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para festejar á lo. héroes. El primer día aguantaron sin comer los prisioneros y se mantuvieron c~n agua. El segundo dia apretaron más la tuerca, no permitiendo ni agua á los prisioneros. Las familias se alarmaron y pa-

gafol1 el rescate.. Esto aumentó 01 esplendor de las fies– tas. Los prisionero. recobraron su libertad en medio del regocijo público. El dinero de las vrclimas servía para solaz de los verdugos.

EL APOYO A BONILLA RESULTO GUERRA NACIONAL o

ESDE que el ejército pi.ó el suelo de Nicaragua, re–

cibió constantemente manifestaciones de entusiasmo. En

las poblaciones del tránsito, la multitud se agolpaba á tu paso para verle desfilar. En León hubo más que entusiasmo por los lefes: hubo respeto, ver,eración. Or– tiz fué elevado a la apote6sis. Zelaya y Gámez llega–

ron á "'solemnizar" las fiestas con su presencia, á pesor

de lo que se decia y de lo que los liberales temían. Pa– ra conjurar los peligros, los jefes del cuartel previnieron

á ciertos progresistas, que si le sucedía algo á Zelaya

cilos perec~rían. Libres de cuidados, se entregaron to–

dos á gozar de las !llorias de sus héroes. La Ciudad

toda estuvo de gala; los orcos 'riunfales abundaron; las campanas se echaron á vuelo, los cañones retum– baron, los vitores atronaron los aires. Desde la esta– ción hasta la plaza de armas, el desfile fué perenne ovación, lluvia de flores, palmas y coronas, saludos ca– riñosos, amables sonrisas· y dulces miradas, todo eso con que un pueblo demuestra su entusiasmo, su graltud y su afeclo. En la plaza se había levantado un tablado para tributar al General Ortiz rodeado de varios jefes militares y personas de distinción. El Ministro Gámez, en nombre del Gobierno, le dirigió la palabra, expre– sándole la gratitud nacional por los servicios importan– tes que venia de prestar y concluyó poniéndole en el pecho una medalla de oro con que el Gobierno había

acord~do condecorarlo. De ese acto se tomaron vistas

fotográficas, se sacaron muchos copias y circularon con profusi6n. La medalla fué fabricada en los talleres de la escuel~ de artes y oficios. En el anverso tenía la (ns–

crip~ión: liLa pc;atria agradecida al vencedor de Vózquez". y en el raverso: "General OrUz, 1894".

FIESTAS TRIUNFALES Y PRESAGIO FUNESTO Cóncluídas 10$ fiestas, dieron de bala á las fuerzas de León y Chlnandega y continuaron las restantes para la capital. Allí hubo poca fiesta y siguieron la ",archa triunfal para la Sultana del Gran Lago á recibir las úl– timas ovaciones y á desfilar balo los arcos de madera y bogotana, que simbolizaban ula gloria inmarcesible" obtenida en 10$ campos de H9nduras por colocar á Bo– nilla y afíanzar 6 Zelaya. El "slmbolo" correspondió

á, la "gloria inmarcesible:" un mes después, el viernes santo, precisamente á la hora en que el velo 'se rompe

y Jas piedras se dan unas con otras, un violento hura– cán echó abolo con estrépito el gran arco con tanto es– mero 'levantado. Por fortuna no ",at6 á nadie; s610 tronch6 un cocotero y maltrat6 los retratos de los perso– najes de la época. El vulgo vi6 en la caída del arco Un presagio siniestr,o por el dio, la hora y las demás c.ir– cunstancias. Algún liempo después, los olros arcos •• deterioraron y lai autoridades acabaron de derribarlos. Ahora no queda nada de ellos: d.sapaiecleron, como el humo y .1 rumor de las batallas, al soplo del viento. Sin embargo, sirvieron ,':In 'momerito para Iis~ni8ar la Vc¡l'"

nidad d. algunos. Al frente del grande' arco sI! pronu/,– ciaron ardientes discursos por los ,oradores, de aqu,,'

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tiempo,. obteniendo calurosos y prolongados aplausos de

la multitud que no falta en esas ocasiones. Por la no–

che se iluminó el parque, se colgaron de los árboles faro– litos chinos, de variadas formas y una banda marcial eíecut6 escogidas piezas para festeiar 6 los "héroes"; pero la concurrencia brill6 por su ausencia, demostrando

qUe! allí al menos, la patria no estaba agradecida á los

"libertadores" de Honduras y á 10$ Uregeneradores" de

Nicaragua!

MEZQUINA VENGANZA

Al siguiente día,. tom6 la "trinca" su desqui~

te. Mand6 que la banda tocase en el parque como de ordinario; la gente concurrió como de costumbre, y, cuan– do había muchas s-eñoritas, la banda se reliró súbita– mente; fas que estaban certa, se asustaron, creyendo que ocurria algo peligroso, la alarma cundl6 y la multí– tud se dispersó en todas direcciones, sin saber de qué huía. Lo qua hubo fué ruin venganza de la u'rinca". Porque el público no concurri6 á solemnizar la fiesta con

que celebraron el regreso da los héroes, quiso burlarse

de la sociedad haciéndola concurrir otraIda por la músi– ca y dejándola luego en silencio ó haciéndola huir alar– mada. Ese fué el fin de las ovaciones: un pueril des– pecho porque la sociedad no celebraba el triunfo de los enemigos de su reposo, ele sus garantías y de sus liber–

tades. No se contentaban con triunfar: querían que I()s vencidos tirasen de su carro y les teliesen coronas. La

demencia era co~pleta, tenían perdido el sentido mo– ral. Creían rearm.ente, que acababan de consumar una grande acción y que merecian bien de la patria. Se jactaban de haber ido á redimir 6 un pueblo y no veían que esclavizaban á otro.

VAZQUEZ ACUSADO CON ZELAYA Acusabcm

'!

á Vázqj"ez de tirano c·ruel, de san– guinario, de bárbaro, de incendiario y de .saqueador porque exigía empréstitos forzosos para atender á

los gastos de la guerra y creran Justificada la guerra para ir fI poner t~r",ino' á ese modo de ser de un pueblo hermano. ,Aparte de la sin raz6n para intervenir, cualquiera que fuera la ~anera Con que se' gobernasen los hondureños, camellón la mayor dé- las inconsecuen– das· censurando: en sus vecinos lo mismo que ellos ha–

dan en superio~ escala; es decir, velan la p~la en el 010 aíeno y no veían la viga en el propio. La situaci6n dQ Nicinagua era 'peor que la de Honduras, dado que fue: ro cierto lo que los emigrados pollticos propal,!ron con– tra Vázquez; en Nicaragua no había libertad ni garantías pa,a nadie. Prisiones, confinamientos, destierros, em':' préstitos lorzos.os, ~aqueos,. palos, todo eso estaba á fa

orden del dio,' ¿Qué mós qu.rlan? ¿Qué limite tenia aUi el poder de los qu", m,andoban? Ninguno. Haclan; lo que les daba la gana. le. tiranla no era ejercida por uno, sino por muchos. Cada agente del Gobierno, era otro señor en su localidad, más desp6tico, más grosero,

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