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El orador, temo no languidezca con .10 vejez

Porque su oficio no es sólo del ingenio, sino también

de ·Ios pulmones y las fuerzas Esa gran canorosidod en lo voz resplandece también, no sé pqr qué privile– gio, en la vejez, yo no la he perdido todavía, y ya veis los años que tengo Pero, por otra parte, la palabra de un viejo tranquilo y sosegado es decorosa, y el dis– curso atildado y dulce de un viejo bien hablado, con frecuencia se h<;Jce ella misma escuchar Lo cual si

él mismo no puéde conseguir, podrá, o lo menos, dar

preceptos o Scipión y a Lelio porque... ¿qué mó: gra– to que la vejez rodeada de la aphcac10n de la Juven-tud?

¿No dejaremos siquiera a la vejez las fuerzas ne–

cesarias para que enseñe, eduque, instruya en ioda

carga del deber a los jóvenes? Comparado a la cual obra, ¿qué puede ser, en verdad, más preclaro? Ni moestros algunos de buenos artes han de ser reputa– dos infelices aunque sus fuerzas hayan envejecido y hayan hecho defeccián Ademós, esto mi~mo defec– ción de los fuerzas es producido con más frecuencia por los vicios de lo juventud que por los de lo vejez Porque uno juventud libidinoso e intemperante entre– go o lo vejez un cuerpo agotado

El mismo Ciro, en Jenofonte, en aquel discurso

que tuvo moribundo ,siendo en extremo viejo, niego

que notase nunca que su vejez se hubiese hecho mós débil que hubiera sido su juventud

Pero vuelvo O mi Estoy en los ochenta y cua-tro años, bien quisiera poder gloriarme lo mismo que

CiTO, pero, sin emborgo, puedo decir esto que, en

verdad, no estoy con las fuerzas con que estuviere

siendo soldado en lo guerra púnico, o cuestor en lo

misma guerra, o Cónsul en España, o cuatro años des·

pués, cuando, siendo tribuno militar, combatí en las

Termópilos, siendo Cónsul Manio Acilio Glabrión, pero,

no obstante, como veis, la vejez no me ha enervado ni

abatido en extr~mo ni el senado echa de menos mis

fuerzas, ni la tribunal ni los amigos, ni los c;lient~s, ni

los huéspedes Y nunca, en efecto, he asentido a aquel proverbio antiguo y acreditado que aconseja hacerse viejo pronto si quieres ser mucho tiempo viejo

P.ues yo pre-feriría ser viejo menps tiempo a ser .:viejo

antes que lo fuese Así, nadie hasta ahora ha que– rido dirigirse a mí para el cual hoya estado ocupado Pero yo tengo menos fuerzas que uno u otro de

vosotros _y vosotros mismos no tenéis las fuerzas

del centurión T Poncio, ¿acaso por ello es él de mós valra? Con sólo que haya una cantidad moderada de fuerzas y cada uno se esfuerce tanto cuando puede, seguramente no será poseído por un gran deseo de fuerzas Se dice que Milón marchaba en Olimpia a través del estadio llevando en los hombros un buey

vivo Ahora bien, ¿qué preferirías, que te fuesen da–

das estas fuerzas del cuerpo, o las del ingenio de Pitá– goras? Por último, usad de este bien mientras esté

presente/ no lo echéis de menos cuando esté ausente;

si no quizá los jóvenes deben echar de menos la in– fancia, los algo avanzados en edad, la juventud Hay un curso cierto de lo edad, y una vía de lo naturaleza,

y es sencilla, y o cada porte de fa edad ha sido dada su sazón, para que tanto la debilidad de los niños, como la impetuosidad de la juventud, y la gravedad de la

edad ya hecha y la madurez de la vejez tengan algo de natural, que debe percibirse en su tiempo

Masinisa, da novento años de edad cuando ha emprendido un camino a pie/ no sube en modo alguno

a caballo, cuando a caballo, na baja del caballo, na

se induce por lluvia alguna, por frío alguno, a estar con la cabeza cubierta/ habría en él una gran seque–

dad de cuerpo, cumple de este modo todos los deberes y cargas de rey Así, el ejercicio y la templanza pue– de conservar también en la vejez algo de prístino vi– gor

¿No hay fuerzas en la vejez? -Tampoco se pi– den de la vejez fuerzas Por eso, según las leyes y

costumbres, nuestra edad está libre de esas cargas qu no pueden sostenerse sin fuerzas Así, no sólo no

somos obligodos a lo que no podemos, sino ni siquiera a cuanto podemos .

Pero muchos viejos son de tal medo débiles, que no pueden cumplir ninguna carga del deber, o, en ab– soluto, de lo vidp -Pero, en verdad, este defecto na es particular a la vejez, sino común o la mala sa– lud i Cuán débil fue el hijo de Publio el Africano, aquel que te adoptó! i De cuán poca salud, o, más biet1, ninguna! Si ello no hubiera sido así, habría lle–

gado a ser otra lumbrera de la ciudad, pues una ci~n­

cia más grande se hubiera unido a la grandeza de

olmo paterno Por consiguiente, ¿qué de extraño en los viejos si están alguna vez enfermos, cuando tam–

poco los jóvenes pueden escapar a ello? Hay que re– sistir a la vejez, y sus oefectos deben ser compensados por la diligencia, hay que combatir contra la vejez ca– ma contra la enfermedad

Hay que tener cuenta de la salud, hay que usar de ejercicios moderados, hay que tomar tanta comida

y bebido, que las fuerzas se reparen, no se oprimon, y no se ha de subvenir, en verdad/ al cuel po sólo/ sino

mu~ho mós a lo inteligencia y al alma Porque éstos

también, si no echos aceite como a una lámpara, se extinguen con la ve-jez y/ verdader am~nte/ los cuer– pos se ponen pesados con el ejercicio, pero el espíritu

se aligela ejercitándose Parq"e los que Cecilia lla–

ma necios viejos de comedia, quiere decir les crédulos/

olvidadizos, descuidados, defectos que son, no de la

vejez, sino de lo vejez inerte, cobarde, adormecido

Coma Jo pstulcnCia, como el libertinaje es más de jó–

venes que de viejos, pero no, sin embargo, de todos los jóvenes/ sino de los no probos, así~ esta imbecilidad

senil que suele llamarse chochera es de viejos ligeros, no de todos

Apio, ciego y viejo, regía cuatro hijos robustos/ cinco hijas, una gran casa, una gran clientela Tenía, en efecto, el ánimo tenso como un arco, y no sucum– bía/ languideciendo, a la vejez Tenía, n0 sólo auto– ridad/ sino también imperio en los suyos, los esclavos le temían, los hijos le veneraban, todos los querían,

las costumbres de los antepasados y la disciplina rei– naba en aquella casa

Porque la vejez es honorado así si ella mismo

~e d~fiende/ si mantiene su delecho/ si o nadie está

~ometida, si domina en los suyas hasta el último sus–

pilo Efectivamente, como estimo 01 joven en que

hay algo de viejo, así al viejo en que hay algo de joven,

quien observa esto podrá ser viejo de cuerpo, nunca

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