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del paganismo y abrazó el cristianismo, y califica de apóstata á Juliano porque no le gustó el cristianismo y

quiso restaurar el paganismo; sin embargo de que am– bos hicieron lo mismo: renegaron de su religión V abra– zeran otra, Y, por consiguiente, los dos son apóstatas

ó lo!;; dos son convertidos Eso exige la lógica; esa es la conclusión legítima á que se llega iuzgando con sano

é imparcial criterio á la luz de la filosofía y de la his–

toria.

Si los enemigos de la independencia de Panamá no están de acuerdo con mi modo de apreciar el acon– tecimiento, espero que me refuten con razonamientos.

Con gusto entraré en discusión con todos los que disien– tan en esta materia, pero verdadera discusión, serena

y razonada en la límpida región de las ideas V los prin– cipios en relación con los hechos consumados.

5 dI> enero de 1904.

'6EL SIGLO XX" Y PANAMA

ALGO DE HISTORIA Y FILOSOFIA

EL SIGLO XX, de San Salvador, es un buen diario de informaci6n, de grandes dimensiones y bien impreso. Sus reproducciones son interesantes y de utilidad, y los oriículo5 originales que suele publicar son bien csc~i,os

y da saber literario. Su criterio es sano é imparcial, generalmen'e; pero en ocasiones cojea, perturbado por

pi eocupadol1os de raza y educación como en su artículo Así va el mundo Su idea capital es exacta, pero tro– pieza en les detalles, falsea les historia y no es 16gico en sus conclusiones.

Muy cierto es que "de todos los derechos, ninguno tan bien definido e indiscutible como el de la fuerza", pero es falsísimo que "haga 19 siglos que el cristianis– mo esté empeñcldo en suprimirlo".

Lelos de eso, desde que el cristianismo se enseño– re6 del alma do Constantino, deió de ser perseguido y se hizo perseguidor; ya no fué víctima sino victimario; el cordcno 58 volvi6 tigre, y la cruz, símbolo de redcn– ción, vino 6 ser el lábaro que guiaba los ejércitos cris– tianos al degüello en nombre del Dios que dijo: no ma– tarás

¿Las 8 cruzadas predicadas por los papas para combatir contra los infieles, que fueron sino 8 expedi– ciones sangrientes, campañas de la fuerza contra el de .. recho?

¿La Inquisición, con todos sus horrores, en Italia, Francia, España, Portugal, los Países Baios y la América, qué fué sino monstruoso atentado de la fuerza contra el derecho natural del hombre de pensar y creer libre– mente, y de tributar culto á Dios según el dietado de la conciencie de cada uno?

_. ¿La San Bartolomé, las Dragonadas y demás haza· ñas cat6licas, apostólicas, romanas, qué otra cosa fue– ron si no atentqdos de la fuerza contra el derecho sa– grado de la conciencia, de la vida y de la libertad individual?

¿Serán esas las numcrosas y grandes batallas ga– nadas por el cristianisnlo contl a la fuerza, al decir del colega del Siglo XX?

Pero si esas son las que ha ganado, ¿cuáles serán las que ha perdido?

Es seguro que en primera línea es'ará la del 20 de septiembre de 1870, en que Su Santidad perdió la Ciu– dad Eterna por ser Víctor Manuel mucho más fuerte que él.

No hubo allí revelsión al espíritu pagano, como cree el colega, sino continuación porque en realidad de verdad nunca hemos salido de él; en el mundo está to– do siempre so."etido a la fuerza; el cristianismo en 5U

comienzo no flié sino una aspiraci6n al derecho, pero

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andando los tiempos se ec~ó en el olvido y se fué por el atajo.

Que la force pi ¡me le droit no es invención de Bis– mark. El no hizo más que expresar el hecho observado y comprobado.

La fuerza ha sido y <:s dueña del campo. El de– recho e~ un intruso que se entromete y quiere ocupar su puestoj pero hasta hoyes un ideal, una entelequia, como la iU5ticia y la libertad. Todo es'o está aún en estado de gestaci6n, está creándose, se opera la evo– lución moral-racional-espiritual-social, así puede de– cirse. Es la crisálida que no ha llegado á mariposa. No se ha verificado el transformismo del elemento bár– bero á la civilización. Cuando en los campos de Far– salia el austero romano se hundi6 la espada en el vien– tre, tenía razón. La justicia era y sigue siendo un nom– bre vano, aspiración da alma noble, desanimalizada ¿Cuánd9 llegará á ser real y tangible? A saber Justi– cia, seguridad, orden, estabilidad, libertad y progreso son seis palabras que tienen para el filósofo, como dijo el doctor Núñez, un mismo é idéntico significado: ideal

humano.

Los que llamamos atentados de la fuerza no son tales atentados. Eso es lo que es, y así va el mundo mientras no se verifique radical transformación en la conciencia humana, de manera que las seis palabras que acabo de mencionar tengan correspondencia en la raolidad.

La historia de la humanidad es la lucha perma– nente entre la fuerza y el derecho, esto es, entre la rea– lidad y el ideal.

Este último habría avanzado ya mucho terreno, si todos tuvieran buen criterio, si hubiera iustesse en el juicio; pero sucede que desbarramos con la mejor buena fe, inconscientemente somos ilógicos, aplaudiendo y censurando sin discernimiento.

El supuesto derecho de Colombia para someter á

Panamá, es el mismo que tenía España para recuperar sus colonias emancipados. La Santa Alianza apoyó ese del echo, contrario 01 de los pueblos á ser libres, pero sur9i~ la doctrina de Monroe, y di ¡o á las poten– cias coaligadas: "Alto ahí. América para los america– nos". ¿De parte de quién estaba el derecho, de Espa– ña ó de las colonias? No hay americano que crea que estaba en favor de España. Lo que ésta tenía y había tenido era la fuerza. Ese era el título que quería hacer valer. Contra ese título se alz6 Monroe, representando fuerza, por supuesto, pero invocando el derecho de las colonias él ser libres. Era,. pues, la fuerza en favor del derecho; de la misma manera que en el combate de

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