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abispl de otro animal que habito en lo supe. flcie, es

lo diferencia de in1ercambios químicos de su organis– mo, es decir, su metabolismo

El problema esencipl de la biología de las profun– didades es un pi oblema de alimentación, y sus facto res se van modificando notablemente a medida que aumenta la profundidad En primer lugar debe te–

nerse en cuenta que toda materia orgánica -tonto en

el mOl como en tierra firme- procede de los plantas que la sintetizan partiendo de elementos mine.ales, gracias

(l la acción del sal que se ejerce o trovés de la c101ofilo Los algas, pues, son el punto de partida de

lo cadena alimenticia, como necesitan de lo luz, viven

en aguas superficicdes (digamos, hasta unos 300 me– tros) Este límite dista de ser pbsoluto, pues en gene– rol no se tl(]tp de algas fijas sino libres, que flotan

~

ero, ¿qué comen los seres que habitan o mo–

YOIes profundidades? Las migajas del festín se. vida en las zonas iluminadas, los cCldáveres de los Clnimales que forman el plancton, y que llueven literalmente sobre las pl(]fundidodes, como un incesante col do nu–

tlitivo

A fuerza de ser aprovechado de piso en piso, ese

manó se va enrareciendo, y por eso la fauna abisal

disminuye pi oporcionolmente En el fondo, sin em·

['argo, la lluvia nut. itiva se acumula, y la vida vuelve a manifestarse allí vigorosamente, Si la pi afundidad

es muy grande, la sustancia alimenticia se agotará

antes de tocar fondo, por eso los animales son poco numerosos en la fosos de 8 000, 10 000 o más meh os

Lo fauna de esas fosas carece de alimento suficiente,

pOi que el ciclo de lo vida sólo puede ser iniciado por lo acción del sol en lo superficie,

Aparte de esto disminución progresiva de la fau– na a medida que aumento la profundidad, la vida abi–

sul no posee ninguna característica constante En ese

medio ambiellte tan pOlticular, la adaptación no pare– ce haber desempeñado un papel bien definido, tanto allí como en la tierra, la multiplicidad de formas, el

inagotable "ingenio" de las soluciones parece ser la

única norma En definitivo, la leyes que no existe

ninguna ley El único rasgo común lo constituye lo decoloración progresiva de los animales que viven en las capas profundas

Veamos, por ejemplo, lo que sucede con los ór– ganos de aprehensión 'de los olimel1tos En ciel tos

peces la solución pOI eee .lógica una boca enorme,

capaz de atrapar las presas a ciegas, y que traga todo lo que se presenta Pero otros peces pi esentOli bocas de tamoño nOl mal, y algunos que viven en el fonda sólo poseel1 una pequeña boco destinada a chupOl los

alimentos

Examinemos mejOl los peces de bocas desmesu– ladas, sobre todo los de la familia de los Stomiadé

Su mandíbula inferior se articula de la manera mós extraOl dinaria, por detrás del cráneo, está hecha para lonzOlse hacia adelante y cerrarse luego mientras re–

hocede/ como uno excavadora mecánica Se flota,

pues, de un pez cazador, que proyecta su enorme

entre dos aguas y pueden ascendeJ o descendel según el I itmo de las COII ientes.

Los animales más pequeños comen algas micros cópicas, y constituyen a su vez el alimento de onimales más grandes, que o su turno son devalados po,' otros

mayores¡ y así sucesivamente Peto esa caza perpe– tua, ese incesante comerse unos a atlas no se limita

a la zona en la cual penetra lo luz del sol En efecto, un banco de pequeños crustáceos que ha comido algas el1 la superficie, puede descender más tarde y sel de– vorado doscientos metras más obajo por un cardumen de pececillos, que a su vez se.ón perseguidos por pe– ces más grandes que suben desde las profundidades para apode rOl se de ellos Las algas superficiales pueden sel on astl odas al fondo por los cOJrientes Es decir que In zonCl de móximo actividad vital nborca de 1 500 a 2 000 metlOs de pi ofundidod

boca, aferra lo plesa entre sus dientes puntiagudos (hechos para sujetal y no para masticad, y la anoja violentomente al fondo de la garganta. Como pi ueba de la exactitud de esta interpretación, un cie, to Sto– miadé, el Ma/ocosteus indieus, presel1to uno mandibu– la inferior totalmene ósea, sin paladar y sin la meno, membrana tendida sobre los huesos Como se ve, es una vel dadera pala mecánica colocada delante de la boca verdadera Un pez osí ormdo no caZa a ciegos, sino que está perfectamente equipodo para tomOl la iniciativa y elegir la presa

Sin embmgo, ¿cómo imaginm una cocería en un

mundo sumido en las más plofundas tinieblas? Po–

demos comprender lo existencia de los "micrófogos",

onimoles que se nutren de presos muy pequeñas y que pare¡ ello filtran el agua o buscan en el limo del fondo,

pero en cambio resulta incompt ensible la existencia

de los Jlmoc.rófogos", los cazadores de grandes pi esas

Todavía más ilógico es el problema de la fosfo–

I escencia Es sabido que numerosos animales de las profundidades emiten luces respalndecientes, diverso– mente coloreodas Los oceanógrafos de la segunda mitad del siglo pasado hon descrito su asombro y ma– ravilla cuando las redes ascendían o la superficie en el curso de una pesca nocturno, William Beebe, en su batisfera suspendida de un cable, y los ocupantes de los bol iscafos, han podido observOl más tarde esos admirables fuegos artificiales evolucionando en las aguas profundas,

Ahora bien, ¿cómo interpretar con 01 reglo a nuestra lógica humana esos resplandores brillantes, esos fulgores difusos, esas múltiples coloraciones? Cabe imaginar que los peces cazadores se iluminan

,omo lo hace un automóvil paro podet avanzO! en

plena noche, pero es indudable que la luz que proyec– tan en el agua es insuficiente para permitirles distin– guir la p,esa Además, ¿por qué algunos de su fonales están situados a los lados del cue.po? ¿Por qué esas

"luces de posición ll en la pOI te ttasera, o esos fanales

al extremo de 100gas antenas? Y sobre todo, ¿qué sent ido puede tener esa luz para seres que en su 'ma–

yoría son ciegos?

Puede pensarse que la luz no sil ve pOi <1 iluminai

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