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ses; para que volvamos o estor en gracia con el placer, que algunos desean estos cosos Porque un dueño

bueno y cuidadoso tiene siempre la bodega bien surti– da de vino, de aceite y de todo clase de comestibles, y todo la casa de campo bien provista está abundan– te el puerto, el cabrito, el cordero, la gallina, la leche, el queso, la miel Los mismos agricultores llaman ya al huerta un segundo tocino La caza de pluma y de pelo, faena propia de los ratos de ocio, hace esta vida

más amena

¿Qué diré del verc!or de los prados, a de las filas de árboles, a de la hermosura de las viñas y de los olivares? Lo diré en breve Nada puede haber más

rico por su aprovechamiento ni más encantador por su

belleza que un campo bien cultivado, para gozar del cual no sólo no porie obstáculos la vejez, síno que has– ta convida y atrae Porque, ¿dónde puede esta edad calentarse mejor, ya tomando el sol, ya el fuego, a por el contrario, refrigerarse más saludablemente con la sombra o el agua~

Los ancianos pueden, pues, disfrutar de esta for– tuna, pues no impide la edad que conservemos la afi– ción a todos las cosas, principalmente 01 cultivo de la tierra, hasta el último tiempo de la vejez Así, sabe– mos que M Valeria Corvo lIegá a las cien años, ha– biéndose retirada al campo ya en edad avanzada, y cultivándola entre su primera y su sexto consulado

transcurrieron cuarenta y seis años De este modo,

la carrera de los honores fue pOI a él tan larga cuanto nuestros mayores señalaron como espacio de tiempo para llegar al comienzo de la vejez Sus últimos años fueron más felices que su edad madura, porque tenia más autoridad y menos trabajo Y la autoridad es la corona de la vejez

Pero recordad que en todo este discurso la vejez que yo alabo es la que está establecida. sobre los fun– damentos de la juventud A eso se debe que yo ha– ya dicho en otra ocasión, ton gran asentimiento de todos' Miserable vejez es aquella que ha de defen– derse can palabras" Ni las canas ni las amigas pueden dar de pronto autoridad, sino que una vida an– tErior honrosamente empleada ofrece la autoridad co– mo los últimos frutos

Honrosas son también esos mismos cosos que

parecen frívolas y corrientes, teles como el ser salu– dados, abordados, que nos cedan el paso o se levan–

ten o nuestra plesencia{ ser acompañados al salir o al volver a caso, consultados{ usos que se observan lo

mismo entre nosotros que en los demás pueblos con tanto más cuidado cuanto más cultas son las costum– bres Dicen que el lacedemonio Lisandro, solía decir que Esparta era el más honroso asilo de la vejez En

efecto{ en porte alguna se tienen más miramientos o lo vejez, ni es más reverenciado Recuérdose o este propósito que, uno vez en Atenas, durante los juegos{

un hombre de edad avanzada se presentá en el teatro,

sin que sus conciudadanos le hiciesen sitio en ninguno parte, siendo tan numeroso el concurso, y habiéndose

acercado a los lacedemonios, que estaban sentados en un lugar distinguido, porque eran embajadores, todos se levantaron y recibieron al anciano para que se sentase.

Habiendo todos los asistentes prorrumpido en

múltiples aplausos o los lacedemonios, uno de éstos dijo que los atenienses sabian lo que era justo, pero no querían practicarlo En nuestro colegio de los augures hoy muchas cosos admirables; pero, sobre

todo, ésta, que hace relQción o nuestro asunto que conforme coda uno aventaja o los otros en edad, as.~

emite primero su opinión, de modo que los augures más ancianos, no sólo son preferidos a los que les su–

peo an en dignidad, sino también o aquellos que están ejeo ciendo el poder ¿Qué placeres' del cuerpo pue– den, pues, ser comparados con los privilegios de la autoridad? Los que han disfrutado de ellos con bri– llantez, han llevado a buen término, a lo que pienso, el drama de lo vida, y no han caido en el último acto,

como actores inexpertos

CERCAN lA DE LA MUERTE

Lo que no comprendo es lo qye lo avaricia del viejo quiere para sí -¿Qué puede haber, en efecto, más absurdo que buscar tontas más provisiones de

viaje cuanto menos camino queda?

Queda lo cuarta causa, la que más parece an– gustiar nuestro edad y tenerla inquieto, la proximidad

de la muerte, la cual, ciertamente, no pue:de estar

muy lejana de la vejez i Desgraciado el viejo que, en una vida ton larga, no hayo visto qL¡e hqy que des– preciar la muerte' Pues debe .ser descuidada por completo si extingue el olmo totalmente, o anhelado si la conduce a algún lugar en que haya de ser eterno Y, ciertamente, no puede hallarse uno tercera solu–

ción.

¿Qué temeré, pues, si he ser después de la muer– te o no desgraciado o feliz? Y, además, ¿quién es

tan necio, por joven que sea, que tenga por cierto ha–

ber de vivir hasta la tarde? Incluso esa 'edad tiene muchas niás probabilidades de muerte que la nuesfra Los jóvenes toen con más facilidad e nlas_enfermeda– des, enferman gravemente y se curan difícilmente

Así, po<;os llegan a la ve:jez, si nó ocurriese así', se vi~

viría mejor y con más prudencia Porque el buen sentido, 1.0 razón y el consejo están en los ancianos, si ellos no hubieran existido, jamás habl ía habido ciu– dad alguno Pero vuelvo o lo muerte que amenazo

¿Qué vale eso acusación contra 10 vejez, siendo así,

que, como veis, ello le es común con la juventud? Yo he experimentado, la muerte es común a to– das las ededes -Pero el joven, diréis, espera haber de vivir largo tiempo, lo cual el vieio no puede espe– rar- Espera insensatamente ¿Qu~ más necio, en

efecto, que tener lo incierto por cierto, lo falso por ver– dadero? -El viejo no tiene siquiera qué esperor–

Pero por eso está en mejor condición qu~ el joven,

porque él ha conseguido yo lo que aquél espera Aquél quiere vivir largo tiempo, éste, largo tiempo ha vivido

Sin embargo ¡oh dioses buenos', ¿qué es largo tiempo en la vida del hombre? Tomo, en efecto, el tiempo más largo; consideremos la edad dél rey de los tartesios, efectivamente, hubo en Gades un tal Argantonio, según hallo escrito, que reiná ochenta años y viviá ciento veinte No me parece de largo duración uno cosa en lo cual hay algún final Cuan– do éste llega, lo que transcurrió ha desaparecido; sólo

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