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CClntes más atentos o los intereses de su comercio que

01 desarrollo de la geografía, sucede muy pronto la era de las grandes exploraciones marítimos, abierto por Piteas el Marsellés en 330 a C Geógrafo y astróno– mo, Piteas avanza hasta el círculo polar, donde fas témpanos flotantes lo obligan a retroceder En el CLII so de su viaje parece haber explorado las costas de Gran Bretaña, las islas Shetland e Islandia (o Norue–

ga) ¿Qué trae de su viaje? Ni oro ni plata, pero sí un conocimiento de las regiones árticas y una expli–

cación astronómica del sol de medianoche Este pa–

dre de la oceanografía es el primero en apelar a los cólculos astronómicos paro determinol la posición de un lugal determinado

Las glandes exploraciones marítimas exaltan

lo imaginación de los pensadores mediterráneos, mo– viéndolos a ejercitar su sagacidad en todos los aspectos geográficos accesibles en eso época Así, Pitógoras deduce lo esfericidad de la tierro basándose en los re– latos de los marinos Junto con Heródoto, Aristóteles, Hiparco y Ptolomeo, sienta los bases de lo que un día será la oceanografía Se hacen sondeos, se trazan cartas, se determina la posición de los puertos, se cal– culan en el cielo las distancias recorridas Las corrien–

tes, los vientos y los mareas no son yo las manifesta– ciones aterradoras de dioses coléricos, sino auxiliares que permiten ampliar las vías marítimas por los cuales se cumplen los intercambios humanos, y que dan paso a las armadas, las ideas y las riquezas

El país más fuerte y poderoso es aquél cuyos puellos son más numerosos, más grandes, y están me– jor sitLlOdos paro canalizar la corriente de bienes mo– tel iales que mueve todas las acciones humanas, a su vez, los vías que llevan a los puertos están jalonadas por múltiples foros y fanales, a los que se atiende celo– samente La verdadera potencia de una nación surge

del mar

La "paz romana" cambiará el panorama a las aventuras oceánicas prefiele las conquistas continen– tales Poco a poco, los antiguos terrores seculares, las supersticiones de los marinos vuelven a reinar en los herederos de los primeros navegantes

Pero los vikingos y ros árabes mantienen el fuego sog rada ellos intentarán las primeras travesías del Atlántico Los árabes introdllcen en el mundo occi– dental el empleo del gobernalle montado en el codas– te, de la brújula y del astrolabio Una vez conocidos estos perfeccionamiento técnicos, todas las grandes navegaciones son posibles Sin embargo, los vikingos las ignoran cuando se lanzan sobre barcas sin puente, de velas cuadradas, a explorar el mar del Norte Lle– gan así a la Galio y al sur de Inglaterra, descubren el oeste de Gran Bretaña, Islandia, Groenlandia y desembarcan finalmente en América del Norte Algunos siglos más tarde, las carabelas de Enri– que el Navegante siguen la ruta de las especias y del oro, menos de un siglo después, Vasco de Gama llega a la India A esta pi agresión del occidente hacia el este, responde en la misma época la invasión del Paci– fico por ros pueblos polinesios, que osan cruzar ef océa-

no a bordo de sus frágiles canoas con flotadol es, va– liéndose del conocimiento que tienen de las estrellas Cristóbal Colón muestra entonces el camino de las Américas, y se inicia la gran carrera marítima POI a encontrar rutas inéditas y directas af Asia y descubrir el único continente todavía desconocido, el antártiCo, al cual se atribuyen riqLlezas muy superiores a ras que en realidad posee Balboa descubre el Pacífico, Mo– gollones da la vuelta al mundo y efectúa los primeras sondeos a grandes profundidades En vez de un con– tinente antártico, Cook descubre un océano que corono

lo tierra en torno al polo, tras de lo cual recorre el Pa–

cífico en todas direcciones, seguido muy pronto por Bougainville, los cazadores de focas y los balleneros Por último, se trata de encontrar un pasaje por el norte, exploración en la que se ilustran Davis, Hud– son, Barentz y Behring

A comienzos del siglo XIX la Tierra ya es bien conocida Sólo quedan por descubrir unas pocos islas perdidas en las inmensidades oceánIcas, y explorar los dos polos Pero nada se sabe de los profundidades oceánicas, de la naturaleza y fas formas de los fondos marinos

Por lo menos cuarenta siglos han transcurrido desde que un hombre, movido por la curiosidad y el deseo de lucro, se lanzó al mar ¿Cuál ha sido el fru– to de tantos esfuerzos? Una "Geografía físico del mar" publicada en 1855 por el teniente Maury, de la marina norteamericana, donde expone los conocimien– tos acumulados hasta entonces sobre los vientos y fas corrientes, y que los marinos de todos las nociones le habían comunicado La síntesis efectuado por Maury permite trazar cartas que, una vez en manos de los <-apitones de los navíos, modificarán las rutas de las gl andes travesías oceánicas, reduciendo por ejemplo en varias semanas los viajes o Australia o al Cabo de Hornos

Es la primera de las "instrucciones náuticas", que constituyen el libro de cabecera de todo capitán y oficial de navegación, esas instrucciones contienen to– dos los detalles conocidos sobre lo geografía físico de los mares, la línea de las costas, los vientos, las co– rrientes y las mareas, los peligros y fas señales, sin lo cual más de un barco naufragaría al abol dar ribel as inaccesibles

No cabe duda de que antes del libro de Maury existían muchísimos documentos de capitanes que de· seabon tlansmitir lo experiencia adquirida por ellos Por desgracia, todos esos datos destinados a facilitar la navegación abrían al mismo tiempo las puertas de los Iiquezas, y pOI eso eran celosamente mantenidos en secreto en las gavetas de los armadores y las cabi– nas de los pilotos

Los portulanos y los periplos son los documentos más antiguos que haya llegado hasta nosotros, y nos permiten juzgar los conocimientos técnicos de los vie– jos marinos Los pI imeros eran Cartas que describían los accesos a las costas mediterráneas, e iban acom– pñados de instrucciones náuticas, mientras que los

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