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prep,c;lraban grandes fies~as y en Grana~a se levantaban

muchisimos arcos de madera y bogotana .(1) pintada pa–

ra "perpetuar"la memoria de los· que decretaron' la intervenci6n y de los que la lievaron á cabo. Lo de León se explic.a, porque de allí eran los principales ¡efes militares y de allí eran, en su mayor parte, los soldados de las hazañas de Cholutec.Q y Juana Lainez; pero lo de Granada ¿cómo se explica, siendo esa poblaci6n con–

traria á la guerra que se celebraba y habiendo sufrido por esa causa el saqueo por lista y tantos ultrajes y violencias? Pues se explica también perfectamente por otros $entimientós muy' naturales en los personajes de la "'rinca';: la adulación, la venganza y la avaricia.

HUMILLACION A GRANADA

Querían lison¡ear la vanidad de los ¡efes á quienes levantaban arcos; querían deprimir á los granadinos glo– rificando allí á los principales autores y cómplices de todos los atentados contra las personas y las propieda– des, cometidos desde el comienzo de la "gloriosa" y que– rían también aumentar sus utilidades con el ne-gocio de los arcos y las fiestas. Todo lo que querían, lo rea– lizaron. Lev(lntaron arcos pequeños en las entradas del parque de Col6n y uno grande, inmenso, en el centro de ese parque, paseo favorito de 105 granadinos. En el grande, colocaron en ambos frentes, grandes retratos ·de Zelaya, Bonilla, Gámez, Orfiz y otros personajes de la época. En los pequeños pusieron inscripciones honorí– ficas y laudatorias para los ¡efes militares que se habían distinguido por su valor y pericia,. tales como Sierra, Ma– nuel Bonilla, etc, etc. Eso bastaba, a juicio de la "trin~

ca", para lisonjear á 105 unos y deprimir á los otros; pero, ¿el negocio, dónde estaba? ¡Aquí! Para levantar esos arcos, pidieron fondos al vecindario, á esos mismos ciudadanos á quienes se proponían escarnecer glorifican– do á sus verdugos. Sea por miedo de nue"as tropelías; sea por quitarse de encima á los cortesanos; sea por– que no les importase dar más que chupar á aquellas sang!Jijuelas, 8.1 hecho es que la mayor parte dió lo que le pidieron. Con esos fondos hideron 105 arcos y las

fiestas del triunfo y después cobraron del tesoro público

unos cuantos miles de pesos por los gastos hechos pa– ra recibir dignamente á los guerreros "invictos" que ha– bían cubierto de "gloria" las armas de la' República.

ESPERANZAS DE QUE ORTIZ SUPLANTE A ZELAYA

Con ansitJs era.' esperado el regreso del ejército, principalmente por los conservadores que, sin saber por qué, creían que Ortiz: haría cesar las persecuciones de que eran objeto. Circulaba uno vago rumor de que el vice-Presidente, cubierto de gloria, ocuparía muy pronto el. pr.imer puesto que por derecho le correspondía como leonés y principal caudillo de la revolución y de la cam– paña de Honduras, completamente de la "gloriosa". Se

decia que algunos de sus amigos de Occidente habían

ido á su encuentro con obieto de hacerle las insinuacio–

nes del caso y decidirle á pasar el Rubicón. Sea como

fuer~, lo cierto es que los libe~ales temían algo y co– men,zaban á desconfiar de Oitiz, porque además de suponerlo orrtbicioso, era progresista y creían que los

1) El Lienzo Bl:;Ulco~\

conservadores le alentarían y quizós le apoyarían. Los liberales, aUn los de León, preferían á Zelaya y mira– ban con disgusto el ascendiente qu'e tomaba Ortiz, prin–

cipalmente los militares que se hablan elevado desde

el "cuartelazo" de Julio. superioridad de Ortiz, so–

bre ellos, era incuestionable: se veían eclipsados por él, y, como era progresista, temían quedar completamente orillados en el caso de que subiese al primer puesto. Los liberales civilistas temían también el ascendiente de Or– tiz, por sus ribetes conservadores; pero, al mismo tiem– po, veían con disgusto la influencia que Gámez ejercía en Zelaya, influencia tal que convertía al Presidente en maniquí de aquél. Los principales de esa fracción libe–

ral eran los Baca, los Mayorga y 105 Bailadores de Chl–

ncmdega.. Con motivo de esa influencia de Gámez esta– ban maliados los Mayorga y, el doctor don Francisco Baca h se hábía retirado del Ministerio y marchado a la campaña de Honduras, porque Gámez abusaba de su influencia y se entrometía en los asuntos privativos de los otros Ministros, nulificando á éstos y de¡ándoles la responsabilidad moral de todas las arbitrariedades que se cometían, tales como los palos de Matagalpa, la pri– sión de 105 granadinos en León y el saqueo por lista.

PLATA: O PALO Y PRISION

Respecto de la prisión en León comprendieron que el obieto era echar sobre el vecindario de la metrópoli lo odioso de aquel procedimiento y dar ocasión para que algún fanático político asesinase á 105 presos y cayese sobre 105 leoneses la sangre de las inocentes víctimas para concitar contra ellos el .odio de los pueblos de Oriente. Con este motivo, pidieron que se llevaran de allí á los granadinos é hicieron á éstos algunas demos– traciones, aunque tardías, de amistad y simpatías Por

01ra parte, como esa prisión de los granadinos en León carecía ya de motivo, puesto que había terminado la guerra y había pasado la ocasión de que les suprimie– ran en el momento de un serio revés, pusieron término á ella y dejaron en libertad á todos. Salieron enfermos, flacos, cadavéricos. Si el cautiverio se hubiera prolon– gado algún tiempo más, es seguro que algunos de ellos habrían perecido. Se vieron libres, pero no se creyeron seguros y iuzgaron prudente ponerse en salvo. Avilés

y Salvador Chamorro emigraron para Costa Rica y 10'5 otros se retiraron á sus haciendas.

DINERO DE LAS VICTIMAS PARA SOLAZ DE SUS VERDUGOS

Q~edaban todavía presos en Managua el Gene– ral Zavala, don Miguel Gómez y don Alejandro

y don Diego Manuel Chamorro. Creía la gente que

Ortiz pediría la libertad de esos señores y que Zelaya accedería a su petición; pero la gente se en– gañó. Ni el uno se acordó de pedir, ni el otro se vió en el caso de conceder ó negar. Ambos no esta– ban para eso y tenían algo más importante para ellos en qué ocuparse. Sin embargo, á pesar de las fiestas, no se olvidaban de los prisioneros, ál menos el ""inis– tro de Hacienda; pero no para aliviar su suerte, sino para exigirles el pago de su rescate. Zavola y 'Gómez

·pagaron y fueron' puestos en libertad. Los dos Chamo–

rro, iI quienes¡ tenían en el cuartel principc:d de Mana– gua, se resistían á soltar su bolsa. El Ministro dió or– den de qué apretaran la tuer~a,. porque el dinero urgia

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