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entrar de lleno en esas cuestiones aunque parezca a

algunas que se hallan distantes de nuestro punto de

partida, según el mote que encabeza nuestros artícu–

los

Las últimas consideraciones que hicimos acerca

de la naturaleza de nuestros partidos, nos llevan ne– cesariamente a tratar de un qsunto de alta importan-cia el pauperismo .

Esa plaga social que ha existido en todo tiempo y en todas las naciones aún las más favorecidas por la natqraleza y la bondad de las instituciones, también existe entre nosotros, aunqué' despojada del carácter

repugnante con que se presenta en otras partes Aquí hay miseria , pero ningún miserable perece

por hambre Las necesidades reales de coda uno son muy pocos y de fácil satisfocción Todos pueden

cónservar la existencial aunque llena de privaciones, y al arrastrar una vida miserable se piensa en la ma– nera de mejorar la situación y se encuentra el indivi–

duo en aptitud de acometer cualquiera empresa por descabellada que parezco

Debemos distinguir dos clases de pobres, porque hoy entre ellos muchos diferencias

La mayoría de lo noción es de pobres de esos que son el nervio del Estado Han nacido bajo el pobre techo de la coso poterna, han crecido en medio de las privaciones y pesde su temprana edad han estado sometidos a la ley del trabajo para ayudar a sus padres Se acostumbran a la idea de que su

destino es trabajar pora vivir, para ganar,,~u ordinario

sustento, y multiplicándose sin atender a sus bienes

materiales, forman inconscientemente esa ca&~na in–

mensa de seres infortunados nacidos para el dolor De allí salen los jornaleros, los artesanos, los soldados y las mujeres que prestan todos los servicios cotidia– nos': n,ecesarios en ló vida de las familias de cualquier

categoría que sean

Esta clase de pobres son el alma, son la vida de

lét 'noción, son si se quiere la nación misma . Ellos cre9.n la riqueza con que otros sé regalpn;· rrijéntrcs

ellós mismos apenas tienen lo necesario para cQnservor su existencia Cultivan 16s ~ampos, edifican las po– blaciones, preparan todo lo necesorió para la vida En Cambio de eso, no exigen más que una miserable retribución para dar o su familia él pan de cada día

Su alimento es pésimo, su vestuario es pobrísimo , su

lecho una tabla, su habitación una infeliz casucha que im'perfectamente les guarece de la accián de los ele–

mentos naturales, su pasado es una serie no interrum– pida de trabajos y privaciones, su presente son nuevas

penalidades, y su porvenir el día de mañana y sus ro– bustos brazos acostumbrados al trabajo Sin embar– go viyen tranquilos, quizás son felices Nada esperan

ni desean Su vida se desliza suavemente, exenta de

cuidados e inquietudes Están resignados con su

suerte, no piensan en un mundo mejor, se han some–

tido a su destino, confían, hablando en lenguaje místico, en la Providencia que vela por todas sus crea– tu ras, y esperan con serenidad el término de su pere–

grinación sobre la tierra , sin inquietarse por las penas

y prem,ios desconocidos en un mundo invisible Pero al lado de esto clase de pobres laboriosos, honrados y dignos de todo aprecio, hay otra ql,le no

po~~e las mismas cualidades Siente mayores necesi–

dades y carece de los medios de satisfacerlas, tiene

aspiraciones que trata q~..:. llenar aunque sea preciso

atropellar los deberes mq~ sagrados aspiraciones y

necesidades que a men~do le lanzan por caminos tor–

tuosos que no transitaría si se hallase colocada en otra situación menos violentb Esta clase es formada de varios modos Allí estan las familias de antigua po–

sición social, pero que por distintas causas han caído

en desgracio AI;,¡, están una multitud de ex-emplea–

dos, a quienes tal vez por circunstancias especiales en

que so encontró colocado un gobernante les llamó a figurar en las cosas públicas, pero que careciendo de aptitudes, han sido postergados, cuando a su juicio ya forman en una elevada categoría de la que no es lícito apartarles Allí están los empleados de apti– tudes y de bellas prendas, acostumbrados a vivir del

Pr~,5upuestoi del que no se pueden separar sin pere– cer, porque siendo tan pequeñas las dotaciones , ape–

nas les han bastado para vivir, no logrando nunca hacer economías. Allí están los jóvenes deshereda– dps, pero que merced al estudio y a su inteligencia han conseguido ilustrarse lo suficiente para salir del nivel de las clases trabajadoras

La situación violenta, por decirlo así, en que esas diversas especies que hemos enumerado, se encuen– tran colocadas , es un terreno fecundo para Jas revo– luciones, que a menudo aprovechan los ambiciosos de encumbradas pretensiones

No dé otra manera se puede explicar esa facili–

dad con que se condensan las oposiciones que sin motivo justo, ni siquiera un frívolo pretexto, se lanzan

con extraña prontitud en la vía de los hechos

Para salir de esa situacián desventurada, no se presenta a sus ojos otra vía más expedita que un golpe de CUOl tel con arrojo y valentla Pensar en un tra– bajo honesta y llegar a formar con las economías un capital, es' pensar en lo. excusado Esa situación es desesperante y pocos son Ips hombres de un ,"sp"itu tan fuerte que no sucumban ante tan ruda prueba "Y los que sucumben, dice a este propósito un economista moderno, están perdidos sin remedio por–

que si la imptevisión causa la miseria, la miseria a su vez mantiene y aumenta la imprevisión Mientras el

hombre cree poder bastar por su trabajo a la satisfac–

ción d.9 sus necesidades, su energía moral se sostiene,

y aumenta cuando espera alcanzar algo más y mejo–

rar su suerte Pero si ve o cree ver claramente que

todos sus esfuerzos son inútiles y que no hay para él

esperanza alguna de obtener una condición mejor ni siquiera de poder mantener su independencia, su ener–

gía le abandona, y con ella desaparece poco a poco la

previsión y todo pensamiento de porvenir En efecto, en semejante situación todo pensamiento de porvenir es un sufrimiento, así como la conciencia de la res–

ponsabilidad No se ha de extrañar, pues, que las familias caídas en la miseria se dejen llevar al abati–

miento , después a la indiferencia, y corromperse poco

a poco hasta el grado de descender, en plena civiliza– ción, al estado salvaje En las familias caídas a este estado, la educacián es nula o detestable, el senti– miento del deber desaparece con el de la responsabi– Iídad y el principio de acción se debilita de todas

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