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la senda del progreso material, intelectual y político, ha– ciendo positivas conquistas democráticas y sentando las

bases de la verdadera República. Esa conducta de los

conservadores genuinos, fué causa de que el partido do– nlinante buscase garantías para el caso eventual de fal–

ta absoluta ó temporal del Presidente. No habla en–

tonces vice-Presidente; el Congreso elegía cinco senado– res, se escribian sus nombres en cinco papelitos, se sa– cabe;tn dos al azar y los nombres de los tres restantes

se ~scribían en pliegos separados- que eran cerrados, sellados y numertldos 1 9 , 2 9 Y 3 9 , por 105 Secretarios del Congreso. Con este iuego de cubilete, se pretendía igno– far quiénes eran los senadores designados por la suerte pora suceder al Presidente de la República en caso de falta repentina, temporal 6 absoluta; pero los Secreta–

rios del Congreso tenían habilidad bastante para saber–

lo y aun para numerar con el N9 1 9 al que fuera de su

agrado. '

ROBERTO SACASA, PRIMER DESIGNADO, A LA PRESIDENCIA DE NICARAGUA

Se creé allá que ele esta manera hizo colocar el Sr. Carazo al senador D. Roborto Sacasa como primer

designado. Se supone esto porque el señor Coraza te–

nia altísima idea de la competenda y honorabllidad del señor Sacasa, estaba ligado á él por amistad Intima y

había influido con sus amigos del Congreso para que fuera uno de los cinco electos, á pesar de la oposici6n que su candidatura cncóntr6. Pocos meses después do esa insaculación, mUI el señor Carazo, casi repentina.. mente, sin tener tiempo de depositar la presidencia, co– mo legalmente podía hacerlo, en el senador que fuera de su agrado. Se ocurrió entonces á los pliegos cerra– dos, se abrió el marcado con el número 19 V estando

designado en él don Roberto Sacasa, fué llamado á la Presidencia de la RepúblicCl y tomó posesión de ella el 5 de agosto de 1889. Mucho entusiasmo produje en el

país lo elevación del señor Sacosa. Por su posición, por su carácter, por sÍJ bueno fanlo, tenía las simpatías de todos los partidos. Se creía que la Providencia habí~

intervenido para llevar al poder á un ciudadano de tantos méritos y prestigios, y por eso su Gobierno fuá llamado desde 01 principio "el Gobierno providencial". Los diverso5 circulos políticos, las corporaciones munici– pales, el clero, los comerciantes, 105 agricultores, los co– legios, los escuelas, la nación toda, puede decirse, batió palmas, se regocij6, se congratul6 y se apresuró a felici· tar, por medio de comisiones, al nuevo Presidente, y á

ofrecerle su adhesión y su má!i decidido y desinteresa .. do apoyo. Desgraciadamente, todo fué espejismo, la

desilusión no tardá en llegar, cayó el velo y se dejó ver un ldolo de barro que dobCl principio á una era de ca–

IClmidades, cuyo término no se columbra todavía.

i ¡VIVA L.EON! ¡VIVA EL 54! o

~SDE

que ,el doctor Secaso llegó 6 Managua se pudo comprender cuál sería la tendencia de su Gobier– no. La multitud que le acompañaba gritaba á voz en cuello; viva Leánl, "iva el 54: Esos gritos eran el co– mienzo de la reaeción hacia una épota nefasta; eran la expreslán de un sentimiento adormecido que empezaba á despertar y decia c1aramenie: aquí estoy; vivo aún. Algunos se alarmaron por aquello; pero la generalidad no se fljá á miró con Indiferencia lo que un observador C1tenta debió tonsiderar como un mal slntoma, revelador de la dolen~ia de' nuevo Gobierno, . Los políticos de all6 estaban ciegos, teníCln mucha confianza en la honorabl– lidod, buen juicio y patriotismo del' doctor y cada circu– lo pretendla ganárselo V tenerlo' en su favor. El doctor

estaba loco de contento, le parecia ser sueño lo que le pasaba, había realizado un ideal, había alcanzado un

imposible. Como ensimismado, c"ntaba historietas y decla frases ridlculas á las que le visitaban y á las co– misiones que llegaban á felicitarlo y á ofrecerle apoyo de parte de los diversos partidos ó corporaciones. A

los primeros les decia que él creía que uhabía sido que–

mado"; aludia allí á los popelitos que, en la insacula–

ción hecha en el Congreso, se sacaban y quemaban. En

seguida les contaba que lejos de pensor en la presiden– cid cuando le llevaron la noticia de que era el primer

designado, so ocupaba en despachar unos cualos para su hacienda; que al oír aquella noticia se sorprendió, se aterrorizó, se levantó, tom6 á

$U esposa de 'a mano; in5·

tintivamente se dirigieron hacia una virgén, de no re–

cuerdo qué, coiocada en la sala, se hincaron y alzando los ojos á ella le dijeron: "Madre nuestra, qué te he– mos hecho para que nos mandes esta desgracia honrO– sa". Este rasgo es el de un fanátIco 'rastornado que se consIderaba Initrumento de la Providencia jlara dirigir

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los destínos de la humanidad. ¡Tánto honor, tánta grandeza le parecía al doctor ser Presidente de Nicara– gual A las comisiones ql¡e le felicitaban, les daba las gracia., les decia que ibCl á hacer administración y no polltica y que su Gobierno debla Ser nacional y no de círculo ni de lugar alguno. EstCls respuestas le parecíon el colmo de la habilidad política y hablando de ellas

:$'u'~ ínfimos omigos, les decía que él mismo contestaba

105 di5CU~SOS, que no S8 valía de ministros (omo hadan

los demás presidentes y qué eran tan buenas las ideas que expresaba, que no le cabía duda de que estaba inspirado por el Espíritu Sonto. Parece mentira todo eso,

yo dudaría si otro me lo (ontara; pero no lo sé por refe·

rencias: él me lo dijo con ingenuIdad, como se lo decía

á todos los que le escuchaban. Estaba con el juicio trastornado por la emoción que experimentó á la noticia

de que era Presidente. Sólo asi puede explicarse lo que comenzó haciendo y lo que continuó realizando Itasta que los pueblos le arrojaron del puesto en que, según él, habla sido colocado por la Providencia. Tal era el hombre que tomó el timón de la nave del Estado en

1889: un loco, fanático, vanidoso y ceremonioso, al prin· cípio; en seguida, corrompido y corruptos, y al fin, un

personaie ridículo, que no supo defenderse ni caer con dignidad, sino cubierto de oprobio.

DESPERTAR DEL ESPIRITU LOCAllSTA FORMACION DEL LEONISMO PURO CON IGLESIEROS,

PICHES "( PELONES

El primer acto de su gobierno fué como repercución de los gritos de lo. que le acompañaron desde León hasta el palacio de Managua. Organizó su gabinete Con occIdentales solamente, rompiendo la tradicional cos– tul1lbre de los que le hablan precedido, de formar su

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