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« Previous Page Table of Contents Next Page »LAS OLAS, MISTERIOSAS
BAILARINAS DEL MAR
N
uestro conocimiento científico de las olas
data del desembarca de las trapas aliadas en Narman– día, en 1944 Esta afirmación, par muy absurda que parezco, es exacta Desde hoce millares de años, cuunda uno de nuestros antepasados de lo prehistoria
se encontró a merced de las olas en un cascarón de
nuez, los hombres se han visto zarandeados hasta la nóusea, y se han ahogado por culpa de las olas, los argonautas, los vikingos, Colón desde sus temerarias
carabelas, así como millares de viajeros mareados, han
contemplado las olas con profundo hastío Conocían
sus efectos, pero ignoraban en qué consistían
Por fin, en la Conferencia de Quebec en la cual se decidió el desembarco de Normondío, alguien pre–
guntó
JI
¿Cómo actúon los oJas?1I Lo respuesto era
importante pues, como se sabe¡ había que construir
puertos y rompeolas artificiales, y un oleoducto a tra– vés del Canal de la Mancha Se trataba de desem–
barcar, usando 10 fuerza o la 9stucio, un ejército nu–
meroso en un tiempo calculado en fracciones de se– gundo
RITCHIE Cl\LDER
y nadie, ni los marinos de los novíos aliados ni los hombres de ciencia, conocía lo respuesto Como
es lógico, tenían conocimientos sobre las moreos,
Newton las había explicado cíentíficomente por la in– fluencio de la fuerza de gravedad de la luna, y en los almanaques se establecía de una manera precisa el nivel eje la marea en cualquier punto determinado de la costa normanda Pero no se sabía nada de las olas, salvo que los marinos debían aguantar sus efec–
tasI sin preguntarse las razones de las mismas
Entonces los hombres de cíencia tuvieran que ex– primirse el cerebro Además del mecanismo de for– mación de la ola, habla que considerar toda clase de factores la naturaleza del Canal de la Mancho, la configuración de lo lineo costera donde las olas rom– pen de una manera incierta, e incluso la geología del litoral marino Un profesor británico de largos cabe– llos (que no quiso cortar ni siquiera poro ponerse el uniforme) recordó al respecto que en una ocasión, ba– ñándose en esa costa después de una noche de tor– mento, pudo comprobar que la resaco ero turbosa ¿Sería oportuna la observación? Hasta tal punto lo
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