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« Previous Page Table of Contents Next Page »lias pobres, pero de cierta posición, quieren mantener– se al nivel de las ricas Los empleados se han forma– do ya un hábito inveterado de comer del Presupuesto,
y aurtque sean, como muchos, unos papanatas, se
creen transformados en seres superiores y rechazan la ideo .de volver 01 punto de donde solieron Ya no les acomoda volver a sus ocupaciones habituales, a sus faerias de Qtros tiempos para ganar su ordinario sus– tento Fueron empleados y le3 gustó la pitanza. Son ya hombrés políticos, hombres públicos ¿Qué se di– 'ria dé ellos ·si volvieran a sus trabajos, si abandonaran
la correra política o ,ni litar pdra ser otro vez artesanos,
agricultores, a mercachifles? Es preciso volver al Presupuesto, apoderarse de ese tirano y devorar sus partidas cómo Saturno a sus hijos Los ex,empleados son generalmente los políticos mós exaltados, los mós
impacientés revolucionarios
t
Jos enemigos más acérri–
mo~ de los tiranos y de las tiranírQs; peoro tan luego se
les halaga dándoles la pitanzp, la oposición cesa, la tirani.a desaporece y se tienen los mós celosos defen– so, es del orden y de la paz pública
Los jóvenes intruidos, pero pobres, suspiran por el PI esupuesto, es el ideal que se han formado desde
que por primero vez entraron, según su grófica expre–
sión, en el gran templo de Minerva (así llaman el co–
mien~o de sus primeros cursos sobre cualquiera
ciencia) Ser Abogado es Su primer fin.. Desde lue–
go se ~ree; o piensa que los demás le creen un sabio, uno de esos seres superiores que están colocados sobre
el nivel de la humanidad Obtener el diploma de Abogado es para él poseer la llave de oro que abre la puerta de todos o casi todos los empleos;",desde Direc– .tor de un juzgado hasta Magistrado 91'1 Supremo Tribunal, desde Jefe de sección de un Mir;1isterio has– ta Secretario dé Estado" Mini.tro Diplomático. Estós sen los sueños dorodes de la juventud ",.tudiosa que procura abrirse una Cal rera por médio de la ilustra– ció" de .u inteligencia . La c!lspiraciól) }s noble, e. digriWde elOgio; pero con frecuencia se:·e,xtravía' en el
can;ino, porque en vez de- seguir lo v10¡\ ordinória se
impbcienta y apela a la reVoh,lción, creyendo se derno– la lci recompensa debida a SUS 'grandes Merecimientos Como' vemos, pues, la clase de pobres. cjue forman
nu~trc clase media tienen Sus ojoS ..puestos en e!
Pre~upuesto, y hay hombre. que explotan esa disposi– ción
Los que estón en el Poder halagan o pueden halOgar a la clase media pOr medio de ,empleos para dar más fuerza a la autoridad, seguros de que no ha· brá entonce. quien levarite el estandarte de la rebe– Iróri -La clase medid está satisfecha
Pero cuando esto no sucede, cama acontece algunos veces, la clase media es una máquina de gue– rra mós poderosa que el antiguo oriete y las catapul– tas, que las ametralladoras y los krupps modernos Ciertos hombres colocados en una posición ele– vada se sirven entonces de esa máquina y tocan todos sus resortes para ponerla ",n ejercicio. Poner en movimiento esa máquina es lo que Se llama la política.
El que con más destreza toca los r"'sortes, en el polí–
tico más hábil.
T dles son, él nuestro juicio, los elementos revo– lucionarios o de orden, según las Circunstancias, según
la mayor o menor habilidad para explotarlos en uno u otro sentido
De esto pódríamos nosotros citar abundantes ejemplos, pero como no queremos individualizar, te–
meroSos de que se piense que hacemos, alusiones,
dejamos a la habilidad de "9,da uno, según el conoci– miento que tenga de las '. personas y de los sucesos, buscar ejemplos que corroboren nuestros asertos Obsérvase sino, el modo de hacerse y deshacerse las oposiciones El modo de iniciar y el modo de con– cluir las revoluciones.
El Gobierno no puede satisfacer los deseos de ta– dos, porque es materialmente imposible Los que no están satisfechos forman desde luego en la oposición, con la esperanza de que triunfando tendrán los pues– tos que Sean de su antojo. Pero acontece, como va, ios veces lo hemos visto, que al triunfar o dominar por. cualquier motivo el caudillo de quien se han hecho partidarios, no corresponde a sus esperanzas, ya por– que es naturalmente imposible siendo tontos, ya por– que han sido atendidos otros que Se tienen por oposi– tores, pero que o los ojos del caupillo valen tanto o mós que sus partidarios, y entonces le abandonan, le trotan cemO a un traidor, y no puoiendo contener su despecho, le hocen lo oposición m'ós sistemada, más ruda hasta llegar a las drmas Esta es la historia de todos los gobernantes, de sus partidarios y opositores. El mismo acontecimiento se repite siempre, porque la causa es permanente La empleomanía es el cáncer que devora este país Sin eso los esfuerzos de los ambiciosos serían este riles. Allí encontramos también la clave de la popularidad e impopularidad de los cau– dillos que llegan al Poder. Cuando son candidatos su personalidad es el punto objetivo de todas las es– peranzas, de todas los ilusiones, hay un ,ideal que ellos personifican, si osi podemos decir. Ese ideal es el cuerno de Amalteo, es decir, que se ve en el caudi– llo al f(¡!noso alquimista que sabrá convertir todos los votós dados a su favor en otrOS tantos millares de pesos que sOCaIón de la miseria a lOs políticas de baja esfera, o lo que es lo mismo, a los empfeómanos.
Pero después de ser candidato, de ser la perso– nificación del ideal, llega el caudilló a ser Gobierno, a ser leí encarnación de la realidad, y comienzan los de– sengqños, los desilusiones Los empleos son pocos, relativomente al número de aspirantes, por consiguien– te muchos se quedan a la luna de Valencia Los chasqueados buscan le rev"ncha, figuran primero co– mo descontentos¡ hacen una aposición al parecer ra– cional, casi .legal; pero no pudiendo contener su des– pecho, la cólera estalla y s(! transforman en verdade– ros opositores, en revolucionarios de cuartel
Ese eterno vaiven de 105 esperanzas a los desen– gaños, de lo amistad más intimo a lo enemistad mós encarnizada, es el movimiento político de este pais,
y, nos atreveremos o decir, de muchos países, que,
como el nuestro, se encuentran colocados en idéntica situación económica y social.
Extraño parecerá que por tan fr¡:volos pretextos, unos pocós individuos conmuevan el edificio social; pero desaparecerá la extroñeza con poco que se re– flexione si se atiende a los elementos· constitutivos de nuestra sociedad
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