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DEL
DESCUBRIMI,ENTO
DE AMERICA
EDUARDO ZEPEDA-HENRIQUEZ
Director
Biblioteca N~cional de Nicarag~a
Castilla es voz de mando; m~tal de voz y de flechas reunidas. Castilla fue la vocación de Espa–
ña y luego la de América; fne I~ llamada al orden
de nuestras volui:J.tades. Castilla; como Roma, es
una. ·lengua: un poder de comunidad y comuniea~
ción, Abrió caminos en la tierra y en el mar, lo mismo que en el espíritu, Por eso el 12 de Octu– bre, más que la fiesta de la Itaza, es la fiesta del Idioma. La Hispanidad es raza porque reza; y no se funda principalmente en la sangr~, sino en la voz de la sangre.
Por ser ésta la hora --cien veces repetida- de
!;¡. Lengua, es, aquí COIllO allá, una hora espa~ola. L~ hora ~áutica de: España por los cuatro vientos madres de la rosa: el viento del Norte, aquilino y
helado; el vie~to lírico del Sur, que es el del co~
razón; el rojo y mUcnario viento (lel Este, hecho de medio y pesadilla; y el clásico, del Oeste, que pu–
le las ideas y agita las formas. Este es el rumbo
nue~tro~ el de las Carabelas españolas descubriendo las Indias Occidentales. De aquí que toda desorien– tación sea, en, nosotl'os, Hdesoc.cidcntación". Pero
~o hay que olvidar que esta hora es de Occidente en cuanto es la de España. Porque el Descubrimien~
to de, América fue obra únicamente española, no obstahte el ininisterio del gran genovés. Otras pa– trias, reales o supuestas -la geno~esn. o la judía-, han pretendido en vano disputarle esa gloria a la anclla patria del idioma español. Y es que la ma– no de Dios está inmersa en las aguas de la Histo
ri~. Muchos ajíos an~es de escoger, como, patria de
adopción, los dominios .de Fernando e Isabel, Co~
Ión mismo era ya ciudadano de nuestra Lengua. . El, que hasta entol)ces no sabía escribir más que en la– tín macarrónico, hizo del Castellano su vehículo,
~u carabela de cultura. Es cierto que su e,spañol
n~ es li~elario; pero, en sus m0J.11~l1tos alados, resul~
t~, paradójicamente, lenguaje poético. ColQ~ fue, sin duda, un poe;ta, ~orque fue un descubridor, un
hombre que reveló mundos; porque se gúiaba mi;.
rando las estrellas, y porque sólo los poetas aluln– bran el destin9 de lQs pueblos. I)escl'ibiendo ~is
que narrando su cuarto' viaje, en el que llegó al Cabo (Je Gracias a
Dios y desde donde NU~$tro Se– ñor le dio 'próspel'o el' vientoi ~i;' Al~i~~""te logra
~na prosa con verd,aderas mareja~as poéticas. Y
si esas páginas cololJ1bl~as están ilenas de portugue, sismos, también lo están los verSO¡i castellanos d~
Don Juan Manuel O de Gil Vicente, según señala el
Director de la Academia de MadrId. Al, fin de
cuentas, Portugal siempre ha sido la titltad dél al:.
ma hispánica.
En esa tierra ibérica, precisamente, Cristóbai Colón encontró su ruta
de universalidad; alií 'apren– dió a fijar los ojos en el cielo, y fue por ello recl;)m– pensado con descubrir, antes que el Nuevo: Conti– nente, estrellas maravi"l~sas no conocidas por To~
lomeo. El aire de hazañas m~rineras que respiró Colón en Portugal, hinchó sus vela~ y sus J,Ju]mo– nes, haciendo, del lanero de Génova, un navegan te de sueños geográficos. De aquel entrenamiento portugués no sacó mucha ciencia, y si, en cambio, gran destreza en el fll'te de la navegacióli; Así se gestó el milagro españolisirno que torn~ al merca
M
der en Almil'ante. Y ello bast~ para que en la bio· grafía colombina in:tporte lná,s qu.e el na~imiento,
genovés del héroe, su renacimiento ~sp,añol, porque, como ese~ibió Anzoátcgui. ~'Su varUda: de naci"
m~ento es su punto de partieJ,a".
Sin embargo, de igual lJlodo que la ereació.n exige continuarse en provi~encia, todo tlescubri– miento tiene que ser prolongado en conquista. Y la conquista del Mundo descubierto ya nD precisa– ba el concurso del marinero yision~rio y audaz, ni
~e sabios Y esf~rzados. marinos, al estilo de Martín
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