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« Previous Page Table of Contents Next Page »tlquel desaguadero de la playa é queda enxulo el camIno,
é yo passé por él en seco E 'luando assi está seco el pan– tano ó ¿harco, matan i1 palos los indios innumerables lagartos é pescados; pero siempre queda alguna agua en partes é ¡nnumerabels charcos, é tura y es luengo más
clf~ legue y mecHa, é de and'\o quassi (a mitad. Qucmdo
yo lo vi fué en fin de Julio dol año de mil é quinientos
é treynta y nueve, é tenía poca agua. Ese Avilés que estaba allí ell Songocama tenía mucho puercos, que eran
suyos é del Dicgo da Morat1:, de los qucsles daban carne
a la dudad de Granada; é comían infinito pescado de aquel charco, parábanse muy gordos, tanto, que de 90r~
dos, é porquo tenían selbor é aun olor de pescado, eran c¡borrescibles, é por esso los troían ya apartados del agua, é no los deJwban entrar en ella para más de be–
ber
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Hoy día, para CCiz~r lagartos, el indio nicaragüense no se aprovecha sok~mente de aquellas circunstancias des–
erHas por Oviado. A menudo traba batalla con el saurio, cueipo
Ci cue¡po, en su propio elemento, armado de una pequeiíu estaca ele mi:u-lera de 15 a 17 c:entímefr()s de
largo, muy afiiada en ambas puntas. El cazador se me'e
al agua; se acerca y aguarda que el lagarto se le eche en– cima con las fauces abiertas; instante que aprovecha pa–
ra empuiarle la estaco, en posición vertical, impidiéndo–
le así que vuelva a cerrallas, y luego lo apuñala en el vientre.
Pero las lagunas verdaderamente extraordinarias y
misteriosas del país se encuentran en la zona del pací– fico, en las proximidades de estos grandes lagos Las más imporh:m'es son las de Tiscapa, Neiapa y Asososca,
precisamente detrás de lel ciudad de Managua; la de Jiloé., más hacia el no~te y las de Apoyo y Nindirí entre fas ciudades de Granada y Masaya. Casi todas son de origen volcánico, lesuffcmfes de tremendas sacudidas que hundieron la tierra, o formadas en cráteres de volcanes extintos. Abarcando superficies de tres a siete kilóme– tros de circul1ferencia, cerradas por precipicios casi per... pendiculares de rocas sólidas y negras, estas lagunas ofrecen occeso sólo por un flanco, transitado de antaño
por los ¡ncitos que 1(1$ habían convertido en lugares sagrados.
Po, los alrededores ele la laguna de Nejapa toda–
vía se habla de peligros imaginorios; de remolinos que
se forman en sus aguas y que se chupan a quien se Cltreva a penetrar en ellas¡ de un templo excavado en–
he los rocas, ~ flor de aguo, donde los aborígenes ha–
cíon sus sacrificios et las divinidades que comandaban el fuego y el agua de las montañas. Lo cierto es que
en sus eguas alcali~:,ls no habita un solo pez.
En cambio, de la laguna de Nindirí (Masaya) re– lata el mismo Oviedo que uA este lago de Lenderi no le hallan suelo poi" su mucha hondura, ni en el hay .lCS–
'Cado de ningún género, sino unos pescaditos tan pe... queños como cabe de cguietas, que ~o se pueden co– mer por ser tan menudos meior que en tortillas de hue– vos, é assi los comí yo en caSCl del dicho Machuca~ Yo le pregunté 01 cacique que por .qué no echaban en aquel lago algunos buenos pescados, traydos de algunas par– tes, é me respondió que muchas veces se evia probado para que se multiplicasen é tuviesen qué comer, é que luego se mueren é hieden, y el agua los sube encima
de si, 4 aun ta dafian¡ é por eso, como cosa l1tuy expe– rimentada, no curon dello.."
El antiguo cronista, finalmente, habla así de otras dos lagunas: "Yendo la población é Placa que llaman
Managua á kl clicha Lenderi, á un tiro de ballestu ó po– co mns de Managua, está otra laguna muy hermosa é
quebrada que paresce alberca, y está de montes bien altos é de peña tajada en partes é muy hermosamente cercada... é fiene mucho pescado é bueno. Otra laguna
hay on fa provincia que se dice el Diriá, y es mayor
que 1-:'] que se dixo de susso Lenderi: esta es de aguo
salada como lo mesma mar, é tiene mucho pescado é
muy bueno, que hace ventoia en el gusto é bondad á
todo.s los otros pescados de todas las ofras lagunas
dulces ya dichos ."
¿Cómo llegaron el poblarse de peces estas lagunas tan herméticas que han venido Hamcmdo la ofención de 105 exploradores desde hace más de cuatrocientos clños? "Quien sabe!", responde, en español, Squier. Por lo que hace a los grandes lagos, el paulatino
cambio de lo naturaleza ti través de los siglos no sola– mente aclimató a los peces marinos al agua dulce sino
que los desarrolló eXiraordinariamente en grandes va.. riedades y tamaños. Julius Froebel encontró en el lago de Nicaragua seis especies hasta entonces no descritas, entre ellas el mojarra y el guapote y, además, el tiburón, el pezespada y el peje sierra, a pesar de que por su or– gcmización están destinados a vivir en agua salada. A
este respecto escribe lci siguiente el autor alemán: "El lago, en cierta parte tan repleto de peces que, con solo una vez que un muchacho echó su atarraya, sat6 sufi–
ciellte para let comida de toda una familia. Pertenecían estos peces a las dos especies llamadas Mojarra y Gua– pote que siempre se consiguen en el mercado de Grana–
da. Yo envié C1 mi amigo el profesor Agqssiz estas dos y otros cuatro especies más del Lago Nicaragua y se comprobó con todas que no habían sido descritas, hasta entonces, representando seis nuevas especies y dos gé–
neros nuovos".
El Mo¡arra y el Guapote son ele la familia Cichlidae. El Mojarra contara (Cichlasoma citrinelluml abunda en los Grandes Lagos y en la Laguna de Tiscapa. Es la más variada de todas las especies de estos lagos pero no tienen características constantes y tangibles que las definan en subgéneros.. El Guapote es del mismo géne– ro Cichlasoma del Mojarra e incluye varias especies. Una
d.e eUos, kl nHmaguense, jaspeada de obscuro, abunda
110 sólo en el Lago de Nicaragua sino también en las lodosas y calientes (83 0 F.) aguas del charco de Tlsma. Aún allí, su carne es sóloda, blanca, suelta y gustosa.
Hablando de estas especies, Seth Eugene Meek, elel Fielcl Columbian Muscum de Chicago, refiere lo siguien– te de la Cichlasoma managuense: "Tienen una vitali– dad admirable. Los que se encuentran en el mercado,
a menudo están vivos horas después de haberseles sa– cado del agua. Una mañana yo compré dos en el mer– cado de Granada. Luego los llevé al hotel. Los dejé por más de media hora peua ir a desayunarme y no fué sino al rato, después de haber concluído, que los puse en agua. No había transcurrido mucho cuando volvieron a estar perfectamente vivos. Esta especie
-que se parece a nuestra Lobina Negra por la formal
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