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tierra Tampoco pasa en su esplendor la comedia del Siglo de Oro. Hay como una regresión a vieios, estados de alma y a modos que ya habían sido olvídados. Re– sucita la crónica y la corografía, la poesí~ narrativa to– ma el lugar del Iiris~o italianizantet de la comedia se regresa al Auto de Fe y al Ministerio medieval. De la tendencia a lo más simple y directo de la Iiteraturacas– tellana, se pasa eil gusto por lo más elaborado y cutísti– co, del realismo popular en letras y a,rtes a la estIliza– ción, til arcaísmo y al preciosismo. Hay como Una in– tempo,rolidad provoccid~ por el fenómeno del mestizaie. Quienes observan la historia cultural de la América Hispana notan de inmediato. ese rasgo de coexistencia simultánea de herencia y de influencia ql!e la distingue de la sucesión lineal de épocas ,y escuelas que carac– teriza ni mundo occídental desde el fin de la Edad Media. Es un cr~cer por accesión y por incorporación aluvional _que le da ese carácter de impureza que hace tan difícil c1ei.sificar con membretes de la, preceptiva europea monument,os, autores y épocas de la creación cultural latinoamericana José Moreno Vill~ {Lo Mexi– cano} lo ha observado al estudiar el arte colonial mexi– cano y ha dicho textualmente: ul as artes °

modos artís– ticos son aquí de aluvión; es decir, que no ~bedecen a un proceso !nterno evolutivo como en Europa".

La verdad es que es un proceso deforr":1ación que corresponde a un tiempo biológico distinto del que al– canzó Europa después del Renacimiento, cuando su gran época de mestizaie creador comenzaba a cerrarse. Uni– ficada la herencia cultural europea comet:lzó un tiempo de dominante evolución lineal interna, mientras que en América se abría, un nuevo tiempo caótico de mestizaje. Esa conciencia de individualidad distinta, creada por las circunstancias distintas y por ias herencias contradic– torias, la advierten pronto las grandes personalidades del pensamiento.

Los europeos del tíempo de Buffon, de De Pauw

y de Raynal llegaron a pensar que la América pertenecía a otra edad del planeta y que en ella el clima no solo creaba seres y condiciones de vida diferentes, sino que plovocaba un cambio profundo en las características de la especie humana, tal como la habíqn conocido los europeos Se habló de la precocidad y de la prematura senectud de los americanos.

La gente am.ericana ,rechazó es hu simp,lezas llenas del candor pseudo-científico de la Ilustración, pero en cambio, nunca deiaron de sentir sus profundas y cons– tantes diferenci,as con í 9 s europeos.

Simón Bolívar había concebido la Irtdep,endencia de la América Hispana. c\?mo ,ia ,c;onsecuencia .del hecho de .existir una Pl!!rsonqlidad histórica diferente con un destino. distinto al de Europa. En su extraordinario Dis– curso al Congreso de Angostura, en 1819, hace lo que podemos llamar la proclamación solemne de los dere~

chos hist6ricos del mestizaje americano. Dice:

u ... No so– mos europeos, no ,somos iru;lios, sino una especie me– dia entre los aborígenes y los españoles. Americanos por nacimiento y europeos por derechos; nos hallamos en el. c;onflicto de disputar a los naturales los títulos de posesión y de mantenernos en el país qoe nos vio na~

cer, contra la oposic,i6n de íos invas,ores;. así nuestro caso es el más extraordinari.o y c~mplicad9f1. , Cuatro años antes, en ~amaica, ya había formulado el mismo pén– samiento: uNosofró,s ,somos un pequéño género humano; ro de que su Amé,rica exprese sU propia persor:aalidad; poseemos un mundo c:ipc:irte¡ cerco.do por dilatados rnd-

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res¡- nuevo, en casi todas las art~s y cienci~s aunque, en

cierto"mo~o, vieio en .Ios uSC?S de la socied~d civil". Ese Upequeño género huma~o" ,era la úni~a base para la prete~sión a un destin~ hist6rico para la Amé– rica L~tina. Un ,hombre tan culto, tan . eur~peo¡ tan uni– versal como Andrés Bello piensa que ha llegado lo ho– en una íengua común pero no subordinada¡ con temas

p~opios y con una visi6n de comienzos de nue,vo tiempo.

P~ensa en una opo~tunidad roma,na y virgiliara para el Nuevo Mundo. Reemprender la aventura del hom– bre con una nueva voz y un nuevo aliento. Ha termi– nado el imperio espoñol, pero no tiene por qué comen– zar un tiempo oscuro de incomunicación y decadencia

~s el tiempo para ql:'e se manifie~te la nueva, persona– lidad de América,: "de Occidente hija postrera". Tan avasalladora es la voca,ción de mestizaje y el fondo histórico del fenóm~no cultural que se pone de manifiesto aún en aquellos casos en que los hom"res de pensamiento pret.enden reaccionar intelectualmente un nuevo rumbo. Nadie más abierta y desesperada– mente que Sarmiento pretendi6 europeizar, sojonizar o desnaturalizar el hecho americ~no; sin embargo, en na.. die es m6s, visible que en él el aluvi6n de coi1tra~ias in– fluencias de la his.toria y las lecturas, de,l, pasado y el presente. "Facundo" es un libro maravillosamente im– puro que no podía escribir sino el gran mestizo tultural de su tiempo que era don Domingo Faustino. El culto por la democracia sajona; por el racionalismo, por la civilización decimonónica europea va iunto con la admi– ración por el payadar; por el rastreador, por. el gaucho que parecía el enemigo de la ,civilización y, la encarna– ción de io barbarie, y hasta por el caudillo Quiroga. que recibe de sus manos el más fascinante retrato Esas eran IQS que las gentes simples llamaban y todavía llaman las contradicciones de Sarmiento y que no eran sino el reflejo, en aquella grande y abierta sensibilidad creadora; del mestizaje vivo americano Lo que él mi– raba en Facundo, en el Chacha; en las gentes que lo rodeaban, en Mendoza y en Cuyo, en el. gauchaje, no era ni podía ser barbarie, sino el estancado y mezclado resto de la civilización que los españoles de los siglos XVII y XVIII intentaron implantar en América. Ese re– zago ya era impuro y mezclado. También la condici6n de su icieal de civilización era inalcanzable: convertir en ciudadanos de: la Nueva Inglaterra o en discípulos de Guizot a los hijos de un proceso histórico diferente, en marcha y peculiar. Sarmiento no era, ni podía ser, aca;. so inconscientemente; sino Un gran continuador dé la fundamental empresa del mestizaje americano. Ló que se proponía era abrir la ehtrada a nuevos afluentes y

nuevos aportes paro enriquecer y universalizar mas el caldo de creación del Nuevo Mundo.

Acaso en ningún otro aspecto sea más visible esa vocación americana de combinación; mestizaie e impure– za que en el gran momento creador del Modernismo la– tinoamericano. Lo,s hombres que dieron el paso Inicial para romper con el pasado y la tradicl6n literaria: Darío, Silva, Gutiérrez; Náiera, Casal, Herrera y Reissig; Lugo– nes, etc; prétendíah romper amarras con Id h¡sparioame~

ricano paró incorporarsé en cuerpo y alma a, una cierta z,ona y hora de lo literatura de Europa. Habían recibi– do noticias de los decadentistas, parnasianos " simbo.. ¡istas franceses. Habíari leído o adivinddo t en .105 bre– ves ediciones amariíltls del UMercure de Frailee" ti Ver– laine¡ a Moreasí a Regnier¡ a Kahn y a una falsa Fran" cía del falso siglo XVIII con nidrqueses, princesas y

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