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a
llares de luchadores a través de años en las distin
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tas Provincias Americanas.
Quebrantos, dolores y prisiones muchos de eUas cruentas, tuvieron que soportar los que se enfrenta– ron a los desmanes y abusos de los peninsulares. Los nombres de esos patriotas en la mayoría de los casos, la historia misma no los recogió. A unos pocos se les ha hecho justicia y de manera desali– ñada. El proceso es ¡largo y accidentado. Los americanos luehaion en plena llanura y los márti– reS de la gran causa dieron todo lo que tenían. Mu– jeres se sumaron entusiasmadas e inspiraron y ani– maron a los hombres para que no desmayaran. Ellas participaron de las tristezas del pasado y asumieron responsabilidades en las conspiraciones libertarias de la vida colonial: dolorosa y sufrida. La fuerza bl uta se desenfrenó por estas tierras Centro Ame– ricanas y las protestas y gritos de liberación se apa· gaban ante los duros sometimientos del rigor. As· guea la fuerza cuando se echa contra la debilidad, la indefensión y el entumecimiento del de abajo.
En cambio que hermosa que resulta cuando sirve para amparar la justicia, el hónor y la libertad de Jos pueblos.
Las protestas y los reclamos en Nicaragua se iniciaron en el año de 1.692. Fueron los poblado. res de Sébaco los que se levantaron contra el endu· tecido Gobernador Gabriel Rodríguez Bravo de Ho· yos. Ese fué el primer grito de Independencia qUe repercutió fuertemente cuando los vecinos de Gra– nada, en 1.811, repetían en las calles las manifes– taciones de inconformidad. Los que reclamaban Ji.
bertad fuerOD arcabuceados por los españoles, oyén. dose en 10 sucesivo, el ruido de las cadenas y los grillos y las expresiones de dolor provocadas por los despiadados castigos de los que representaban la autoridad leal Muchas lágrimas, ríos de pena– lidades y sacrificios costó la Independencia Centro Americana.
DI
SIMPATIAS DE ARGUELLO
Después de la sangrienta guerra de 1.824, en
que el Coronel Cleto Ordóñez Como expresión de
esa época libertaria, aca'bó con los dones y modifi· có apellidos de los que se llamaban nobles, la Re– pública se organizó constitucionalmente y el 22 de AbrU de 1.825, tomaron posesión como Jefe y Vice· Jeef del Estado de Nicaragua, don Manuel Antonio de la Cerda y don Juan Argüello respectivamente.
José Dolores Estrada aparece al lado de Argüe. 110 que era de tendencia liberal. No se había afi– liado a este partido por tener beneficios. Siempre creyó que su alojamiento de las funciones públicas, le daban oportunidad parl1 servir a su Patria, con ese desinterés que supo haCer gala.
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IDEAS DE MANUEL ANTONIO DE LA CERDA
l\lanuel Antonio de la Cerda al siguiente mes de su toma de posesión, se dedicó a poner en prác– tica ideas reaccionarias que no estaban a tono con los avances de esa época. Su Gobierno desde un
principio, no tuvo ambiente favorable en la ciuda– danía. Los pueblos estaban sedientos de libertad y
pretender restringirsela era como apresar el aire en un pequeño recipiente, tirarle c~mpuertas al río des~
bordado. Regresar a la Colonia con prohibiciones enojosas equivalía a poner en riesgo su período Ad– ministrativo. ror otra parte el Jefe de la Cerda no ha'bia tenido para con los que lo habían lleva do al Poder, la menor consecuencia politica, rela ción muy humana que enseña la histolia de parte del que ha escalado la altura, para con aquellas personas que más cooperaron a llevarlo al elevado peldaño. Todo lo contrario creyó que no tenía más consecuencia que consigo mismo. No solo por espí~
ritu de correspondencia se debe tener miramientos
y consideraciones especiales para los amigos que le han metido el hombro en el calor de las luchas elec– cionarias, sino por elemental principio de política y
conveniencia nacional. Los que han gobernado el país, aspiran a influir con su experiencia en la nue– va administración, no imponiéndose hasta anular al Gobernante que rige los destinos de la Nación, sino ilustrando con su consejo y contribuyendo con lo mejor de sus actividades al mejoramiento de la Patria.
No es qUe proclamemos la sumisión del nuevo Mandatario, porque entendemos que e'l Gobernante asume responsabiUdades y obligaciones de orden
moral y material, pero entendemos qUe los que con– tribuyen a que el poder Iley.ue a manos de un ciu–
dadano ejemplar, deben teDt:r just.a cabida en esta administración de orden, conseguida mediante su esfuerzo.
RETIRO VOLUNTARIO DE JEFE CERDA
Resulta que don Manuel Antonio de la Cerd3 falto de apoyo aún en el mismo cÍlculo de sus ami– gos no tuvo más camino que retirarse voluntaria– mente de la Jefatura del Est.ado, y así lo hizo a los diecinUeve meses de Administración. El nuevo Go– bierno encabezado por el Vice-Jefe Juan Argüello,
mandó a procesar a Cerda y ~onvocó al pueblo a elecciones Generales y presionó a la Asamblea Na~
cional ConstituYente para que hiciera la deqlara– ción a su favor, eliminando al candidato de la opo.: sición José Sacasa. Los Constituyentes se traslada~
ron a Granada, porque en León no tenían garantías y en su sesión del 17 de septiembre de 1.826 este Alto Cuerpo, se enfrentó a Juan Argüello, encar– gando la Jefatura del Ejército a don Pedro Benito Pineda. Publicaciones de ese tiempo indican que no se pudo completar el quorum legal. Por esa razón la calificaron despectivamente con el remO– quete de "CHOCHOROCA", equivalente a inútil. Argüello era un hombre de grandes recursos popu-
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