Informado Walker de lo que acontecía en Gra– nada, abandonó de pronto su ataque a Masaya, y emprendió el viaje para socorrer a los suyos. Za– vala y Estrada lo esperaron en JaUeva y se libró un encuentro casi cuerpo a cuerpo. Más sangre se derramó, pero el coraje y la ferocidad combativa de los filibusteros, obligaron a los Aliados a deso– cupar Granada, quedando más de un soldado ebrio en las calles de la ciudad. Al caer en lUanos de los filibusteros, fueron fusilados inmediatamente, sin forma ni figura de juicio.
Zavala y Estrada, hubieron podido dominar la situación arrebatándole a Walker el centro de sus operaciones, pero el desorden que reinó en las fi·
las atacantes malogró el é;x.ito de las operaciones.
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