Page 9 - RC_1967_05_N80

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y rien con la may\" facilidad. En medio de las lágrimas

arroian una carcajada, y entr~ los espasmos de ésta, se

aniegan en lágrimas sus Dios.

Carlos Selva encarna en los delirantes ensueños de sus antopasados, el huracán -de sus sentimientos, todas las ."debir'.dades que los entregaron con frecuencia cd raudal de sus pasiones, pero también Como ellos tiene algunas virtudes que predisponen a cuant95 las com– prenden y estiman, en favor d~ quien las lleva. Con tal hechura moral, es que nuestro l héroe entra, pues, en los torneos del público dominio. Su lanza está en su pluma Carlos Se:lvo es más bien de. baia que de elevada esta–

turq¡ csgordo, pero no de .aquellos cuyo abdómen su–

mc;rr:nente abultado los hace aperneer más robustos de lo que son. Su vientre no sale sobre el resto de la super.. fiele', :dejando bajo su globo un por do piernas confra

M hechas. Sus miembros inferiores son bien desarrollados

y gur.,rrdón simetría Con el busto que sostienen Su cabe– za ~s gr':::i1de, aunque no muy esférica, siendo hacia las

sj~i1cs algún fanJo aplanada; su cabello, donde actual–

mente relumbron bostantes CClnas, es locio y espeso; no

usa pelo de barba, pero sí usa bigote, que se mueve

de. arriba a abajo cuando Selva habla con Clcalora

M

miento. Esto le da un ridículo aspecto. Sus facciones, aunque bastante gruesas y rnc;d delineadas, presentan al golpe de vista en su conjunto' une estampa de energía,

t.le resolución .

UN ROMANTlCO DECEPCIONADO

Selva ha vivido, pode~o5 decir quo sin hogar- No he visto en torno suyo ~n las horas que m6s ha necesita– clo d.o los (lfedos que ablanclan la durezQ de la jornada humanoj no ha vi!ito UllO muier que a su lado le sirva do Cirineo; no ha visto, cuando ya era tiempo de ver..

105, hijos cuya sonris::. y cuyo porvenir I~ hicieran amar

01 pedazo de tierra donde ellos respirara,n, El hombro que sin talas objetos se cnCUQntra en e.1 .planeta, si. ne.. cesaricimentc ti?na un suelo donde ha n..ctcido, sólo t~ene

unq patria a medias, per-o: no esa patria que se adora m6s que por ser ~t abrigo de nucslra cY\1a, el de aqué–

llos seres representados én la ~SpOSCl y bh. 105 hiios, que

so~ les que cuidan del· techo que nos' perlenece. La casa ·de nuestros padres, es 4iéri'o que es "la nuestra; pe– ro ~o estón allí nuestros der(t~hos Ellos ·están solamente en r6 morada en que cumpliendo con la Ley de Dios, cre(ed y multiplicaos, hemos ido a llenar ~de retoños con el ~fluido de nuestra sangre y con el a~or de nuestras almas Sólo entonces el hombre se siente adherido, sólo cuándo ha formado unC;l familia, al sitiQ en que esa fa~

milia le acaricia, lo alista la mesa para su comida, su cama par cel sueño, y le Hene preparad9G sus lágrimas para la hora de lo muerte y un recuerdo perenne para cuando duerma en la tumba.

Asegúrase que Selva amó en sus dras juveniles a una mujer, pero que ésta no pudo pagar en la misma moneda a su csdmirador; asegúrase que su coraz-ón ha sido fuertemente "amargado" por esta pesadumbre, y

que hoy que Dios ho interpuesto el eterno imposible en.. tre los dos seres que no pudi~ron ligar aquí en la tierra, Selva tiene todavía en la memoria, fresco y vivo, el pen~

samiento de su primer ensueño Si esto así fuese, pobre el hom!..;re contrariado de tal modo ·en sus meiores es~

p~ranz-asl Acaso tenga razón cuando equivocadamente busca el olvido en vértigos periódicos. Quix6s por ~sa

cáusa, V sin quizá, de .eguro por eso, $efva huye de ra

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mci en rama sobre el bosque de la vida; y va, peregrino

