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gaba Tegucigalpa después de haber ocupado Yuscarán. El General Vázquez, que debió socorrer Choluteca, antes

de sucumbir, no pudo por atender primero á las fuer...

zas que amagaban la capital; derrotadas éstas, se diri–

gió Choluteco¡ supo en: el camino que estaba ya en poder del enemigo y que este ocupaba además Nacao– me y Corpus; no 5e detuvo por eso, avanzó sobre la ciu– dad arruinada y empeñó el combate; por algún tiempo estuvo Indecisa la victoria; parte de la fuelza "icara–

güense se desbandó y llevó á Nicaragua la noficia del

desastre; peto las fuerzas de Nacaome fueron en auxilio

de las de Choluleca y Vcízquez luvo que replegarse so– bre Tegucigalpa.

PRISIONES Y DESPOJO

Eslo fué él mediados de Énero de 1894. Enlonces

fué también lo mlÍs recio del saqueo en Nicaragua. Na– turalmente, creyeron todos qoe los reformadores se ali– ñaban desbaHjando al prójimo, porque la forma y la violencia del saqueo co'incidían con la noticia de que Vózquez htlbia !riunfodo en Yuscarán y Coluteca V avan–

zaba sobre Chinandego. En Grenada comenzó la ope–

raci6n Ó las 11 de lo mañana. Uno á uno fueron lla– mando del cuarter ó llevando con oficiales ó escoltas 6 los que estaban comprendidos en la lista consabida, sin necirles paro qué les querían y les colocaban en una

pieza interior del edificio Algunos tuvieron {"iempo de huir y otros se escondieron 01 ver tantas escoltas (:ondu– ciendo gente gl cuartel. A ¡Jesar de que muchos se es– caparon, (Q910r0I1 reunir 18. El número er'tl tentador y

baslabo para inlentar algo con arrojo y valenlla. Algu– nos estaban armados, la fropa era P9ca porque habla muchas escoltas buscando él quien traei' y por consi– guhJnte era muy fácU apoderarse del cuariel y comenzar

una insurrección que podia tener grondes 'consecuencias en aquellos momentos en que el liberalismo parecía bambolear. Uno de tantos propuso el proyedo á sus vecinos; peto no halló eco. Aquellos 18 eran carneros

disf)Uestos á deiarse trasquilar y aun degollar sin resis–

tencia. Todos s.e miraban azorados y apenas se pregun.. 'roban ¿qué sería? ¿Qué p~nsarían hacernos? ¿Para dón– de nos lIevorán? Eron foles 'a agonía, la zozobra, 01 terror de lo desconocido en oqueUa gente perseguida V

acosada sin cesar que, Uno de tantos á quien llamaron

105 Jefes del cucutel para deCirle que por equivocctl6n le habían traido y que podía irse, se informó de lo qua

se trataba y raglesó lleno de gozo 6 decir á sus com–

pañeros: UNo temon nada; se trota únicamente de sacar dinero". Eso da la medida de lo que era aquello. Qui– tar el dinero, desvalijar un~, r)Qda signifkaba ya; habla algo n'I6s serio; ser enviado tll eiército; había algo m6s

incómodo: permanecer en una cárcel; había algo más cruel é ignomiñioso: el ·palo hasta sacar sangre, hasta hacer saltar los carnes, hasta romper los huesos. En

presencia de eso ¿qué valía ser desvalliado? Nada, equi– vcdía ó pagar un rescate. ¿Qué tiene eso de particular? ¿Qué tiene de nuevo? Absolutamente nada; el procedi–

miento es muy vieio y muy usado, en Sicilía, en la Ca~

labria, en Grecia en Arabia, en todas parres donde unC1

cuadrilla de bandidos oc apodora de algún desgraciado transeúnte. ¿Quién no ha leído alguno relación de aVen– turas de esr;¡ especie? ¿Quién ha conoce 01 célebre Luig; Vampa? ¿Quién no ha oído hablar dol famoso capitán Rolando? A nadie se sorprende ya con esas (osas. La

humanidad estó (urgda de espantos; los hicarCigüenses han visto mocho en estos últimos tiempos, y los grana– dinos, los r~venso5 y 105 mafagalpqs, sobre todo, además de ver y oír han senlido los VClraZO$ en sus eS"'Clldas.

GRAVE ACUSACION y CUOTA ASIGNADA

UN

murmullo acogió los palabra!;: "No teman na– da; se trata únicamente de sacar dinero". Aquella gen– te resplr6, botó un peso enprme. Ce5.~ba ya el terror de lo desconocido, que es P'90 super!or al miedo; se sabici quo por el momenlo !lo había '!'!o tomer el palo ni el envio al ejército y que todo se reducía á lal'gar la bolsa; fallaba saber cuál sería la cuola delallada á ca· da :,uno. La razón de la prisión preliminar, no había que averiguarla, eslaba muy claro; el'<l el plagio que procedía al rescate. ConversClban y cavilaban los pr¡~

sianeros respecto de su mola ventura, cuando lIeg6 el Jefe Político con mucha circunspecd6n á sacar de dudas

á las ánimas en pena que hacía algunas horas espera– ban su advenimiento. Estaba algo cortado, como aver– gontado del papel odioso que le tocaba ropresentar; sin 'embargo de que al ser colocado allí por Gámez y en aquellas circunstancias, debía suponerse que de ante– mano aceptaba cualquier papel. Lo habían creído á

prop6sito para el caso; allí estaban todavía los "timbu– cos" que iban á ser desonados y nadie más adecuado que un antjguo

II calandraca" pudor, se excus6, pronun...

ció o'gunas palabras respedo del "habeC1s corpus" y de

105 Ironíos democráticas, y, concluido el exordio, entró en materia. "Señores, dijo, voy á leer á ustedes esta carla del señor Presidenle de la República y !=omandan– te General del Ejército" ..-como si dijera del Emperador y Roy, nuellro amo y señor, du.eño ·de vida. 'y hodell

o

das.- La carfa era carla, eslaba de puño y lelra de José D. G6mez y tenia la firma J. Sanlos Zelaya. Dedo on sustancia que los parscmas mencionadas en uncí lista que acompañaba, habían alonlado al Gl!neral Vásquez .para hacer la guerra 6 Nicaragua, que esa Co"ducla an– lipalriólica debía casligars'e haciendo pesar sobre ellas los gastos de 10' guerra y que, e" consecuencia, les exi..

glora gubernativamente· y en 01 perentorio término de IIdoce" horas, lels cuotas señaladas á cada una de ellcs. To.dos guardqban profundq silencio, como cuando á un.

reo, de graves delitos, le leen su sentencio. Terminada la lectura de la corta, comenzó, la de la lista, con mu– cha pausa".

SANTIAGO MORALES, FERNANDO LACAYO,

VIRGINIA CUADRA, MULTADOS

Santiago Morales, cuarénta mil pesos; Ferncln– do y Manuel Lacayo, treinta mil pesos; EulQgio Mo– rales, quince mil pesos; Virginia Cuadra é hijos, diez mif pesos; Gonzalo Espinosa, cinco mil pesos", ett., etc., has– ta terminar la inmensa lista, en que se recorría el dia– pasón desde lreinla mil hasla 100 pesos, término de la escala del sáqueo. Al concluir la sentencia, todos los reos estaban pálidos, mudos y 5e miraban, como pidién ... , dose alienlos, en aquel apurado lrance. El primero que ; rompi6 .el .ilendo ,fuá don Santiago Morales. "Anie to– 'do, ,dijo, recha.o ero mI nombre y ero el. de ml$ compá-

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