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autoridades, interpret(mdolas de acuerdo con su pro– pio criterio

Para formarse una somera idea de aquella dis– wsión, frecuentemente debatido, antes y después de esta, entre americanos y españoles, vale 1<;1 pena de reproducir aquÍ' los puntos sobre que versaban la de Vijil y Selva

Comentando lo conquisto española Selva dedo "envileció o los aborígenes de América, los redujo o lo mitad o la cuarto parte de la población, destruyen– do lo homogeneidad de ésta y

haciendo una mezcla de blancas, negros e indios que algunos denominan raza

latina".

El profesor Vijil sostenia, por su parte, que los

amelicanos habían ·,quedado l/como está respecto de

su podre un hijo, que llega o lo mayor edad, esto es, que había alcanzado tal grado de madurez y desarro– llo que tenían derecho o independizarse", y basaba sus rozones en los Leyes de Indias y otras disposicio– nes de la Corona Española.

La contrarréplica de Selva a esa tesis, decía "Yo no veo el hijo y el padre poro considerar la indepen– déncia cama la emancipación de la Patria sino que

reconozco oprimidos y opresores, esclavos, siervos y

parias; y amos, capataces y negreros; y considero la

independencia como el supremo esfuerzo de pueblos oprimidos que supieron aprovechar un momento de ongustia de su dominador, para romper sus codenos y reconquistor su libertad"

y en uno de sus últimos escritos, Selva, con lo

verbo~idad que le ero peculiar exclamo "Ese esti– mable caballero se ha levantado airado paro onona– darme con su filosofía, con su erudición, con inflexi– ble lógica" En esa frase irónica estó todo el contenido de la psicología de Selva A él no lo ano– nadaba nadie j Pifícil era vencerlo!

Con motivo de esa polémica que interesó y aposionó CJ los lectores mexiconos hubo olguien de entre ellos que considerara a Selva como su compa– triota Así, el Señor Leocadio M. Espinazo, escribien– do en el número 291 del "Monitor Republicano", periódico de la capital azteca, se pronunciaba en esta forma "Por lo profuJ'1do y bien sostenido en su ar– gumentación j Bien por el señor Selva! i Bien por México que alimenta en su seno un hijo tan esclareci– do! i Efusivamente aplaudía el escritor mexicono, al periodista Selva!

Vale la pena de citar otra valiosa opinión juz–

gando esa ll'1isfJ'1a polémica Rigoberto Cabezas, que dirigía en Granada el "Piario de Nicaragua", repro– dujo en este periódico los artículos de Selva y al co– mentarios en editorial del mismo, en su número del

18 de marzo de 1884, se expresaba en esta forma . "Pasiones aparte, y tributando justo homenaje a la verdad, hpy que reconocer que escritores de la .'.t"ltura y temple del señor Selva, no sólo no se encuen– . 'han en nuestro país a la vuelto de una esquina, como

cree "El Porvenir ll

,

sino que son notables aún en paí–

ses más avanzados"

Aludía ~abezas en ese comentario a "El Porve– 'hir", Periódico de Managua de la misma época, qLie 'negaba d $elva haber obtenido el triunfo en aquella

"co~tró\¡ersia . Probablemente, en "El Porvenir" haRía

alguien que en algunq oportunidad recibiera de Carlos Selva mere~ido varapalo, y todavía, el maltratado,

respira~a por la herida, pues nadie ignora que hay vorapalos propinados en la prensa que difícilmente se olvidan, mós aún cuando son merecidos y la persona

~obre quien se descargan carece de ecuanimidad paro sufrirlos ,

y en cuanto a los puntos mantenidos por Selva,

si uno se atiene o la verídico historia de (o conquisto

y colon~zación de América -aunque Cortés, Pizarrol

Pedro de Alvarado, Hernando de Soto, Diego de Ni– cueso, Balboo y demás héroes de esa magna epopeya,

reolizoran en la empresa actos de sufrimiento físicos,

tenocidad y valor, sin anteriores ejemplos en la his– toria-·, no se pod,ó negar que el periodista nicara– güense sostuvo en esta ocasión un juicio verdadero al referirse a la destrucción de' la raza india de América por aquellos colonizadores y ·encomenderos.

A este propósito no sería fuera de lugar reprodu– cir aquí' irrecusables testimonios que refuerza" las opiniones de Selva en esa materia

Jerónimo López de· Ayala, Conde de Cedilla, en su interesante y detallado estudio sobre el Cardenal ,Cisneros, Gobernador de España en aquel tiempo, al referirse a la conquista de América y para ponderar las dotes de humanidad y la influencia de aquel emi– nente hombre de estado a fin de mitigar la triste suer– te de esos aborígenes, d ice "los conquistadores y encomenderos tratabt¡n a los indios más como a bru– tos que como a hombres Los indios eran objeto de uno explotación inicua" Este autor justifica su juicio reproduciendo dos informes de aquellos hechos, uno recibido por el Cardenal Cisneros, que dio origen a la primera elaboración de los Leyes de Indias, y el otro recibido por Monsieur de Chiévres, Ministro y Conse– jero de Carlos V, redactado este último informe por

el Comisionado, Licenciado Suozo, que decía

II sólo

en la isla Española había, cuando se descubrió, un mi– llón ciento treinta mil indios", y al tiempo de su infor–

me agregaba, solamente hobí'an "m:enos de once

mil" (Tomo 2 Q de la obra citada, pógina 254) A fin de no ser prolijo, omito por bastante cono– cida, lo outOl idad del Padre de las Casas, el "Protector de los Indios", como justamente se le llama hoy; así Gamo la del Padre Vitoria, célebre teólogo e interna– cionalista español del siglo XVI, que en dos Releccio– nes sobre los Indios, prueba la ilegalidad e injusticia de los procedimientos que ponían en próctica los con– quistadores y colonizadores "de aquellas regiones re–

cientemente descubiertas"

I

y fundaba su razonamiento

en el derecho divino y el positivo.

Se prueba con esas autoridades que Selva estaba en lo justo y que obtuvo en esa polémica un merecido triunfo

SUS EDITORIALES HONDUREÑOS

Como otra muestra de lo dialéctico desplegada por el periodista nicaragüense en su obra de prensa, o por mejor expresarlo, de sus inagotables recursos de polemista de gran envergadura, hay que hacer refe–

renda a otra campaña mantenida por él, aunque no

del mismo carócter de la que acabo de mencionar

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