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« Previous Page Table of Contents Next Page »que lleguen a ser las grandes vías del comercio y el
intercambio internacionales, ne~esitomos cortas bati–
métricos que muestren el perfil de sus fondos, las ele– vaciones y valles, crestas y surcos, y la naturaleza de esos fondos, de la que depende su capacidad de refle– jar las ondas sonoras La cresta submarina que atra– viesa el Atlántico y que es probablemente la mayor cordillera de la Tierra, se diferencia quizá mucho de las montañas continentales, pues nunca ha sufrido un
proceso de erosión tan intenso como éstas Así como
Maury trazó las cartas de las corrientes superficiales y de los vientos, los Maury modernos harán levanta– mientos de la velocidad y dirección de las corrientes en todas las profundidades oceánicas Hace poco se han localizado corrientes submarinos equivalentes a mil ríos como el Mississipi, y que se desplazan por debajo
de enormes corrientes superficiales, como la Corriente
del Golfo y sus equivalentes en otros océanos Así
como encontramos diferencias gravimétricas en los
tierras, debido a la presencia de montañas, valles y
praderas constituidos por materiales diferentes, así
también difiere la gravedad en los océanos, y las cartas
de sus variaciones y de las variaciones de los campos magnéticos de la Tierra, constituirán en el futuro un
valioso auxilio para los navegantes
Los aviones que vuelon sobre tierro firme no em–
plean casi los métodos de orientación tradicionales Para los vuelos ordinarios siguen rutas señaladas por ondas de radio, verdaderas redes de caminos invisibles que les permiten llegar a destino sin la menor desvia–
ción Contamos asimismo con el rodar, que sitúa la
posición de los aviones a fin de evitar choques o descu– brir la presencia de eventuales intrusos No hemos de esperar mucho tiempo para contar con una red equi–
valente en el mar "faros" submarinos, en decir on–
das sonoras que guiarón a los buques que navegan en
lo superficie Llegará a tenderse osi' una gigantesca tela de araña submarina que, al igual que los radares
en tierra firme¡ servirá para marcar el derrotero de los
submarinos amigos y revelar la presencia de los posi– bles enemigos
Con ayuda de los instrumentos y naves de que
disponemos, hay que penetrar poco a poco en los mis–
terios del océano Pero lo mejor es descender a las profundidades y estudiarlas directamente No hay d"da de que los instrumentos científicos prolongan el
alcance de nuestros sentidos¡ así como los vehículos
prolongan el aparato locomotor del hombre Sólo
gracias a instrumentos como el telescopio podemos co–
nocer algo del espacio que se abre sobre nuestras ca– bezas, al que todavía no hemos podido llegar personal–
mente En forma análoga, los instrumentos coloca–
dos al extremo de larguísimos cables nos permiten co– nocer mejor el fondo del océano, al que todavía nos es imposible bajar en persona Los instrumentos, ade–
mós¡ son más sensibles que nuestros propios sentidos
Gracias a ellos se puede determinar el conjunto del es– pectro electromagnético, desde las ondas de mayor longitud hasta las más cortas, las ondas gamma y los rayos X, lo cual excede en mucho el estrecho sector captado por nuestros ojos Otros instrumentos nos
permiten percibir vibraciones por encima o debajo de las frecuencias que alcanzan nuestros oídos, y medir presiones imperc.eptibles o insoportables para los sen· tidos Los ojos son de poca utilidad 0111 donde no hay
mucho que ver, como ocurre en el espacio abierto
Por eso el hombre se convierte en el operador de ins– trumentos capaces de recoger informaciones útiles, y mañana será el conductor de la astronave que le per– mitirá desembarcar en otro planeta
No obstante, recordemos que toda información recogida por los instrumentos llega al cerebro humano a través de sus sentidos Y por eso, en las regiones inexploradas donde todo está por verse, nado puede reemplazar la presencia personal del hombre, sus ojos y oídos captando las informaciones y permitiéndole trazar sus planes de exploración y de conocimiento El océano es uno de esas regiones que hay que explo– rar
Hace muy poco tiempo que Jo ciencia ha permiti– do 01 hombre iniciar la exploración directa de las profundidades Hasta ese momento nuestro conoci– miento de ellos dependía de lo que pudiera recoger una
red lanzada desde la superficie, como un ciego que
cazara mariposas
Dado que no existían m,edios que nos permitieron
descender al fondo del mar, nos limitábamos a perfec– cionar los instrumentas destinados a medir las carac– terísticas abisales . Pero en la actualidad los batisca– fos, verdaderos globos de pasajeros destinados a bajar a las zonas abisales, han descendido a más de 10 ki– lómetro!; de profundidad, y el buceo con máscarps de oxígeno permite estudiar lo abundante fauna que pro– lifera en las regiones costeras poco profundas En los
próximos años asistiremos al perfeccionamiento de
nuevos vehículos que nos permitirán sumergirnos lle–
vando los instrumentos más recientes pora lo investi–
gación
Dispondremos así de diferentes clases de batis– cafos Algunos de ellos descenderán a unos 4 000 metros, y explorarán un tercio de las profundidades
oceánicas, otros se sumergirán o 6000 metros, y cu–
brirán así el 95% de las profundidades marinas, por
último, contaremos con batiscafos extraordinariamente
resistentes, como el que batió hace poco el récord de profundidad (Piccard y Walsh) Estos vehículos, ca– paces de soportar las presiones de las trincheras oceá– nicas mós profundas (siete toneladas por pulgada cua– drada), bajarán a más de diez kilómetros de profun– didad, y sus investigaciones cubrirán el 5 % restante del fondo del océano
Esos vehículos destinados a recorrer los fondos
marinos serán como las langostas, es decir que podrán
ascender o descender, moverse horizontalmente, y desplazarse en todas direcciones Tendrán brazos
mecánicos, como gorras¡ accionados por el tripulante
encerrado en una cabina hermética y a prueba de pre– sión El observador verá más allá de sus propios ojos, gracias a un circuito de televisión cuyos captadores de imágenes estarón instalados en el extremo de una ma·
no mecánica
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