Page 57 - RC_1967_05_N80

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véllter de qUe deblan ponerse al serviclo de Sacasa, se hablan marchado al campo contrario y ali~tado bajo las banderas de la revolución., Tal era Gámez en abril, ese mismo Gámez que después ha sido diablo tjontaci':'r,

6ngel malo y fUlleslo conselero de Zelaya; enemigo lin.·

placable de los occidentales, soplador del fuego de la discordia y causa eficiente de la ruptura de 105 liberales

y de la funesta guerra que ha sido su consecuencia.

TRIUNVIRATO ZAVALA-ZELAYA-MONTIEL

E

L General Zelaya fué muy bien recibido por los

con5erv~~~".s y pu~¡licó en el acto una proclama hacien–

do resaltar los abusos, los afropenos, la corrupción, el

desbarqjuste administrativo del Gobierno del doctor Sa– casa y' lIa~ando á tomar las armas á todos los ;buenos ciudadanos para poner término al oprobio que pesaba sobre los "icaragii~nses que soportaban aquel Gobierno nefando, corrompido y corruptor. Ese documento levan– tó á grande altura la talla moral del General Zelaya, hizo desaparecer las prevenciones que había en su con– tra y contribuyó á darle populaddod, aun enfre 10$ (on–

servado~es recalcitrantes. Su llegada él Gra~oda y su

procla,~~ le abrieron vasto horizonte y prepararon el ca.. mino (;'d~ su elevoci~n. Hubo confianza en él y sé le dió una prueba de estimaci6n formando con él, Zavala y

Montiel, el triunvirato que se puso al frente de la revo– lución.

LOS COMBATES

Las escasas fllerzos revolucionarias tomaron posi– ciones en Masaya y esperaron el ataque del ejército del Gobli>rnb. El primero de mayo, tuvo lugar la primera batalla. El choque fué tremendo; los providenciales car– garon como leone$; pero fue contenido su empuje por el valor, y I~ inquebrantable resolución de sus contrarios, de vencer ó morir; la fortuna favoreci6 á éstos, obtuvie– ron completo triunfo é hicieron retroceder hasta Mana– gua los restos deshechos del arrogante ejército, que poco antes había intentado anonadarlos.

Este primer triunfo alentó á los revolucionarios, que hablan iniciado, sin elementos, una campaña contra un Gobierno bien armado, contando apenas éon -tI apoyo ofrecido, con la (uslicia de la causa y con el desprestigio del gobernante; pero de poco servía eso si ño había armas para alistar ejércitos, si el Gobierno se" rehada prestándole Leán su decidido apoyo y volvía á 'la carga con mas coraje. En tan apurado trance, dirigieron sus miradas al Gobierno de las promesas incondicionales, al ge~eroso amigo que les había ofrecido ayud·!irles á libertar él su patria,. sin mira ulterior;

u sans desníer pen– sée ft

, fueron IUS palabras; pero todos los esfuerzos fue– ron Inútiles, las palabras se las lIev6 el' viento; "6 "sé si negó haber ofrecido 6 se arrepintió de su arranque de generosidad; pero Jo cierto es que no dió un rifle, ni quiso ,yen~erlo, ·ni prestarlo. Esa decepción fué amar– ga y t,.rrible; pero no desalentó á 105 patriotas: sacaron fuerzas de f'aquezas, hallaron en los almacenes una con– tidcu;f' de rifles vieios Chauepots, arreglaron algunos, re– hicieron el parqué y esperaron el segundo embate en sus poslelones de Masaya, llamadas el Limón, la Barran–

c~ y el Coyotepe.

- ~ , "ELdescalabro sufrido el 19 de mayo, por las fuerzas del Gobierno, pus'o en evidencia que León no estaba resuelto a sostenerlo á todo trance, á pesar de ser el doctor Sacesa leonés y de estar combatido por los 9.rana– di nos; lo que probababa que el esplrit" de localis",o es– taba amortiguado y no tenia la ceguera que lleva á los

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pueblos á cometer iniquidades. Muy débil fué el apoyo que León prestó al Gobierno para rehacer sus fuerzas; pero con eso y lo que tenía en Managua, pudo intentar otra batalla. Se obstinó en abri,rse paso por el mismo camino, volvió por su capa al m.~smo terreno y atacó el 20 de mayo las posiciones ventaiosas que ocupaban $US

enemigos.

Sus tropas se condujeron con bizarría, cargaron con la impetuosidad que es peculiar en el soldado leon6s; pero las posiciones eran inexpugnables, el cañón: barría sus filas, fueron rechazados con grandes pérdidas, les entrá el desaliento y se replegaron á Managua. (ll

Esta nueva derrota produjo consternación entre los providenciales. Perdieron la fé en la Virgen Moría, hu– bo desconfianza entre managuas y leoneses; el dador Sacasa. no se atrevía á salir de sus aposentos; la desor.. ganizaci6n era completa en todo; se carecía de recursos

y no había energía ni espera·n:z:a de tri~Jnfo par~ pro– longar la lucha.

TRATADO DE PAZ DE SABANA GRANDE En esta situación, el Ministro americano ofreció su mediación para que se hicifJra un arreglo: fué acep– tada por ambas partes, se reunieron en Sabana Gran.. de los comisionados que debían conferenciar y firmaron un tratado de paz, que inmediatamente fué ratificado por Sacasa y el triunvirato. Ambos partes se feli– citaron á sí misma por aquel desenlace: Sacasa, por– que carecía de opinión y de recursos y los triunviros por que no tenían elementos de guerra para tontinucn la lucha hasta obtener una victoria definitiva. Sin em– bargo, asi como era, bastaba, por el momento, por-que ponía término él la guerra, desaparecía Sacasa de la escena política y había campo para reorganizar el país de manera conveniente. Por desgracia, la ambici6n des– pertó celos y rivalidades entre los vencedores, se ahon– daron antiguas divisiones, nuevo desbaraiuste siguió al anterior y la revoluciólJ de abril no fué ya el térinino del oprobio sino el comienzo de otra mayor.

Según el convenio de Sabana Grande, el doctor Sa– casa depositaría la Presencia en el Senador Machado, quien tenía derecho 6 norribrar un Ministro, el tríunvira– to nombraría los otros tres· y el Gobierno se eiercería por los cinco, resolviendo todo por mayoría de votos; esto es, reemplazaba lo que hacía una Junta de cinco, en la cual tenían la mayoría los· revolucionarios. En la for– ma, parecía que Sacasa continuaba con poder; pero en el fondo lo perdla por completo y los revolucionarios eran dueños de lo situoci6n.· Además, se debía convo– <:ar una Asamblea constituyente y quedaba sentado que los que formasen la Junta de los cinco, no podían ser electos Presidente para el primer perlado. AIIi estuvo

1) El genelal ecuatoriano, Leoniclas Plaza, era jefe niili~

tar de las fuelZas del gobierno derlotadas en esa batalla. Este miSmo genelal Plaza, oc~p6 después en Costa R~ca, im– portante cargo militar y afib's:,más tl;ude fué presidente del Ecuadol.

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