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INCONSECUENCIAS MANIFIESTAS

EL

Gtito del Pueblo, de Guayaquil, ha estado susten· tando con calor los prelendidos derechos de Colombia

él someter el Istmo, ha condenado como un atentado la independencia de Panamá, ha execrado á 105 Esta.. dos Unidos por su conductct en este asunto, calificándola de cínica transgresión de las leyes internacionales, y ha dicho que Francia, España, Italia y las demós repúblicas latinas del Continente colombiano, no sólo soportan esa IrCll1sgresión sino que la aplauden, pensando en su egoís– mo, que es preferible aprove(harse del crimen que Cf;U"

sor y condenar 01 malhechor que asalta la ajena casa en pleno día.

Después ha elogiado 1", actitud del Gobierno del Ecuador en el asunto de Panamá y ha hecho activa propasando ecelca de 1(:1 necesidad de que la América latino se une en un sólo pensamiento y en un s610 corclzón para ayudar 6 Colombia á subyugar Panamá. En seguida, 01 ver la actitud de la prensa y de los gobiernos his¡Janoamericonos, dice que el Ecuador podía

haber alegado, como precedente internacional, para re– conocer el nuevo Estado de Pctnamá, como lo han hecho ya el Perú, Cuba y lo Argentina, y como lo harán Chile

y México próXimtlmente, lo dicho por Blunstchli en su Derecho Internacional Calificado, página 32:

uComo consecuencia de la carencia de Tribunal dostinodo á faHar enh'e las naciones, á cada Estado incumbe la misión de juzgar libremente si el nuevo Estado rl!5ponde á los exigencias acfuales de la vida de

los pueblos, y si posee fuerzas suficientes para asegu– rar la victoria y la duración del nuevo orden de cosas. Si ese Estado llega á convencerse de que esas diversas cuestiones debeh ser resueltas afirmativamente, queda outqrizado 1>(nQ I ~cónocer el nuevo Estado, aun cuando

la lucha dure todavía.

UNo existe, pues, en este reconoc:imiento apresura–

do; ninguna participación en la lucha, ni ataque alguno al derecho do la potencia que trata de impedir la foro

mación del nueyo' Estado.

"Ejemplos: él reconocimiento de los Estados Unidos I)or Francia en 1778, dUI'ante la guerra entre Inglaterra y sus colonia~ de América; el leconocimiento de los Es~

tados Unidos de la Amél ica del Sur, en 1825, por Ingla– te! ro¡ el reconocimiento de Texas por Inglaterra, en 1839; el ¡"'I"do cle 6 de julio cle ¡ 827 entre Inglalerra, Francia

y Rusia, reconociendo él Greda; el reconocimiento del reino de Bélgica por las cinco. grandes potencias en 1830, á pésar de la protest" del rey de los Paises Ba·

¡os; el reconocimiento por Inglaterra de la anexión de

Nápoles y la Romaño al Reino de Italia, mientras Fran· ch.to 11 se $ostenía en Gaeto, etc..."

En su artículo 37, del código citado, agrega Blunst· chli: "La obligación de reconocer un Estado no cesa por el hecho de que la formación del nuevo Estado hoya

sido acompañada de actos de violencia 6 de injusticia". A continuación agrega El Grito del Pueblo,

UPero sin tener en cuenta el provecho, nuestro país sólo ha visto lo injusticia, s610 ha pensado en los lazos que lo unían á Colombia, y se ha puesto decididamen– to de su Indo.

Digámoslo con orgullo:

El sálo país que en esto solemne ocasión ha reco– gido la herencia de sus libertadores y ha olvidado la prudencia y la cordura, 6 quo se refiere la prensa del

Sur, para pensar en el debar y la gloria, es el Ecuador'\ Tenemos ahí al escritor del Guayas en flagrante contradicción y en abierta pugna con lo que en otra parte dice por la vida de una raza.

Los principios que cito de Blunstchli y los ejemplos corroborantes prueban que PanClmú ha tenido perfecto derecho para separarse, y que las naciones que han re– conocido el nuevo Estado han precedido confórme al derecho y á la práctica corriente en casos análogos. ¿Dónde están, entonces, la iniusticia, el atentado, el atropello, el crimen, el asalto y la transgresión de las 10yes internacionales?

Pero lo más curioso es que al propio tiempo que cita los principios y los ejemplos en que pudo apo– yarse el Ecuador para proceder como les otras naciones que han reconocido ó están en vía de reconoce'r á Pa–

namá, aplaude 01 Ecuador como el único que l1a cum– plido con su deber y ha olvidado la prudencia y la cor–

dUI a, pensando en 105 lazos qua lo unían á Colombia pora ponerse "decididamente de su lado", á pesar de

la "estricta neutralidad" que asegura el Cónsul Jarami-–

110 y que el ha publicado y apreciado como un lapo. boca dado 01 Cronista de Panamá.

Ahí está el mismo escritor latino d~mostrando por qué no pueden imiter los latinos es~ 'labor viril, posi– tivista y clarovidente de 10$ anglo-s'(¡jones.

Ahí está él mismo sin entrar en ~l terreno de la práctica y abandonar el de lo ideología.

Ahí está, sin poder despojarse del máncheguismo, pretendiendo que los pueblos se despedacen por ideas obstr¡'ctas como el deber, la gloria, la justicia, la solida–

I idad americana, la fraternidad de estos pueblos, la unidad de la raza y otras cuantas paparruchas por el estílo.

¿No prueba todo eso que nuestra idiosincrasia es il"'lcurQble? Ya vemos, porqu~ algunos quieren curar–

se" cambiar de rumbo, ser prácticos y positivistas, se

les van encima echándoles en cara $U falta de rOman– ticismo y quijotismo y su prudencia y cordu'ra, Uvirtudes que' tuvo el buen Sancho, y el buén Sancho era una buena persona," como dice El NuevQ' Tiempo de Bogotá para zaherir él Díaz, Riesco y Roca, porque no se convier– ten en Quijotes, montan el rocín, embrazan el escudo, enrisfran la lanza y arremeten al Tío Sam, descomunal gigante, que atropella á Colombia reconociendo el dere– cho que los panameños tienen á ser libres é impidiendo

que las tropas colombianas fueran á ahogar en sangre la naciente República.

y así tenemos otra inconsecuencia de la prensa y

la diplomacia colombianas. Condenan el llamado ude_ recho de la fuerza" é invocan el otro derecho, la justi– cia y la libertad, y al propio tiempo quieren emplear su fuerza para écraser la justicia, el derecho y la libertad en el Islmo.

¿Qué título tiene Colombia para sojuzgar á Pana· má? ¿Por ventura son los panameños un hato de gana– do propiedad de los colombianos para que pretendan conservarlos por la fuerza como cosa suya? ¿Qué ale.. 90 Colombia en apoyo de su pretendido derecho? AIIi está lo que su Ministro en Washington, el General Reyes, dice al Ministro a~ericano l1ay,

u que es del dominio público el conocimiento de que la nación madre tiene súficientes fuerzas para reprimir la revolución, y que la

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