This is a SEO version of RC_1967_05_N80. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »greso hondurefio. En consecuencia, y para que el disi.. mulo fuera más completo, se arrestó á algunos hondu– reños de los que habían servido en la campaña de Ju. lio, con pretexto de que conspiraban contra el Gobierno,
y se dió empleo á olros en punlos dislantes de la capi– tal para que cesaran las sospechas y no se precipitaran los acontecimientos antes de Utomar los estribos", como decía el ¡efe de la "gloriosa" á sus empleados al reco-– mendarles que tratasen bien a
los vencidos, á" fin de no exasperarlos con hostilidades prematuras.
POLEMICA IDEOLOGICA
Gámez había restablecido su "Térmometro" y dispa– rataba de lo lindo al tratar las cuestiones que surgían á
cada paso. El Diarilo, apoderándose del ideal democrá– tico como de piedra de toque; sometía 6 esta prueba los actos de los regeneradores y los declaraba de mala ley.
HE' Termómetro" se empeñaba en defenderlos, en iustifi– carlos, en explicarlos, siquiera; pero carecía de aptitudes
para esa empresa, salía deslucido en todas las cues– tiones y empeoraba m6s y más cada vez Jo causa que
defendía. En su exasperaci6n, trataba al "Diarito" de conservador, de progresista, de clerical, porque combatía las Irregularidades liberales, reprobaba las torpezas que
se cometían é indicaban el rumbo que debía tomarse para salvar la navecllla del escollo. Esa triste salida del portavoz del liberalismo triunfante, daba armas á
105
conservadores, y con mucha habilidad los esgrimía. "Un vencido de lo Cuesta" en una serie de correspondencias dirigidas al "Dicuito", demostrando que desde su funda ... ción era liberal ese periódico, que jamás había cambia– do su bandera; que al juzgar y condenar los aclos del liberalismo conforme al criterio democrático, era conse– cuente (on sus principios; y que al tachársele por esto de conservador y de clerical se confesaba que los liberales estaban fuera del liberalismo y que los conservadores eran más demócralas que los que por antifrasis se lla– maban liberales. uSevero", (1) por su parte, en ofra se– rie de artículos, publicados en i1EI Diorito" con el mote "Los comienzos del liberalismo en el poder de Nicara– gua", puntucdiz6 los errores que diariamente se cometían y demostró que los CIclos del Gobierno liberal eran la antitesls del liberalismo.
CARLOS SELVA DESTERRADO
El supuesto autor de esos artrculos fué perseguido, se le puso preso, se le dió de alta y se le envió á la costa atlántica á prestar sus servicios. Esa me– dida despótica desagradó á todo el mundo y fué reprobada hasla por los mismos liberales, como los Comandan/es de elrmas de Managua y Granada, que vieron en ella una venganza de Gámez. La repro– bación general halló eco en la Junta de Gobierno; la venganza quedó sin efecto, haciendo regresar de San Carlos á la víctima que iba para la costa a expiar su culpa de combatir la iniquidad y defender la justicia y la liberlad.
En visla de lo que pasaba, dijo el General Zelaya
1) SEVERO era. el seud6nimo oon que ii",nana sus pro– ducciones el escritor rivente don Manuel Antonio Gallegos.
qUé lo mejor era que Gámez no escribiera. En conse– cuencia, traspasó éste su "Termómetro" á los Navas, pe– ro como ese periódico estaba tildado de ministerial, no produjo efecto la maniobra, continuaron contra él las prevenciones que ya existían y por último resolvieron cClnlbiarle el nombre y le llamaron "El Día", como si de esa manera pudieran disiparse las sombras de la noche qua sa extendían ya por todos los ámbitos de la
República á la que poco antes llamaron con énfasis tila Suiza Centroamericana".
GAMEZ PIERDE PRESTIGIO
El desprestigio de Gámez se aumentó con la derro– ta sufrida en el periodismo, fué unánime la opinión de
que era nociva al Gobierno y de que convenía alejarlo. Compri!ndió Gámez la tempestad que se levantaba en su contra, principalmente del lado del liberalismo, y pro– curó contrarrestarla. Se había reconciliado con don En– rique Guzmán, de quien fué un tiempo amigo entusiasta y después implacable hasta llegar á desafiarlo. Guzmán no le hizo caso y se limitó á decirle que anfes de desa– f¡arle debía pagarle trescientos pesos que le debía de.– de que fué agricultor, porque ese no era el modo con que los caballeros liquidaban sus cuentas. Gámez que– dó corrido y amostazado con aquella respuesta á su reto
y se limitó á decir que no era él personalmente quien debía, sino unr.i compañía que había tenido con su con– cuño pella un beneficio de añiles. Reconciliado con Guz– mém, como he dicho, fuá á Granada á hacerle una visi– ta y en ella le manifestó en confianza que la situación era muy mala para los liberales de Oriente, qua los leoneses tenían mucho preponderancia, que Zelaya esta– ba en memos de ellos y lo botarían en el momento que quisieran y que para evitar esto y las calamidades sub– siguientes era necesario que los conservadores apoya– sen á Zelaya. Guzmán refirió eso al General Zavala, és– te me lo contá á mí y yo se lo participé a don Samuel Mciyorga, con quien tenía íntimas relaciones, para que Iralase de averiguar lo que había de verdad en aque– llo, porque si era cierto lo que Gámez había dicho, era evidente que se trataba de traicionar al liberalismo, de Occidente, buscando el apoyo, de los conservadores de Granada á quienes se acaban de quitar el poder con el auxilio de aquellos: Mayorga dió traslado á sus ami– gos de lo ;que ocurría, el General Zelaya dijo que no sabia nadel de aquello y que debía interpelarse á Gá– O'Iez. No estaba este en Managua, le habían enviado tí Costa Rica con pretexto de un~ mísión diplomática, pe.. ro con el positivo objeto de retirarlo del Gobierno de una manera suave y disimulada para que no le fuera tan penoso y evitar que la oposición le· silbara. Escri– bieron á Gámez respecto del incidente con Guzmán Y dió expJicaciones y excusas en términos que nadie en– tendió, pero que fueron una respuesta para salir del mal paso diciendo algunas palabras. Cuando regresó de su misión diplomática, se le volvió al puesto que te– nía, tomando en consideración que había prestado mu– chos servicios al liberalismo, que sus faltas eran más bien efecto de su carácter y atolondramienfo, que de ma– las intenciones, y que despedirlo era una ingratitud has.. ta cierto punto y que la aprovecharían los enemigos del Gobierno, mostrándola como prueba de la inconsecuen– cia de los liberales aun con ellos mismos.
20
This is a SEO version of RC_1967_05_N80. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »