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« Previous Page Table of Contents Next Page »modos, los hábitos de embriaguez, de disipocián, de
indolencia, vienen a consumar la ruina de toda mo~
ralidod, las afecciones de familia se relajan, cada uno se hoce indiferente a los placeres y a los sufrimietnos que no le afectan mate. ialmente, poco importa al padre de familia aumentar el número de sus hijos de que ya no se considera responsable; poco le importa entregarlos a una existencia miserable, poco le impor– ta aun tener una familia todos sus sentimientos, todos sus pensamientos se concentran sobre su estado material en el momento presente, apenas le quedan algunos de los atributos del hombre La transición del estado de esperanza y de progreso al estado de desesperación y de abatimiento es un momento solem– ne en la vida de las familias. El punto indivisible que separa estas dos tendencias contrarias en el movimien– to económico, es en cierto modo el punto mínimum de la vida bajo el imperio de la competencia, el punto en que desaparecen justamente la vida moral y la liber– tad La miseria es como el infierno de los poetas se baja a él fácilmente y por mil caminos diversos, pero es diHcil y casi imposible hallar la solida"
En esto horrible situación que pinta el economista que hemos citado, se encuentran frecuentemente tres de las especies de pobres que dejamos enumerados La palabra revolución suena entonces a sus oídos con una magia encantadora, irresistible. En el puerlo seguro en que se guarece la navecilla azotada por el mar proceloso de la pobreza La tierra está abonado y lo semilla germina con extraordinaria facilidad
"La sOCiedad, ha dicho alguien, es una guerra permanente entre las ideas y los intereses Las victo– rias parciales, las victorias del momento, son todas para los intereses; las victorias definitivas, las victorias totales, son todas para las ideas".
y en efecto, los intereses se unen, se aprestan para el cornbate, porque los intereses comunes son el vínculo más poderoso que puede ligar a los hombres; los intereses, decimos, se unen, y combaten las ideós, combatiendo el principio de autoridad, despreciando el sufragio universal, base de la República democráti–
ca, y apelando a la fuerza, argumento de los que no tienen razón, para sotisfaer sus aspiraCiones, que nosotros llamamos bastardas, porque no pueden ser legítimas las que para satisfacerse han menester de la sangre de los pueblos, de la sangre de los otros po– bres laboriosos, que llenan sus necesidades con el producto de su honrado trabajo.
Pero si los intereses que con tanta facilidad se
unen y combaten las ideas, obtienen algún triunfo, es un triunfo parcial, un triunfo efímero, las ideas de justicia y de equidad, esas ideas morales en que des– cansan las sociedades, vencen en definitiva
Nuestra historia de medio siglo, es lo historia de la guerra de los intereses bastardos contra las ideas conservadoras del orden social que aquellos pugnan por destruir Los intereses han triunfado algunas ve– ces; pero ese triunfo que es el desconcierto social no ha sido duradero Pronto ha aparecido el reinado de las ideas al cual tiende el mundo moral, como el mun– do fí~ico al centro de gravedad El triunfo de los intereses es el desconcierto de las leyes morales que rigen a la humanidad yesos leyes no se pueden in-
fringir sin perecer Los que hoy contravienen a ellas, son quizá los mismos que mañana las sOstienen cama lo más sagrado y digno de respeto.,
Pero ¿han sido los intereses la bandera enarbo– lada por alguna de las varias revoluciones que duran– te m~dio siglo han ensangrentado el suelo de la patria? No por cierto, que nadie es tan cínico que ponga de manifiesto sus miserias. ¿Cuál ha sido enlonces? Nuestra historia lo dice
v
Al recorrer nuestra corto historia republicana,
no vemos a ningún partido iniciar un movimiento revo–
lucionario en nombre de sus intereses, en nombre de sus pasiones, que nadie ha sido tan cínico que par esos mezquindades se atreviese a ensangrentar el suelo patrio Son motivos poderosos, son causas de un orden muy elevado, son los intereses más caros de la sociedad los que les ponen las armas en la mano y
les lanzan al combate La tiranía se ha entronizado; Jos principios democráticos están postergados, lo !=onstitución hollada, los pueblo§.. gimen bajo el peso de las cadenas que les oprimen, que les ahogan, y es preciso sacrificarse por ese pueblo por quien se han sufrido los más acerbos, los más inauditos dolores Tales son comúnmente los capítulos de queja que se ponen de manifiesto al estallar lo que llaman revolu–
ción. ¿QUién puede negar, dicen entonces, el dere– cho que asiste eJ los pueblos para sublevarse contra los tiranos, ese derecho de insurrección, derecho sa– grado, por el que nue$tros padres, los próceres de la independencia, conquistaron su libertad, sacudiendo el yugo ignominioso que pesaba sobre ellos?
Pero es el Cdso que no hoy ni tiranos, ni cadenas,
ni derechos conculcados, ni leyes violadas, ni consti– tución pisoteada. Son' meraS ortirnañas de que en todo tiempo se han sen/ido los pobres de que habla– mos en el artículo anterior, para alucinor o las. clases trabajadoras e inducirlas a servir de instrumento a fin de conquistar el Presupuesto
La tiranía es Id po\:>reza que acosa, y el tirano es el Presupuesto, a quien se quiere desgarrar o quíen los revolucionarios quieren destruir, quieren devorar. Pero dirán algunos, ¿cómo es que tantos preten– den gravitar sobre el Presupuesto? Cómo es que siendo tan miserables las dotaciones hay quien suspire por ellas?
La respuesto es muy sencilla
El ser empleado público no es negocio, aunque hay algunos empleos lucrativos. Ya hemos pintado la situación lamentabl,e, dolorosa, desesperante en que se encuentran colocados los pobres de cierta posición, la clase media podemos decir, situación qUe explotan los ambiciosos que desean el Poder Al aspirar, pues, nuestra clase media a los empleos, no cree que el mo– mento hacer fortuna, piensa solamente salvarse Su argumento es estomacal para unos, algo más paro otros Hay la conservación de cierta posición social de la que no se quíere bajar y antes bien se' desea dar un paso más arriba
Al echar rakes en el Presupuesto de Nicaragua se vegeta, se forman verdaderas parásitas. Las tami-
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