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lo más sU(:tve que dicen de los americanos é$ qUé

son unos porquerizos que hicieron un tráfico infame comprando Panamá por quinientos mil pesos á los mer– cachifles del Istmo, y ~e éstos que son traidores des–

vergonzados unos, aventureros otros, traficantes vendi– dos ni oro americano todo5.

Después de los desahogos patrióticos vienen los argumentos contundentes, como é!ite: que la sepa.ra– ción del tstma no puede HamC1i.se independencia, sino rebelión, gran crimen, porque Panamá no ero colonia

en: Colombia sino porte de su cuerpo, sangre de su san–

gre, fracción de su soberanía integral, sujeta á las mis–

met5 leyes'" y al mismo régimen político

En segu1da de los argumentos aporet.:en las Pfo– fecios, aterradoras para 105 americanos que están cons– tel nados (sic) y consoladoras para los ideólogos colom– bicmófilos, de que Colombia irá ni combate en duelo

á muerte con los Estados Unidos, y presentará un es– pectáculo grandioso, como el Transvaal en su lucha con In9I(1t2rr'l.

No sabe uno qué admirar más en esos panfletos, si el desparpajo con que están escritos, la profusión de insultos para sustentar la que llaman causa de la jus– ticia y el derecho, la pobreza de argum0ntos para de– fender la rC!:za, la patria y los ideales, ó la valentía

de los gozquedllos ladrando (ti águila caudal que se cierne maiestuosa en las altas regiones y muesfra su corvo y agudo pico y sus poderosas garras, al propio tiempo que Innza estridentes graznidos.

Lo de fos insultos, además de ser propio de la raza,

e!:; el recurso obligado de los que no tienen razón, de los que huyen y quieren imitar al partho guerrero lan– zando sus úlHmas flechas. Toda derrota se explica en nuestra raza por traición, porque de otra manera no podía ninguno !ler vencido El adversario nuestro es un sinvergüenza vendido él alguien, porque sólo así podía disentir y estar en contra nuestra. A ese respecto hay en castellano unos refranes muy expresivos, como uPiensa el ladrón que todo!' son de su condición" y "El

que Ins usa las imagina". Eso basta para completar la explicación de los insultos en este punto y para respon– der, como de paso, á un suelto del Latino Amel iCdno

en que menciona el oro que asegura corrió en Panamá, conjuntamante con lo nditud de este periódico en la separación del Istmo, añadiendo que por llamarse El

Comercio, como comercio pue.de estar en su derecho, es decir, traficar.

En cuanto á que la separación del Istmo no puede llamarse independencia sino rebelión, porque Panamá no era colonia sino parte integrante de Colombia, es una ocurrencia peregrina. La Real Academia Española en la décimotercia edición de su Diccionario, año de 1889, define \a palabra independencia, "Falta de de– pendencia, libertad, y especialmente la de una nación que no es tributaria ni depende de otra". GUln defíne la misma palabro en la acepción de que tratamos; "La libertad que uno Naci6n goza con respecto á las demás, de las que no dep0nde". Roque Barcia da la misma definición de la Academia. Y el Campono ilustrado y

enciclopédico, dic:e: "Libertad, emancipación política de una nación, que deja de ser tributaria de otra y se go– bierna por sí misma". Ninguna de esas definiciones involucro lo: necesidad de que el país que se separa sea colonia para que ese octo se name independend('J. Portugal era parte integrante de la monarquía española, Bélgica lo era de 105 Países Baios, y Grecia, Servia, 8ul-

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gario, Rumanta y Montenegro lo eran de Turquta¡ desde que se separaron son independientes aunque no eran colonias, como no lo ha sido España de Francia y, sin embargo, los españoles llaman guerra de la indepen~

dencia la que sosluvieron de 1808 á 1814 contra los ejércitos franceses que sostenían al Rey José elevado al trono después de la abdicación de Boyana. Panamá se incJependizó de España y se anexó á Colombia, es de~

dr, se. hizo dependiente de ella; al separarse ahora se hace independiente, y con toda propiedad dice que por segunda vez proclama su independencia y que en am~

bos ha tenido h fortuna de obtenerla sin derramar sangre, como sucedió en Guatemala por haber entrado en ~I movimiento s~paratista las autoridades de la Ca–

pitanía General, sln que nadie los llamase traidores,

como, nadie calificó así á Iturbide que se arregló con los independientes en Igualo, proclamó la independencia y

se hlzo Emperador siendo generalísimo de los e¡érdtos del Virreinato de Nueva España ..

Pero lIámenle independencia ó como quieran á la

separación de Panamá, el hecho es que no ha sido obra

de mercachifles ni de traidores, sino del departamento que yo no quiso ser parte de Colombia porque no le convenía y preferio cQnsfituirse en República indepen– diente El Colombiano, diario de Bogotá, lo reconoce así, y admite que la separación es independencia. He

oquí lo que dice á ese respec.fo:

"El progreso material invadirá el Istmo: ros que hasta el 3 de noviembre último fueron allí colombianos, aparecen ya como fundadores de su indepndencia, y

en vez de auxilio de la Madre Patria, lo buscan contra ella, formulando lergo pliego de agravios Esto releva de todo sacrificio para conservar en el Istmo la nacio~

naUdad colombiana contra el querer de sus habitcsntes

y en lucha con el Coloso del Norte.

Los aprestos bélicos de Colombia para reinvindicar el Istmo los dictó un ineludible deber, cuando se creía que aquella erQ obra exclusiva de la sublevación de un batallón de las tropas nacionales acantonadas allí; pero todo cambia de aspecto ante lo insoluble del problema por medio de las armas contra un pueblo separado del resto del país por 40 leguas de montañas inaccesibles, que proclama su independencia y se apoya en la prime~

ro potenda de América".

Respecto de que Colombia irá al combate en duelo

él. muerte con los Estados Unidos, imitando el heroismo

de los boers, y de que es deshonroso entrar en transac– ciones y recibir dinero, he aquí lo que dice el mismo diario de la capital de Colombia,

"Es un error pueril el propalar que esta es cuestión de honra, tal cual si Se tratara de indemnizaciones res~

pecto del honor de la esposa ó de la hija, pues quienes así opinan, olvidan ó ignoran que la diplomacia euro~

pea frecuentemente altera fronteras en busca de equili– brios ó de conlpensaciones. más ó menos razonables,

da independencia á unos países, segregándolos de otros, ó los somete á soberanías distintas, sin qua allí, foco

de la mayor civilizaci6n, se considere deshonrado el que da ó recibe compensaciones semeianfes".

Recuerda que Napole6n I vendi6 la Louisiana á Es– tados Unidos por SO mil10nes de francos y no lo estimó depresivo para el honor de la Francia, y que España después de inmenso desastre recibió 20 millones de do.. Uars de sus vencedores como compensación por las Fi– lipinas, y continúa:

"El· derecho de Colombia á una indemnización de

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