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bargo-- otro poeta del grupo quiso encontrar u na solución guardase el páquete, el respondió visiblemente mortificado •••

pacifica, pidiéndole a Alfonso que

IIYo no soy cofre de nadie"

El Hospital de Enfermos Mentales está compuesto de un grupo de casas, algunas de ellas bastante viejas, otras modernas, y entre estas casas hay pequeñas aceras, caminos y vere– das, por donde posan, en plena libertad, locos y locas de todas las edades Cuando descendi–

mos del carro, una muchacha negra de unos 16 años se nOS acercó pidiendo cigO/ ros Como le

dijimos que ninguno de nosotros fumaba, se alejó sonriendo.

Caminamos acompañados por el médico que cuida de Alfonso, un joven psiquiatra, que

nos explica que, a veces, el poeta amanece de mal humor por causa de dolores que le han sur–

gido últimamente debido a una operación por medio de la cual se trató de extirpO/le un cáncer,

cosa que no dio resultada, de manera que el gron poeta tiene, al máximo, unos 18 meses más de vida

Al llegar frente al cuorto donde vive el poeta, encontramos la puerta abierta y vemos un

viejo, con una punta de barba blonca, vistiendo traje marrón claro, de camisa azul y corbata mal anudada, sentado al borde de la cama, al lado de su hermana, que le sirve, frecuentemen– te, de enfermera y de especie de secretaria, conversando y examinando un periódico

Es la hermana del poeta la que lo visita casi diariamente, y acostumbra a coleccionar las

poesias que Alfonso escribe, con gran frecuencia, reuniéndolas sin cuidor de hacer una selec– ción crítica, juntando, de esta manera, verdoderas joyas poéticas, 01 lado de improvisaciones sin valor, y (cosa rara) de poesíos de otros autores, que Alfonso escribe como si fuese obra suya, memoria fabulosamente buena, exacta, como se ve también en el oficio de traductor

Luego que nos percibe, el poeta se levan ta, sin ninguna dificultad, lo que (según explica el médico) significa que no tiene dolores, y, en medio del cuarto, se inclina amablemente, con

un aire un poco desconfiado, sonriendo imperceptiblemente, como en una defensa que no aban– donará hasta el fin de la visita, y nos extiende la mano

Examinándolo sin mucha atención, para no incomodarlo, veo que su rostro tiene un color

de rosa, y la piel estó mucho más joven de lo que sus años de vida y de terrible sufrimiento pudieran hacer acreditar Percibo en el fondo de sus ojos azules una pequeña llama, algo író–

nico, que no se enciende en ningún instante de nuestra conversación, que se desenvuelve amable,

en un medio tono casi dulce, aun cuando Alfonso se declara cansado

Al saber que un poeta y escritor brasileño que tradujo sus poesías estaba visitándolo, sonrió con cortesía Mas, cuando Pablo Antonio le pide que ponga su autógrafo en un ejem– plar de un libro pora mí, Alfonso se niega, haciendo signos enérgicos con la cabeza, murmuran– do "No puedo, pues saldré perdiendo"

En tono de broma, Pablo Antonio y ·/0 hermana le dicen que, si saliera perdiendo, el autógrafo puede ser pagado por todos nosotros, mas el poeta continúa negándose, y dice en un tono más áspero "Así mismo saldré perdiendo". Y, cuando todos insistimos, rehusa termi– nantemente: "Ya no soy ningún Santiago Argüello para firmar libros todo el tiempo!". Y aquí queda cerrada esta parte de la conversación, con un fracaso completo.

En seguida, Pablo Antonio pregunta si está dispuesto a aceptar un homenaja nacional,

a ser ofrecida en Managua.

Durante algunos instantes el poeta porece murmurar polabras incomprensibles, como si

hablase consigo, mas luego en seguida dice: "Mientras esté aqul preso (él cree que se haya

preso por el gobierno del Presidente Sacasa) no puedo aceptar tal cosa". Mas después de una

renovada insistencia, el explica- "Bueno, si se tratase de un homenaje nacional, no de una ma–

nifestación política, aceptaría, pues pora mí la poesía siempre fue un don, y no un dote como

para tantos otros Y luego que para mí la poesía es un don, este don por el cual estoy haciendo mi poesía, sería posible aceptar el homenaje Mas no gusto de tales manifestaciones, pues en mí, como en muchos, hay dos seres diferentes: uno, capaz de decir cosas chispeantes, gran con-

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