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ESPIRITU DE POBREZA

0"';0 Elena era una rica pobre Rica, porque abundaba en bienes de fortuna, pobre, porque tenía el corazón despegado de los bienes de la tierra La

fmnilia Arellano, aunque no Era uno familia opulento,

sí eto una familia rica contaba con cosos y haciendas

que le proporcionaban pingües ganancias

Los viajes que a Roma emprendió con prolonga–

dos estancios en Europa, suponen bienes de fel tuno

más que crdi'1arios 5in abundantes bienes, no hu~

biera podido lIevol a feliz término las instituciones de enseñanza y de beneficencia que fundó en Granada

Su porte extet ior era de una mujer de escasos bienes "'Mi tia, dice su sobrina, me parece veda con su

pelo completamente blanco que le formaba algo asf como una aureola, lo llevaba partido en medio y se

hacía dos tr::mzas que se anudaban en sí mismas Sus ojos miraban a través de unos lentes c.an sencillo mOl–

'0 de metal, nunca los hubiera consentido usar de oro

Vestía sencillamente, siempre igual falda negra ple– gada alrededor y un saquito, coma lIamóbamos noso– tros, cerrado desde el cuello, con botones adelante, de

tela de algodón boroto

l

con pintas negras, mongo has–

ta el puño y sin adOl no alguno

Usaba un calzado de cablitilla negra, tneón bajo

y medio> de color crudo Completaba su vestuario un mantón negro, y siempre llevaba algún pelquete en las manos destinado a algún necesitado Siempre andaba a pie, con buen o mal tiempo, bajo un sol ar– diente o por calles llenas de polvo o de lodo"

Otro contemporóneo decía "No se podía juzgar por su sencillo' vestido que fuera propietOl ia da un

gran capital, ni que ocupara una gran posición sociol ll

Estaba tan despegada de los bienes y riquezas de este mundo que aún a sus mismos parie.)tes les decía "Pido al Señor que no os dé liquezas, pOlque las rique– zas son ordinariamente un impedimento pOlo ent.ar en el reino de 10$ cielos, en cambio la pob. eza, (np lo miseria), ayuda o conseguir el reino de los cielos Es cierto que una modesta medianía de bienes ayuda a practicar la virtud, nos mantiene en la humildad y

aleja la ociosidad, madre de todos los vicios"

"No testó nada a nadie, porque a la hora de su

sentido muerte no tenía nodo que dar Dejó sus za– patos de pano negra, tacón bajo, su saco blanco y sus

modestas faldas a sus familiares, pero en cambia nos dejó a todos un recuerdo que conmueve 01 considerar

su noble desprendimiento"

ESPIRITU DE FORTALEZA

La fortaleza es una virtud que nas hace fuertes en perseverar en lo próctica del bien sin desfallece. por ninguna dificllltad

Doña Elena fue la mujer fuerte, tan alabada en las Sagradas Escrituras, que practica la virtud y el bien

ron constancia, sin volver atrás del buen propósito que

ha fOl modo Cuónta fortaleza necesitó para conse– guir la venida de las Religiosos en una época en que se hacía cruda guerra contra las órdenes religiosas! Lo consiguió y aun perdura su benéfica labor

Veamos otros dos casas en que se muestro la

fortaleza y grandeza de alma con que la adornó el

Señor Era obediente sin servilismo, fuerte sin arro–

gancia

El Comandante de la plaza de Granado, preten– día pora matrimonio o una muchacho que pertenecla a la casa de huérfanas Tramaron una historia de un robo, como cometido par la muchacha, para lIe– vórsela a la córcel y luego de allí sacarla para lIevór-sela a su caso Ero sencillamente cqmeter un rapta

Daña Elena, al saberlo, se personó en la córcel diciendo que, si la muchacha había cometido el robo,

ella también era responsable, como Directora que era

de Jo "Casa de Huérfanas", por ia'1to tenía que estar

elJa también en la córcel con la muchacha y en la

misma celda De ninguna manen:~, replicaron ellos,

vamos a tener en la córcel a Mamó Elena, toda la

ciudad se alarmaría

-Si no me la entregan, me quedaré yo aquí en

pie, si es necesario, día y ncche, hasta que me la de– vuelvan Ante una actitud ton re$uelto, no tuvieron

mós remedio que devolver la muchacha a Doña Elena que la llevó a la cosa de huérfanas y allí, uno vez

puesta en libertad, se trató del matrimonio de la mu–

chacha

.Los autoridades de la ciudad le mostraron siem–

pI e 'gran respeto y atendían a lo q~~ les proponía, porque nelcía de un corazón recto y ~ueno

Otro gesto de su entereza cabe consignar aqui lo tuvo con el PI esidente de la República, Don José Santos Zelaya, en su titánica lucho paro óbtener el permiso para la entrada al país de les Padres Salesia– nos El MandatO! io estaba finl'Je en su propósito de

no 'dejados penetrar liNo entrarán, Señora", le dijo

al terminar la audiencia Doña Elena, levantóndose

1001 a

I etirOl se, le respondió osi "No olvide, Señor Pre–

sidente, que no está en su alto puesto por méritos ni

pi estigios personales, ni voluntad del pueblo, sino por designios de Dios para flagelarnos en pago de nuestros

pecados l

'

SANTA MUERTE DE DÓJ'¡A ELENA

A principios de Octubre de 1911, estando cuidan– do a su sobrinita Julia, que se hallaba enferma con un '

fuerte sarampión, sn la actual "Quinta Zavola", sintió

un gran malestar en el cuerpo debido a una fuerte

calentura que ie acometió

L1evóronla a su casa, cerca del actual Colegio del Sagrado Corazón Allí, en vez de disminuir el ma– lestar y bajar lo calentura, fueron aumentando de un medo alarmante Los médicos dieron pocas esperan–

zas de mejoría y este díctamen de los médicos movió

a los parientes a enviar un telegrama al Nuncio de Su Santidad en Centra América, Monseñor Cagliera, paro

que consiguiese a Doña Elena una indulgencia plena–

rio "in articulo mortis" Lo consiguió y llegó al

conocimiento de lo enferma, estando aún en plenas

facultades

El 11 de Octubre de 1911, fiesta de la Divina Maternidad de la Santísima Virgen María, de quien era tan devota, rodeada de una carona de sacerdotes que rezaban las devotas y hermosas oraciones de los

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