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« Previous Page Table of Contents Next Page »terlor de prestarse de Instrumento d. I~s G~biernos con– servadores' confesaron que ese ir y venir de aqu( para allá, era c~u$a de su despres'4gio y de que no, hub!eron llegado al Poder, y declararo_~; que no volvertan a co– meter esa falta y que mantendrían bien alta su bandero sin volverla á doblegar; sinembargo, el General Zelay~~
¡efe entonces de los /Ibera les de Managua, se acert6 al Gobierno y de acuerdo con el Ministro de la Goberna– ción fué á Granada con obieto de conferenciar con los
, I "d . conservadores para ver si era posib e un mo us viven..
di t
\ fué bien acogido por estos y aun no hobjo regre–
sado á Managua cuando tuvieron lugar las prisiones y
destierros de que hablé. El General Zelaya /leg6 á la capital y ni él, ni ninguno de sus amigos fueron moles–
tados entonces ni después. Eso altoió sombras de do ..
blez de carácter sobre lelaya; él trat6 de justificarse, pero siempre quedó señalado con maja nota. Recuerdo que la prensa de Cosla Rica dilo algo á ese respecto y fué público que los proscritos nicaragüenses, asilados aquí se queiaban amargamente de su amigo y aliado. Con la expulsión de los senadores conservadores, el Gobierno tenia mayoría en el Senado y desapareci6 ya el conlrol del Congreso para los actos del Ejecutivo; y con la supresión de IIEI Diarito" y del "Diorita Nicara– güense", se había extinguido la voz de la prensa inde– pendiente, no había ya quien censurase; silen.cio pro– fundo, paz sepulcral, reinaba en Nicaragua. El dodor Sacaso estaba á sUs anchas, sin control ni tensura y
rodeado de amigos, de paniaguados y de c6mplices. El desbarajuste y el derroche no tuvieron valla, la corrup– ciÓn llegó á su colmo; 105 negocios turbios estaban á Ja orden del día; ningún providencial perdía el tiempo, ha– ciéndose pogar caros sus servidos; el doctor despilfarra– ba y detaba despilfarrar; concedía privilegios ruinosos para que los negociaron; acordaba monopolios, como el de licores, á familiares suyos, para que se enriquecie– ran; una especie de vértigo por improvisar fortunas se había apoderado del gobernante y sus satélites, y como las rentas no bastaban, ni se podía emitir mayor canti– dad de bonos, se ocurrió a los empréstitos; pero el cré.. dito no existía ya en los mercados extranjeros, hasta las casas que en Nueva York, en San Francisco, en París y en Londres hacían antes anticipo$ al Gobierno para pa– gar todo lo que pedia, lo cerraron sus caias y apenas en El Salvador pudo conseguir 200,000 pesos, que cayeron en el exhausto tesoro como gota de agua en ladrillo nuevo. Ya no se pagaba COl1 regularidad á los emplea– dos públicos, 105 impuestos credan, algunos amigos del Gobierno se queiaban y el pueblo murmuraba; el cielo estaba entoldado y la tormenta al estallar; pero el doc– tor nada veía, nada oía, descansaba en la Providencia, hablaba de eiércitos que tenia listos en su imaginaci6n, habío convertido la policía en guardia pretoriana, vivía encerrado, rodeado de cañones y de guardias y no con– sentía quo el público transitara por las aceras del Pa– lacio. Para colmo de males, choc6 con los circulillos que tenía: el do Granada se le separ6, el de Mana– gua vivfa en desacuerdo con los de Le6n, y esa ciudad se mostraba tan desagradada como la de Granado y vela como una calamidad nacional el Gobierno presidido por uno de sus hijos. . ZAVALA Y MONTlEL, JEFES REVOLUCIONARIOS En tan crítica ;\situación, se le ocurrió al des
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graciado doctor acordar amnistía en favor de los desterrodos, creyendo tal vez reconciliarse con ellos.
