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algunos de los ejemplares de la colección enviados por la Smithsonlan Institutlon en 1905.

Finalmente en marzo de 1906 Seth Eugene Meek hi– zo la primera colección extensa de peces de los lagos: coleccionó en Tlscapa y en los lagos de Managua y NI– caragua, incluyendo la laguna del Genlzaro y los merca– dos de Granada y Managua.

En su interesante folleto "Synopsis of The Fishes of The Great Lakes of Nicaragua: 1907", publicado por el Museo de Historia Natural de Chicago, describe ya 12

géneros divididos en 35 especies, varias de estas espe–

cies, totalmente desconocidas hasta entonces.

Don Diocleciano Chávez por entonces encargado del Museo de Managua, ayud6 a Meek en sus investigacio– nas en Nicaragua, y Meek en testimonio de gratitud le

dedicó una de las especies descubiertas en los lagos lla–

mándola Dorosoma Chavesi¡ se trataba del pez conoci–

do popularmente como sabalete, pequeño pez plaieado

que tiene en la parte posterior de su aleta dorsal una

prolongación filamentosa parecida a la "pluma" del sá–

balo.

Don Diocleciano tradujo más tarde la obra de Meek y publicó la traducción en 1913 bajo el titulo "Estudios de los Pescados de Nicaragua por Seth Eugene Meek".

La impresión del folleto se hizo en la Tipografla Nacio– nal de Managua.

Aún siendo traducción es hoy por hoy el único tra– bajo en castellano que existe acerca de los peces de NI–

caragua.

En 1923, Henry W. Fowler publicó otro trabajo so– bre los peces de Nicaragua. Este trabajo resulta de in–

terés por tratarse de peces coleccionados en una región

hasta· entonces completamente desconocida ¡etiológica– mente. Las colecciones de estudio fueron hechas por

Theodore W. Bouchelle en los rlos Tunky y Prinzapolka y por Wharthon, Huber y J. Fletcher Street en las cuen– cas de los rlos Tunky, Pis Pis y Wanky.

Después de 1923 hay sólo descripciones de alguna

de las especies de los lagos, como los trabajos de R.

Rush MiIler acerca de los sabaletes.

El autor de este artículo' tiene en preparación un

trabajo sobre los peces de los lagos, basado en colec–

ciones hechas en las cuencas lacustres del Cocibolca y

Xolotlán en los meses de junio y julio de 1960. El nú–

mero de familias de peces encontradas en estas colee.. ciones asciende a trece y a cuarenta y una el número de especies. Las fotografías correrán a cargo de nuestro

ilustre radi610go y galardonado fotógrafo Carlos Alberto

Marín.

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NUESTRO TIBURON

El tiburón de llago es sin duda alguna una de las

cosas que más llaman la atención de los que nos visi– tan. Cuando en el extranjero se cuenta que aquf en el lago hay tiburones, casi siempre se encuentra uno con una sonrisa educada en la que se transparenta la in–

credulidad. No puede ser. El tiburón va asociado en

la imaginación popular con avent~ras en 105 límpidos mares tropicales, barcos negreros, pescadores de perlas que se hunden entre una .l1ube de burbuios con un peso

en los pies y un gran cuchillo entre los dientes, playas

de blanca arena coralina empenachadas de cocoteros.

En las aguas verdosas del lago entre guapotes, moiarras

y guabinas, con un fondo de plócidas vacas bebiendo

en la playa limosa no pega el siniestro triángulo de la aleta dorsal de un tiburón.

Este hecho no llama sóla la atención de las mentes

populares sino también la de los científicos que han en– contrado de gran ¡nterés el que 105 tiburones se hayan

establecido al parecer permanentemente en el lago.

El tiburón aparece por lo menos mencionado en ca– si todas las narraciones de viaieros que han pasado por Nicaragua.

Comienza la ilustre lista Gonzalo Fernández de Ovie–

do cronista de Reyes Católicos quien en su Historia Ge–

neral y Natural de las Indias, deduce de la presencia

de tiburones y los peces sierra que los dos grandes la– gos son uno 5010 comunicado con el mor.

Sigue la serie con viajeros tan ilustres como SQUIER,

BELT, STOUT y BOYLE.

En 1877 en los PROCEEDINGS OF THE ACADEMY OF NATURAL SCIENCES OF PHILADELPHIA, THEODORE GILL y J F. BRANSFORD hacen la primera descripción

cientlfica del tiburón del lago y lo bautizan como EULA– MIA NICARAGUANSIS; dan por sentado que puesto que

vive en agua dulce se trata de una especie distinta de

los del mar.

Posteriormente el nombre del género pasó a ser

CARCHINUS y asl aparece enllstado, sin nuevas des-.rip– ciones en las obrels de LUTKEN 1879-80:65; JORDAN

1887:556 y MEEK 1907:103.

En el NATIONAL GEOGRAPHIC MAGAZINE de 1944

Luis Morden en un artículo sobre Nicaragua titulado HUn

pals de lagos y volcanes" describe la pesca del tiburón en San Carlos y presenta fotograflas en colores del tibu– rón y del pez sierra.

La única descripción científica completa se la debe–

mos BIGELOW y SCHOEDER 1948:378-382. Se basa en

4 eiemplares enviados de Nicaragua y conservados en

alcohol en museos de los Estados Unidos.

En el presente artículo daremos primero algunas ideas generales sobre los tiburones, para añadir después

algunos datos sobre el tiburón del lago.

Los primeros peces parecidos a los tiburones apa– recen en el mundo aproximadamente a la mitad del DE–

VONICO hace unos 300 millones de años. Los tiburo–

nes que pudiéramos llamar modernos, casi iguales a

los aduales, aparecen en los mares JURASICOS. Pasa–

da la época de los grandes reptiles marinos, 105 tiburo– nes se convierten en los señores absolutos de los mares terciarios. Algunos eran alargados, aerodinámicos, cu– yas lineas y dientes agudos como aguias nos hacen pen– sar que estos tiburones perseguian a las presas nlás ve– loces y las tragaban enteras; otros eran muy grandes, el

más grande de todos CARCHARODON pertenecía al mis-

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