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« Previous Page Table of Contents Next Page »so de nuestros oficiales y Soldados que nada han dejado que desear. A la sombra del humo hicie– ron su fuga, que se las hizo más veloz el siempre distinguido capitán don Bartolo Sandoval, que con el recomendable teniente don Miguel Vélez y otros infantes, los persiguieron, nlontados en las mismas bestias les habian avanzado, hasta de aquel lado
de San Ildefonso, más <le 4 leguas distante de este
cantón~
En el camino les hicieron nueve muertos, fue– ra de diez y ocho que aquí dejaron, de suerte que la pérdida de ellos ha sido de 27 inuertos, fuera de heridos, según las huellas de sangre que por varias direcciones se han observado. Se les tomaron, ade–
más, 20 bestias, entl e ellas algunas bien aperadas,
y otras muertas que quedaron; 25 pistolas de cilin– dro, y hasta ahora 5e llan recogido 32 rifles, 47 pa–
rad-as, fUera de buenas chamarras de color, una
buena calla, sombreros, gorras y varios papeles que
se remiten. En la lista que le incluyo, constan Jos muertos y heridos que tuvimos, lo cual es bien po· co para el descalabro que ellos sufrieron, sobre el que daré un parte circunstanciado cuando mejor se haya registrado el campo. Sin embalgo de la reco– mendación general que todos merecen, debo hacer especialmente la del capitán graduado don Libera10
Cisne, Teniente don José Ciero, don Miguel VéJez,
don Alejandro Eva, don Adán Solís y don 'Manuel
l\larenco, que, aún después de herido, pennan~ció
en sn punto, sosteniéndolo; y la del Subteniente don Juan Fonseca y Sargentos primeros Macedonio Gar– cía, Francisc,o Estrada, Vicente VijiI, Catarino Ro~
drÍgllez y Manuel Paredes; cabos primeros, Julián Artola y Faustino Salmerón, y soldados Basilio Le– zama y Espiridión Galeno. Se hizo igualmente muy
recomendable el JUUY valiente sargento primero An–
drés Castro, quien, por falfarle fuego a su ealabina, votó a pedradas a un americano que de atrevido se saltó la trinchera para recibir su muerte. Yo
me congratulo al participar al Sr. General, el triun–
fo adquirido en este día sobre los aventureros; y felicito por su medio al Supremo Gobierno por el nuevo lustre de sus armas siempre triunfadoras. J.
D Estrada. Conforme León, septiembre 22 de 1856. Baca. Aquí un sello que dice: UEstado de Nicara– gua". Ministro de la Guerra del Supremo Gobier–
no.
Versión de Alejandro Eva
LA BATALLA DE SAN JACINTO CONTADA
POR UNO DE SUS PROTAGONISTAS
COMO ERA LA CASA HACIENDA
DE SAN JACINTO
En los primeros días del mes de septiembre de 1856, una columna de 160 llombres, pésimamente
armados de fusiles antiguos de peine, hambrientos, casi desnudos, al mando del Coronel Don J Dolo– res Estrada, ocupaba la hacienda "San Jacinto" de don Miguel Bolaños, en el Departamento de Grana-
. da, con objeto de próporcionarse víveres y descan– sar de las fatigas de una ruda campaña.
Esta pequeña fuerza estaba dividida en tres
compañías ligeras comandadas pOI lo.s Capitanes Cisne, Francisco Sacasa y Francisco de Dios Avilés~
La casa de la hacienda era grande, de teja y
con dos corredores, estaba ubicada en el centro de
un extensísimo llano, y solamente a retaguardia de
la casa, cOmo a 100 varas, había un pequeño bos– quecillo.
Inmediatamente se puso la casa en estado de defensa, claraboyando las paredes del lado de los
corredores, y con la madera de dos corrales que se
desbarataron formamos un círculo de trincheras.
LA ESCARAMUZA DEL 5 DE SEPTIEMBRE
Tres días después de nuestra negada, 60 jine– tes yankees, de las mejores fuerzas del audaz aven~
turero WiUiam Walker, se acerealon a practicar un reconocimiento del cual resultó una pequeña esca– ramuza en que murió un cabo, Justo Rocha, de los nuestros y un filibustero, el mismo que mató a éste,
y que según confiesa Walker en su "Guerra de Ni– caragua", fué el Capitán .Jal'vis
EL ALBA DEL 14
Al a'!llanecer del 14 tomábamos un frugal de– sayuno, cuando Salmerón, espía nuestro, llegó a es– cape al campamento participando que el enemigo, en número de 300 hombres, se aproximaba por el Sur. En el acto el Coronel Estrada dispuso que S04
lamente quedase en el interior de la casa una escua– dra que comandaba el Teniente D. Miguel Vélez,
y que el resto de la tropa ocupase la linea exterior. Hízose aSÍ, y en esa disposición esperamos, con or– den de no hacer fuego sino hasta que los agresores
estuviesen So. tiro de pistola.
JEFES Y OFICIALES AMERICANOS PELEARON DE CHALECO Y LEVITA
A las 7 a.m. divisamos al enemi¡;o como a 2000
varas de distancia; marchaba a discresión y no traía cabalgaduras. Los Jefes y Oficiales vestían de pai– sano: levita, pantalón, chaleCO, y sombr~ros negros:
algunos portaban espada y revólv~r, y otros, rifles; y la tropa iba uniformada con pantalón y camisa de lana negros sombreros del nlÍsmo color e iban armados de rifles HSharp" y UNegritos n
: hicieron
~Ito a tiro de fusil y se destacaron en tres colum– nas paralelas de 100 hombres cada una.
Cuando estuvieron a una distancia conveniente, rompimos el fuego. Al recibir la descarga, en vez de vacilar se lanzaron impetuosamente sobre las trincheras: una columna atacó de frente, otra por la izquierda y la última por la derecha. Todas fue– ron rechazadas por tres veces; y hasta el 40. asalto
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