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« Previous Page Table of Contents Next Page »V;y a referirme a los editoriales escritos en 1887 en su periódico "La Nación" de Tegucigalpa, Honduras. En el año de 1886, invade a Honduras un grupo de revolucionarios El gobierno del general Ponciano Leivo los bate y derrota Las fuerzas del gobierno
tornan prisioneros a varios y entre ellos, al general
Emilio Delgado, militar y político de relieve en su pro– pio país y bien conocidó en Centro América Los
prisioneros son sumariamente juzgados por un Conse–
jo de Guerra, ad-hoc, condenados a muerte y ejecu– tados en agosto del mismo año, no obstante los es– fuertos que hicieron por salvarlos, sus familiares y migas, especialmente a Delgado, el más importante de ellos El gobierno de la república hermana de El Sal– vador, acredita una Legación especial en Tegucigalpa con el objeto de salvar la vida de Delgado, pero todo fue en vano La fusilación causó estupor en Centro
América y su prensa toda tronó condenando lo vio–
lenta medida El doctor Policarpo Bonilla, presidente que fue de Honduras años después, y uno de sus más orominentes hombres de estado, cuenta en sus Me– ;"'orias que cuando él se acercó a pedirle al General
Luis Bográn, presidente titular, que se conmutase la
sentencia de muerte de Delgado, Bográn "nada le
prometió lJ
I
y que en cambio Leivo, el presidente inte–
rino le J/ratificó su sentir contra lo pena de muerte"
Se decia entonces en Honduras que la fusilación de Delgado obedecia a venganza personal del general Luis Bográn No tengo datos para saber si es cierta dicha versión, pero ella circuló en esos días, y se des– prende su verosimilitud de lo que narra en sus Memo– rias el doctor Policarpo Bonilla y que he transcrito
antes
Carlos Selva, que redactaba liLa Nación"
I
se
encargó de defender la fusilación de Delgado y en una serie de editoriales refutó los ataques que se le hadan al gobierno hondureño Desplegó en esa de– fensa sus indiscutibles dotes de retórico puestas al servico del excepticismo Su pluma, que no retroce– día ante la enormidad de la empresa en que iba en–
vuelto un principio de tan funestas consecuencias, dis– currió por las columnas de I'La Nación ll dándole opor–
tunidad, una vez más, pora poner en práctica el dilema de su obra de periodista
lI un argumento a otro ll Y
aunque los escritos de Selva no libraran de la amarga y justa censura a quien fuese culpable de la ejecución de Delgado, quedan ellos como una muestra de lo que puede hacer un talentoso periodista para intentar la defensa de una medida de tal magnitud
Pero, ¿por qué no podría atribuirse a Selva que fuera entonces impulsado a adoptar esa actitud, si él consideraba como necesaria la medida en un país que como Honduras había vividó años anteriores en un estado anórquico? ¿No sería ese el móvil que lo indujo tl pronunciarse en ese sentido? Hay tanta diversidad de criterio humcino unos aceptan la que otros repudian, sobre todo tratándose de gobernar a estas repúblicas de Améríca "De la confusión de la
idea con su vehículo, alega un escritor francés, es de
donde nace la mayor parte de los malentendimientos que originan las desgracias humanas" Y dentro de ese círculo de tendencias de suyo tan contradíctorias, se desenvuelve frecuentemente el pensamiento huma-
ha, ofuscado, ya por el ianatismo O por el veneno 'de la pasión política cuando no lo inspira la desmedida ambición de mando Lo cierto es que hasta hoy, no importan las razones que se ofrezcan, ni los ejemplos que se citen, no ha podido ser aceptada eso bárbqra doctrina como una medida para mejorar la condiCión humana ,La mayoría la rechaza con horror y "~omo
una regresión al estado de barbarie Por eso mismo, cabdlmente, es penoso ver a un periodistp, como ,Sel– va, que' ,antes de 1887 y aun después de esa fecha fuese un defensor de la libertad individual y aún del derecho., de rebelión contra los gobiernos dictatoriales, defendiese en esa oportunidad tan funesta c10ctrina que ha acarreado tantas víctimas en el mundo Mas
si recorremos la historia periodística de América en–
contraremos individuos que como Selva, quehqn de– fendido también la pena de muerte por delitos políti–
cos cargo lo hizo don Antonio José de Irisarri, estadista,
diplomático y periodista centro y surameriqono, quien defendió, a raíz de la independencia de Chile, la fusi– loción de unos revolucionarios chilenos y odemós, de–
fendió en un periódico colombiano, al IIL(d6n Paya ro" como llamaron sus compatriotas al general Páe~, hé– roe de la independencia venezolana,
SU REGRESO, CONFINAMIENTO Y FUGA
En 1888 regresa Selva nuevamente a Nicaragua y funda a su llegada a la Capital, "EI Diorita", Al año siguiente, traslada la empresa de ese diario a Granada para editarlo en una vieja imprenta de su propiedad Comenta los actos polí1icos .del ,gobierno del doctor Roberto Sacasa, que ha sucedido al presi– dente, Carozo, muerto éste en ejercicio de la presi– dencia Dirige sus fuegos contra los dos grupos polí– ticos que rodean y apoyan al gobernante A estos
grupos se les conocía entonces con los motes. de ;IIPi_
ches" al de Managua, e "Iglesieros" al de Granada Dichqs, camarillas resienten los duros y amargos ata– ques c;le "El Diarito" y obtienen del presidente 50– casa, que era, por otra parte, hombre débil, la orden de supresión del periódico y el confinamiento de ,Selva a la isla de Cardón, en el puerto de Corint,O' De allí se fuga espectacularmente Selva y se ya a, Europa y Sur América, 'f a su regreso publica un ,tplletb que tit",la "Un viaje al Viejo Mundo pasando por el Car– dón", en el que relata la odisea de su evosión, las im– presiones de su forzado viaje y renueva el ataque al gobernante que le habla matado su periódico Caído el gobierno del doctor Sacasa a causa de la revolución de 1893, regresa o Nicaragua, y resta– blece en Granada "El Diorita" Será ésta la último y definitiva aparición de aquella hoja, cuyos editoriqles, esc;ritoscon la verbosidad y vehemenCia connaturales a' su i:Iirector, fueron siempre favorablemente comen– tados y acogidos por los nicaragüenses, ya que sus ideas eran un eco fiel de la opinión pública prevalente en aquellos caldeados días
La situación política del país en 1893 entro en una nueva fase Ha surgido un gobierno revolucio– nario, y hombres nuevos ejercen el poder, I:s un pe– ríodo de transición Desaparecía del gobierno la influencia política ejercidQ por el partido conservador por más de treinta años y le sustituye ahora, él partido
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