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más repugnonte que el principol. No hobio otro ley que lo voluntod de codo uno de los que tenion mondo

y polo para regenerar á los nicaragüenses. Tales fue– ron los'Urodentores" de HondurCls, los que derramaron

la sangre y prodigaron el tesoro de los nicaragüenses

por quitar á Vázquez y colocar á Bonilla en la Presiden– cia de la República. Dígase, si es posible mayor es–

carnio.

SE DEBILITA ZELAYA

EL triunfo sobre Honduras acentuó el predominio de Occidente, reduio á su última expresi6n la influencia de los liberales de Oriente y convirtió á Zeloya en estafer– mo de los que le habían elevado. La posición de éste ero falsísima, estaba en el aire; lo conocía, pero no po–

día remediarlo, y lo que hacía para buscarse base, lo empeoraba, como sucede á un atollado, que se hunde

más á codo esfuerzo que hace por salir del atolladero. Contribufa mucho á ese malestar el destornillamiento de Gámez que le hacía caminar como abei6n, dándose contra las paredesl Buscó aliados en Oriente para en– frentarse él Occidente; él 10$ progresistas, primero, y á

los iglesieras, después. No hizo nada; dió á conocer sus tendencias, puso en guardia á los leoneses y para desimpresionarlos tuvo que convertirse en cortesano de ellos y que pasar por una serie de humillaciones. La

1~ que sufrió fué la separación de Gámez del Ministerio de Fomento y lo de Carlos Garda de lo Secretaría de la Comandancia General.. El1 vano suplicó y gimió Gámez,

en vano recordó $US servicios á la "causa"; su culto á los Barrios, Cabañas, Jerez y demás santos, del calenda–

rio liberal; en vano hacía alarde de su odio á los gra–

nadinos y de su amor á los leoneses; n(lda le valió, nin– gún efecto produieron sus lágrimas de cocodrilo; mal di–

je, le produjeron el de hacerse más odioso y desprecia– ble; odioso á 'os granadinos y despreciable á los leone– ses; á los primero$, por el daño y las molestias que les causaba por congraciarse con los leoneses y á éstos por las bajezas que cometía, arrastrándose á sus plantas é

hincándoles el diente cuando podla. Lo traslación de los restos de Jerez, de Rivas á León, acordada por lo Asamblea para tributar honores 01 difunto, lo aprovechó Gámez para molestar á los granadinos y lisonlear á los leoneses El mismo anduvo en la procesión poro llamar sobre sí la atención.

HONRAS FUNEBRES AL CADAVER DE JEREZ Dispuso que el cadáver se velase en Granada y se le tributasen allí honores de Presidente. Desde su llegada al muelle de Granada comenzó el ca– ñoneo á bordo y en tierra. La procesión hasta la plaza de armas fué espléndida, marchando numerosas tropas 01 son de la banda marcial y disparando cañonazos de moment.o en momento. En la Plazuela de los Leones pronunció don Gustavo Guzmán, notable orador de la época, un elocuente discurso, recordando los méritos del finado, sus trabaios, sus caídas, su martirio, en prosecu~

ción de su Ideal: la Unión de Centro América; y conc/u– yendo con los héroes de la campaña de Honduras que 'e cubrieron de gloria volando de loma en loma, de terro en terro, y de picacho en pica'cho hasta derribar la tiranio y plantar el árbol de la libertad en lo tierra

~e Morozán y Cabañas. Terminadas las arengas, colo– <aron el cadáver en lo cop/lla ardIente, formada en el

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salón de banderas, y continuó el cañoneo durante toda la noche. En 10 mañana siguiente llevaron el

cCfdáver

á la estación con igual pompa que el día anterior del muelle al cuartel, y por supuesto, el cañoneo continu6

(on más furor por ser la despedida. Los que conoxcan la historia de Jerez, comprenderán lo que significaban los honores tributados á su cadáver y el escándalo de ese cañoneo inaudito en las calles de Granad(l. No se

hacia eso para honrar la memoria del muerto, sino para insultor y mortificar á los vivos.

INTRIGAS DE GAMEZ

Con esos insultos á Granada, buscaba Gámez las simpatías de León; pero no alcanxó estas y aumentó el

o~io que por él tenían los granadinos, á qulenes acababa de saquear, de encarcelar y velar. Lo que únicamente obtuvo fué que don José Jerez, hilo de don Múximo, escribiese cartas á sus amigos, suplí..

cándoles no arroiosen á Gámez porque hablo sido amigo en los malos tiempos; pero tampoco le va– lieron esas cartas. El iaque, puesto en León, era ma– te. Zeloya quiso salvarle porque ero la persono de más confianza para él y al mismo tiempo la única de

algún valer entre las nulidades que formaban su circuito de los liberales de Oriente; pero no pudo y tuvo que ceder como Pilotos: lavándose las manos. El público sobfo muy bien lo que pasaba y se complodo viendo la tortura en que estaban los dos principales instrumen– tos de la contrarrevolución; sin embargo, Zelaya quiso disimular, como para ocultar su depresión, y Clp'azó la resolución hasta su regreso á Managua, para dar ante el público, otro carácter á la medida que se le irl1ponl". Algo fué esto para él, porque sus amigos querian "lÍe en León mismo é inmediatamente despidiese á Gámez y á Gorcía. Algunos creían, que ya en Managua obraría Zeloyo con más independencia y quizá se mantendrla

firme; pero se equivocaban porque no tenía miss poder

ni más fuerza, que el poder y la fuerza de los leoneses. Gámez agotó su arsenal de intrigas, habló hasta con las paredes y suplicó á sus compoñeros con lágrimas en los ojos que no lo echaran, en atenci6n, siquiera, al placer

que iban á dar á los conservadores arralando con viii... pendio al abanderado de la Cuesta. Mas todo fué en

vano.

ESTREPITOSA CAlDA DE GAMEZ

La caida de Gámez estaba decretada y arrastra– ba consigo al Secretario Garda, con quien estaba identi– ficado. A los pasados motivos de queja que 105 libero– les tenian contra él, se habia agregado otro más re– ciente. Había querido indisponer á Zelaya con los leo– neses, haciéndole creer que proyectaban botorlo. A fin de evite.. esto, habla enviado á Le6n, cuando se aproxi– maba el regreso del e¡érclto de Honduras, trescientos

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