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lares y fácilmente consigulO que se organizara en Granada un movimiento envolvente contra los asarn– bleistas. Líderes de barrio tomaron posiciones de los principales Jugares de la ciudad.

REACCION ARGUELLlSTA

Don Miguel Cuadra fué nombrado Ministro en

el Gobierno de Pineda y comenzaron a laborar en abierta oposición a la Jefatura de ArgüeIlo que re– sidía en León. Intranquila y agitada la ciudad de

Granada, no se le veía buen augurio al Mandata~

rio Provisional Pineda. Tan Liberal y Argüellista era León como Granada y ese ambiente asfixiaba

a los adversarios de ArgüeIlo. Después de unos po~

cos meses el Ejecutivo de Granada resolvió el 26

de Febrero de 1.827, visitar Masaya. Se rodeó de unos cuantos soldados y encompañía de los Consti~

tuyentes, emprendieron la marcha. En los preti– les de JaUeva, los estaban esperando los Argüellis~

tas armados y en el momento más impensado, ca~

yeron repentinamente obligándolos a huir en va– riadas direcciones. Comandaba a los asaltantes 10~

sé Trinidad Castillo, y tanto por su posición, como por que los partidarios de Pineda, iban a campo raso, muchos de ellos se rindieron desde los prime– ros tiros. Uno de los hombres que participó en este asalto fué el sargento José Dolores Estrada que hizo gala de su ardor por la causa liberal. Te– nía 35 años de edad y las llamaradas de su juven~

tud 10 llevaban a entusiasmos que no reparaban en la violencia misma. Las ideas liberales las defen– día en todo terreno, en la lucha cívica y en la con–

tiend~ armada. Así se explica como haya tomado el rifle con deeisión y coraje, en momentos que creía que peligra'ban sus ideales, amenazados por el Gobierno de Pineda. Los Argüellistas desataron una persecución contra el infortunado Gobernante, y un día de tantos cayó en manos de estos, que también dieron con el escondite del Ministro Cua~

dra. Los dos fueron hechos pI isioneros y puestos en lugar seguro. Destacado de León para condu– cir a los cautivos fueron los Oficiales Sebastián Go– yena y José Osejo y cumplieron su cometido. Los dos personajes esperaron confiados en el proceso que se les iba a instruir. Vano empeño. En la misma noche los centinelas dieron l>aso a un tene– broso individuo del bajo mundo de la delincuencia y clavó su afilado cuchillo en los sitios más no~

bies de las ilustres víctimas. Luis Blanco que es el nombre del criminal, ha pasado a la historia de– formando y achatando a los hombres que armaron su mano perversa.

LAS LUCHAS SANGRIENTAS DEL PASADO

Los sangrientos episodios que se desarrollaron en Nicaragua por dolorosa contienda entre los dos caudillos: Cerda y Argüello, entristecen y achican los más fuertes espíritus. Las atrocidades de uno y

otro bando alejaron de los hogares, la tranquilidad y el sosiego. Los graves daños a las personas re– percutieron también en la propiedad privada, re– sultando una desgracia total.

No Se puede decir a ciencia cierta cual de las dos facciones cometieron mayores ah'opellos y de– rramó más sangre. Los odios entre la misma fami– lia son más fuertes y dado el primer mal paso, las pasiones desbordadas se encargan de poner el resto. En la lucha desesperada, uno de los dos Jefes cayó primero. Manuel Antonio de la Celda se hundió en el cadalso levantado en su contra, la tarde del sábado 29 de Noviembre de 1.828. La tierra riven~

se recibió su sangre y su martirio.

IV

EL CULTIVO DE LA TIERRA

Después de estos desgraciados sucesos, José Dolores Estrada se trasladó definitivamente a Ma– nagua. Se cree que desde un principio vivió en una casita que hace muchos años quedaba frente al Hotel Lupone. El amor a la tierra lo Ilevó a las tareas del campo. El'a un joven de treinta y

seis años y no se había decidido por la vida conyu– gal. Dedicado por entero al cuido de sus herma– nas, constituían todos sus efectos. Fuera de eso, dos amigos Juan María Solís y José María Avilés, ce~

raban el círculo de sus amistades. Eran dos per~

sonas caracterizadas que tenían modalidades más o menos iguales a las de Estrada. De una seriedad que llegaba a la rig~dez, firmeza de temperamento, juicios reservados y resoluciones propias, aceradas e irreductibles, detel'minaban una triniclad de hom– bres hechos de una sola pieza. Se distinguieron por su prudencia y dedieación al habajo y extre– mada sujección a las cuestiones de honor.

Así discurrían sus días cuando Nicaragua se volvió ~ intranquilizar y Estrada tomó parte en los acontecimientos revolucionarios al lado del caudi– llo militar Bernabé Somoza que culminaron en el año de 1.849. Nuevamente volvió a su hacienda "Las Delicias", próxima a la ciudad de Managua, que por un tiempo fué propiedad de don Carlos Báez.

PROYECTASE HACER DE LEON LA CAPITAL DE NICARAGUA

La personalidad tanto social como política de Estrada adquirió singular impOl taneia por estos años. Cuenta el historiador Ortega Arancibia, que León firme en sus propósitos de hacer de su ciu– dad, la Sede de los Poderes Públicos, por medio del Diputado Dr. Rosalío Cortés se encargó de presen~

tal' a la Cámara un proyecto de ley que declarase legalmente a León, Capital de la República.

"Fundaban su pretensión en los elementos de todo género que había en León, para la residencia de los Supremos Poderes. Hombres sabios y Com– petentes, población numerosa, sociedad culta y ca– pitalistas fuerteS de aquel tiempo, edificios públi– cos, para los Poderes legislativo, ejecutivo y judi– cial, y alojamiento de la fuerza militar, buenas bi-

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