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del enemigo para apagar sus fuegos 6 hacer que se re· tirasen; el cañón no llegó nunca. Los que dirigían la guerra no sabían, no pedían ó no querían hacer lo quo

debían; ninguno de 105 jefes superiores se presentó en

el campamento atacado ni se le: enviaron refuerzos; esa extraña conducta desalentó al Jefe de la vanguardia; deliberó ton sus compañeros y resolvieron abandonar

el campo y concentrarse á la capital, á donde llegaron en la tarde del 23.

UNA RETIRADA DESASTROSA

El efecto moral de esa retirada fué desastroso, aun– que las tropas llegaron en orden y trajeron sus cañones. A todo el mundo sorprendía aquello porque nadie ha·

bía pensado en la posibilidad de una derrota,., menos allí á tan poca distancia y terdendo tantos elementos y

t~ntas fuerzas en la capitgJ. ~6 que sucedía no era na..

tural y se comentó de varios modos. Cada uno de los

que podían ser responsables, echaba 1(:1 c\llpa al otro;

los Jefes de la vanguardia, al mando en Jefe y éste á

aquellos; todos murmuraban y era fácil Qbservar que

faltaba energía y unidad de acción en las· operaciones;

sin embargo, se trató de reparar el descalabro y se dis..

puso ocopar las alturas de la Cuesta, á una legua de la capital, camino de Mateare. Se emplearon la tarde

y la noche en esor preparativos, en la seguridad de te..

nar que combatir 'en la mañana siguiente.

ZAVALA VS. ZELAY 1\

EL 24, la población de Managua fué despertada por los éstallidos de las bombas que, sin previa notificación, arroiaban dos vaporcitos situados Q larga distancia. Es... te hecho bárbaro produjo su natural efecto. La gente huía con pavor al oír el silbato y el estallido de las. bombas. En el acto respondieron· á los fueg~s de los vapores, dos cañones situados en el muelle, .el uno y

én· la plaza de armas, el otro. Nlhgún tiro fu~ certero; pero algunos dieron tan cerca de 195 vapores, que éstos

se retiraron y cesaron de disparar., El Ministrq, ameri.. cano dirigi6 ·una protesta al Comandante de l(:is fuer.. zas de la revolución, que se hallaba en Mateare, por 'el hecho salvajé que se acababa de cometer ,contra los ,usos de la guerra en naciones cultas. A esa protesta sensata, respondió con un cúml¡lJo de sandeces ydispa.. rates, el Ministro de Fomento de la revolución,.. don José O. Gómez, que acompañaba al Comandante de armas cómo del\¡gado de ·la Junta de León. El procé~imiento

salvaje que <>riginaba la protesta no tenía disculpa ni excusa y lo qUe el tal Ministro qlegaba s610 probaba que era él tan ignorante como b<lrbaros los qúe habían ordenado el bombardeo; sin eml:iargo, la protesta di6 resultado porque no repiti6 el h~cho salvaje sobre la ciudad. El resto del día se pas6 li\ntre alarmas y prepa. rativos para el combate en la C\lqsta, qUe se esperaba de un momento á olro. La confili!l"za se habia reslable. cido, las fuerzas de que el Gobigr'no disponía eran su.. periores á las revolucionarias y naturalrt'\ente el triunfo debía ser suyo. Por desgraeia, el ejército estaba ma..

leado por la división que existía entre los círculos con.. servadores y las simpatías de los managua:s hacia el

General Zelaya. Por deber estaban muchos en sus pues· tos é iban ,,1 combate, porque hasta hombres notables del genuinismo decían que para ellos no había diferen–

cia entre lava la y Zaloya. Si 105 notables decían eso; ¿qué pensarían los demás?

LA BATALLA DE LA CUESTA

En la mañana del 2S fué atacada (a Cuesta, de frente, por el ejército que avanzaba de Mateare, y por el flanco derecho, por 105 vaporcitos que cómodamente arrojaban sus bombas. Las posiciones fueron defendi– das con bizarría á pesar de que algunos c\l.erpos de tro– pas no llegaron al combate, perdiéndose en el camino; á

pesar de que á los principales jefes no se les vió allí la cara; á pesar de que los que combatían, caredan hasta de agua; á pesar en fin, de que todos observaban que sucedía allí algo extraordinario que 'nadie se explicaba.

13

Los vapores se retiraron muy pronto porque en uno de

ellos cayó una granada é hizo algunos muertos y mu– chísimos heridos. 1 Eso bastó para que no volvieran á

la carga. El ejército de tierra continuaba combatiendo, pero flojamente; muchas compañías se habían retirado ya pora Mateare, creyendo perdida la batalla, y las fuer· zas orientales se mantenían en sus puestos, aunque no

les llegaban refuerzos, cuando recibieron orden de reti..

faf5e~ Algunos de los ¡efe.s no querian obedecer, ale..

gdfldo que estaban venciendo y no había razón para retirarse; pero la orden fué; reiterada, no llegaban refuer– zos para avanzar y tuvier~'~ que obedecer.

SALVESE QUIEN PUEDA

Mientras pasaba esto en la Cuesta, en Granada había ansiedad; estaban listos trescientos hombres. que acaban de llegar del Rama y no había c6mo conducir– (os á Managua; se pedía con instancias un tren y no llegaba. ¿Qué hacían en Managua? Había allí más de mil hombres y en vez de enviarlos á la Coesta, los ocupaban, desde muy temprano, en cargar' los trenes con

los cañones, los rifles y el parq'le qUe había en los al– macenes: de guerra. ¿Para qué querían est? armamen~o?

¿A quiénes iban á armar? ¿D6nde y cuándo pensaban pelear, si no peleaban alli, teni~ndp gente suficíente y eslando el enemigo casi d~rrotado? IMisterio, que loda– vía no se aclarado! .Coando el material de gUfiI!rra es– tuvo listo para ser conducido, se acord<:tron de- enviar á

Granada el tren por tanta$ veces pedido. En el acto que lIeg6 embarcó sus tropas el General Montiel y par. tió para la capilal. En el lugar del cambio entre Masa·

ya y Managua, se encontró con el tren que traía al Go– bierno, al Estado Mayor, el material de guerra y los restos del ejercito que tuvieron tiempo de embarcarse en

el momen'o de ¡sálvase quien puedal Lo que sucedía

era vergonzoso: terror pánico se había apoderado de aquella gente y huían sin saber de qué ni por qué. En medio del desorden que hubo en aquel ejército sin je. fes, todo el que quiso tomó participación en el combate de la Cuesta, se ¡'improvisaba ¡efe 6 ayudante, llevaba

y traía órdenes, aconsejaba y dirigía oper(fciones, man.. daba y obedecía, servía y estorbaba.

TOMA DE MANAGUA

Uno de estos quergues sofocado, énardecido, des.. pechado al ver Iq retirada sin motivo y cuando allí se

cr~í.an vencedores, corre á Managua y entra gritando ies– tamos perdidos! lestamos perdidos! llega al palacio, cuen-

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