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de todos los pueblos, saludando a todos los cielos con igual indiferencio, comiendo en todas las mesas con un

di~9usto igual, pisando todos los campos con el mismo desdén. Cuando después del destierro a que le mandó el Presidente Sacasa, hubo de regresar a estas playas, en

seguida de la revolución del 28 de abril ele 1893, al es– trechar nosotros su mano on las riberas del Lego, lo dijimos estas palabra~: "al, fin, amigo, ha dejado usted

de comer eJ l1C1mad(j :omargo pan del ostracismo"; Selva nos respondió con tronia: uEI pan del ostracismo lo em..

pieza a comer ahora": 'Quiso significarnos, que si volvía a su suelo natal, porque necesidades materiales le im– pulsoban

(1 él, senfía haber dejado o1ros lugares donde

el torbellíno de la civilización ahogaba sus dolencias y

aminoraba sus qu~brantos.

SUS DEFECTOS

Defecto que no se opunta en la mayor parte de la familia de Selva y que en él aparece muy delineado, es

01 deJ egoísmo, y por lo tanto el de la envidia. D~

estas tristes enfermedo.des hon padecido hombres mu..

chos m6s grandes que el escritor gran<3dino, pero no por

~so deja de ser una mancha ridícula llevar semejante condena sobre sí. A veces la envidia por el bien aieno, !:te presenta en Servo con caracteres tan alarmantes, qua por una palabra que se pronuncie en su presencia en favor de una perSQna, sea o no de su oficio, nuestro protagonista contradice on oltas y trémulas voces al

que elogio o quien él no quiere que se elogie Si el ser sobre quien se ha~Ja es acaso dado a las tareas .Iit~ra­

r'os, y printipalm~nte si ese tal es de su pais, y -se le otorgan los méritos que mer~c~, quien el ello se atreve Con conocimiento del señor Selva, pue~c darse por per–

dido en su c~riño y IU estimación. Selva no quiere que en la América Central, y mucho menos, como ya dijimo.s, en la tierra en que ha nacido, se reconozca entre 105

escritoi"e!:t vivos, ryinguno que pue~~, por lo bueno, co·m– pararse con él. Lleryo de unn vanidad i~mens~, se iuz– ga I1)UY distinto do lo que. es. Su egoísmo ra ha privado da muchas cosas da que hoy pudiera disponer. Sacar, qun con el fin Q16s pia~oso; un centavo de su bol~iIIo,

es tarea vQrdade~f;lmente difícil; s~. I~ega~a

Q s~r ric~, se... ría un avaro. S.i le tocan una flor del jardin que ha cultivado, una fruta d~ las que manelo sobrE! su m~sa,

gimotea y protesta que c:la gusto. Paga mal a sus sir– vientes y es duro p~ra con eIJos. Jntoler<lnte como no

hay muchos, ¡amás perdona una equivocación que le ocacione la más leve contrariedad, y se deshace en im–

precaciones contra el infeliz que no supo conducirse a medida de sus caprichos. A pesar de haberle ido mal on el negocio do los amores, no pór eso dela de creerse Con dotes para emprender una conquista de ese género;

y foriando en 5U cabeza victorias que no existen, todo~

los días se supone victorioso si emprende las campañas de Cupido, aunque la dama s610 tenga veinte años, y

él, como en efecto, ya pase de cincuenta.

y no es Selva dkhoso, como otrás aseguramos que no lo era, y no lo es porque las alucinaciones de la va– nidad no deleitan el espíritu, y porque s610 tracn la feli– cidad para éste, los trasportes que nacen da su mismo seno, inspirados por la humildad reconocida o por la tier– na gratitud. El hombre que aspira a seducir a una mu– ler para darse el orgullo ~e. anun_ciar a los vientos, mía es, no halla en el ~m9¡ que persigue (lusa ninguna de

v.rda~e_ro bienestar; pero quien va ,,,as Un coraz6n, por...

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