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« Previous Page Table of Contents Next Page »mera violencia q~o han sufrido estas pequeñas repúbli– cas.
Inglaterra bombareó á Ornar y ocupó Corinto para exigir el pago de unos cuantos miles de "libras por 105
sucesos de Blueflelds.
La escuadra alemana vino á Corinto y amenaz6 des– embarcar fuerzas ppra exigir el pago de treinta mil pe~
sos por el Incidente del Cónsul Eisentiuk.
España bombardeó Val paraiso y el Callao y ocupó las Chinchas.
Italia estuvo á punto de hacer lo mismo en Colom– bia por la reclamación de Cerruti.
y Francia ~esembarc6 tropf:ls en Méjico para fun– dar el Imperio de. Maximiliano, que se hubiera consoli~
dado si los Estados Unidos no obligan á Napoleón á retirar su eiército.
En Europa, añade el diario mejicano, se disip6 ya
el pánico, pero entre nosotros persiste, debido á que ciertas publicaciones contribuyen á mantener la impre– sión terrorífica,
Yo no sé que entre nosotros haya esa impresión pero por lo que toca a Europa, tengo en que fundarme para no Dsentir á lo que asegura El Tiempo
Inglaterra es la primer potencia marítima, y, sin embargo, cedi6 en sus pretensiot1~s sobre la ~uayana
cuando los Estados Unidos apoyaron decididamente á
Venezuela, antes que Hel mundo admirado presenciase el portento de sus naves de guerra hundiendo en
pocos minutos, en Cavite y Santiago de Cuba, las flotas es– pañolas".
"En la guerra hispano-americana, se tradujo, como acaba de de~lr un escritor, el poder colosal de, ese or– ganismo polltico, lleno de juventud, de salud, y de dallars" . Ningún poder europeo salió en defensa de España, confirmándose el vaticinio del Dr. Rafael NúñeE, ex-President" de Colombia. , "No hay ningún pals de Europa, dijo este estadista, hace 20 años, que se atreva á romper hostilidades ton
los Estados Unidos, porque, además de que tollas esas potencias dependen industrialmente do la Gran Repú– blica-y en especial los ingles,s-ninguna de ellas pue– de debilitarse en guerras leia~.as de magnitud. Se lu.. cha con las montoneras de A1,;1blo, y con los Qnamitas y con 105 débiles soldados dei' Celeste Imperio, cuando más; pero al coloso de este Continente se le tiene pro– fundo respeto. la política int~'rnaclonal europea es de desconfianza recíproca, 'y ning~n Gobierno de aquellos
se resuelve á ensanchar sus leidos vulnerables. Nada
d4 serio tenemos, pues, qué ~sperar de Europa para la dc'fensa de nuestra iurisdicci6n en el Istmo".
Esa visión profética de Núñez, acabamos de verla realizada Colombia ha pua~to el grito en el cielo y
no ha hallado eco ni en Europa ni entre sus hermanas de América. Chile le contestó que siente mucho, y nada más. La Prensa de Buenos ,Aires chilló, pero confiesa qué no se puede hacer nada. Venezuela y el Perú aceptan lo sucedido. la~ demás hermanas no dicen o",re ni moxte. Rusia y Francia reconocieron I~ Repú.. bllca de Panamá; Italia ofreció reconocerla cDniunta– mente con las ofras potencias que sólo esperan. el arre– glo entre Panamá y los tene~ores de bonos ¡"jJreses y
holandeses. Solo Silvela y San Pedro, en Espaija, abo–
gcm por la buena Inteligencia con I~s republicanos his..
pano~cmericanos para contrarrestar la influencia anglo– sajona, y Mr. Bonaparte Wyse, en Francia que acaba de hacer un llamamiento en el Eclail 6 las naciQoes la– tinas de Europa y América para emprender unQ ,::ruzada contra los yonkes, atacándolos por cualquier parte como el único modo de salvarse del peligro que les amenaza; pero eslo na pasa de palabras lanzadas al viento y que
se pierden en el vado com~, la voz del que clama en el dE:!5ierto. .
Ya se convencerá, pues, El Tiempo, de que los Esta– dos Unidos no son hoy, como él dice, una n,ación como otra cualquiera, y que tengo raz6n para no creer que en Europa piensan como él. 12 de diciembre de 1903.
LA AMERICANIZACION
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DESPUES do reducir los Estadas Unidos á las propor– ciones de una naci6n como otra cualquiera, la emprende El Tiempo contra los escritores méjicanos que se recrean en describir como un inmenso fantasma de poderío á la Gran Repú~lica, porque no ihlentan, como Tácito, hacer resurgir noblezas de caráctiU' olvidadas, sJno insi.. nuar la humillarite abdicación, la americanizcici6n de grado, si por fuerza les será imposible eludirla en tiem– po más ó menos remoto.
Según el colega, 5US compatriQtas dicen: "C;orramos, pues, á asimilarnos á nuestros ac:;lversarios si no quere– mos que ellos por la revolución; verifiquen la america– nización, adoptemos sus instituciol1es, sus costumbres, su
cultu~a para que el látigo de la servidumbre nos fusti– gue menos cruelmente, cuando ~stemos bajo el domi– nio de nuestros señores providen~ialesu.
ilEsa ten~encla á desnacionalizarnos
t
continúa el diario ineilcano, es la que hemos atacado siempre, por– que considerqma. que un puebla está perdido cuando se le hace ~r"r qu~ ya no hay para él medio de sal-
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vació". Esa americanizaclon humillante, que corre es.. pontáneamente á ponerse á las plantas del vencedor, es la que siempre nos ha indignado. De allí nuestro empeño, algunas veces calificado de apasionetdo, en hacer palpar que el coloso que ha Interpuesto su estatu– ra en nuestros horizontes libres, no es de suyo tan temi– ble como le suponemos, que· tiene como Polifemo sus lados vulnerables, que nosotros debemos aprovechar en los momentos de un trance inminente. Y entre tanto, no debemos "americanizarnos" sino al contrario' Umeji_ canizarnos" en el sentido más amplio de la expresión, es decir, concentrar y desenvolver en extremo grado las virtudes que nos son propias para oponerlas todas al futuro desastre".
A primera vista parece muy patriótico lo que dice el diario meiicano; pero reflexionando un poco se des .. cubre que lo aconsejado por él, es el estaciona;miento, equivalente al suicidio nacional.
Precisamente, el modo de evilar lo que él teme, es hacer lo que dicen sus col~gqs: "Correr á asimilarse él
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