Mientras fanto, cierto Gobierno que no quiero nom.. brar, compadecido de Nicaragua, había ofrecido su opo.. yo á los emigrados por medio de un amigo de la con... fianza de ambos y (uyo nombre no hay necesidad de pronunciar. Esto alentó á los emgirados, (olumbraron la esperanza de la redención de su patria y comenza– ron ó dar los posos conducentes al efecto. Se temia, con fundamento, que al estallar la revoluci6n, el Go– bierno de El Salvador auxiliase al de Nicaragua para ayudarle á debelarla. Era preciso, pues, asegurar la neutralidad de los Ezeta y se convino en que el doctor, cuyo no-mbre he coUado, ¡ría 6 Guatemala c.on obi,eto de obtener dei Gobierno la promesa de obligar á 105 E:zeta ó mantenerse neutrales. El doctor fué allá y sali6 avan– te en su misión. Los emigrados comenzaron á regresar
ó NicC:l{ogua, y, cíe acuerdo con los principales caud:illos de la oposición, se prepararon para la lucha, consiguie– ron que el cuartel de Granada les fuese enlregado y del 28 al 29 de abril de 1893 eslall6 la rovoluci6n encab.... zado por los Genorales lavala y Monlie!.
IBASTA DE OPROBIO!
No ha habido en Nicaragua revolución más popu... l<ir. El estallido de Granada hall6 eco en todos los ám– bitos ~el país. La frase lIbasta de oprobio", lanzada por los caudillos en su proclama, estaba, si no en los labios, en la mente de todos, era la expresi6n de la opinión pública y condensaba el sentimiento y la aspi– ración nacional. El pueblo corrió ó las armas, empuñó las pocas quo había en los almacenes y sali6 al en– cuentro de las huestes que el tiranuelo insensato envio.. ba contra 1(1 ciudad heroica que acababa de lanzarle alrevido relo. Fuc\ ocupada Masaya, Rivas capitu16 sin combatir, Chontcrles y Matagalpa se pronunciaron, las guarniciones de la línea del río San Juan se entregaron
y de todas partes afluia gente á Granada, ansiosa de lomar participaci6n en la lucha por la Iiberlad y la hon– ra de la patria. Entre los que llegaron de Managua sobresalían el General Zelayo y algunos de sus amigos que ·habían querido seguir su suerte. Don José D. Gó– mez brill6 alli por su ausencia. Se llamaba 6rgano, porlador y abanderado del liberalismo; su posici6n le obligaba á seguir ó su ¡efe y amigo; pero su convenien.. cia estaba con Sacasa; veía dudoso el éxito de la lucha
y prefiri6 quedarse en Managua, refugiado en la Cruz Roja, .listo á salir en el momento oportuno y presentarte
á quien, fuera vencedor. De Rlvas se habia trasladado á la capilal buscando los favores del Gobierno. AIIi me– draba algo, se puso al servicio del doctor Sacasa, cola.. boraba en 10$ periódicos inmundos que mantenía el co– rrompido y corruptor para que le ¡ncenseriasen; restable.. ció allí el periódico IIEI Termómetro" que era realm~nt.
el termómetro de su vileza; \0 mayor parte del t¡e~po
estaba en Palacio confundido entre la turba de corteso" nos;
servía hasta de espía de sus propios amigos, raz6n por la cual estos huían de él: hasta lela ya le temla y
cuando le hablaban de poHlica y veía al abanderado, bajaba la voz y so alejaba exclamando: "Ialli eslá Gá– me:zl" Se hacía recompensar muy bien esos servicios;
obtuvo que se le pagaran unos cuantos miles de pelos por ~nos terrenos que tenía en la línea del c.anal pro– yectado; los providenciales le contaban como uno de los suyos; el doctor Sacasa le llamaba su amigo y le confiaba la red9cCión de sus prociamas y manífJesto', aun después dé' hqber eslallado la revoluci6n, cuando Zelaya y sus fieles amigos, á quienes Gámez quiso con·
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